Bon Jovi tuvo su mejor periodo creativo en los ochenta. De eso no hay dudas. Todavía en el 2017 siguen cosechando lo éxitos de esa década, donde lanzaron cuatro discos con poco tiempo de descanso entre cada uno. Esas canciones constituyen la columna vertebral de sus conciertos hace un buen rato, sumando una que otra canción de los noventa y dos mil.
El Estadio Monumental vuelve a repetirse el plato con Bon Jovi. Ya los tuvo el 2013, cuando vinieron la última vez y que ahora vuelve a ser un lugar para conciertos después de un buen tiempo sin espectáculos musicales. Ahora la banda vuelve con disco nuevo, uno al que le tienen confianza, según cuenta su líder en entrevistas. This House Is Not for Sale es el motivo de esta nueva visita, y no es solo una excusa para realizar giras extensas, sino que parece de verdad constituir una nueva etapa en la carrera de Bon Jovi, una que sigue los patrones prestablecidos con su incombustible rock de estadios y que ocupa un lugar de igual a igual dentro del setlist con sus larga duraciones clásicos.
Temple Agents fue el acto de apertura de la noche. Una banda chilena de hard rock que tuvo un escenario completo para exhibir parte de sus discos, con una performance impecable, pero poco original.
Las luces se apagaron y el show partió un par de minutos antes de las 9 de la noche. Bon Jovi trajo consigo una pantalla gigante en la que proyectó una secuencia introductoria, asimilando el viaje de la banda con una línea que transitaba por los lugares icónicos de Santiago, hasta llegar a las puertas del Estadio Monumental. Acá empieza el grito.
Ahora es Jon Bon Jovi y su banda, no Jon Bon Jovi, Richie Sambora y su banda. El protagonismo cae sólo en el vocalista. Después de la salida del guitarrista en el 2013, el grupo ha tenido que suplir ese puesto tanto en el escenario como en lo creativo.
Cuando el show comienza con This House Is Not for Sale, la canción que le da nombre al nuevo disco y gira, uno llega a la conclusión de que Bon Jovi focaliza todos sus esfuerzos en mantener un rock masivo, no innova, porque no lo necesita, porque el concierto estuvo ganado desde la compra de las entradas.
En el disco, la capacidad vocal de su líder se muestra intacta. Acá no tanto. Es evidente el apoyo del guitarrista y tecladista en los coros, que muchas veces opaca al vocalista. Pasó en la primera canción y durante todo el concierto. De hecho, en You Give Love a Bad Name, el coro es cantado por el resto de la banda mientras Bon Jovi se dedica a hablar la letra más que cantarla. Sin embargo, en los momentos menos exigentes como en la acústica Someday I'll Be Saturday Night, es capaz de mostrar su timbre atractivo con fortaleza.
La fuerza del concierto es su catálogo de clásicos, pero hay un gran porcentaje dedicado a visitar canciones nuevas y no tan hits. Eso se expresa evidentemente en el público. No se muestra aburrido, pero queda en calma por ratos largos, a pesar de ser canciones directas. Bon Jovi tiene muchas canciones estrellas, pero no le basta para rellenar las dos horas que duró el show. Sin embargo, el público le perdona todo.
Bon Jovi se hizo querer en los encores. Tuvo dos esta vez, dándole un lugar especial a Chile en comparación al resto de la gira. Pudo faltar Always, que con cada visita a nuestro país versiona en español, pero sin duda dejó a una fanaticada de 39.000 personas satisfecha. La banda partió su gira por Sudamérica con la idea reconfirmada de que a Chile puede venir cien veces y llenar cien estadios.
This House Is Not for Sale
Raise Your Hands
Knockout
You Give Love a Bad Name
Born to Be My Baby
Lost Highway
We Weren’t Born to Follow
I’ll Sleep When I’m Dead
Runaway
We Don’t Run
Someday I’ll Be Saturday Night (Acoustic)
Bed of Roses (With verses of Cama de Rosas)
It’s My Life
Who Says You Can’t Go Home
God Bless This Mess
Wanted Dead or Alive
Lay Your Hands on Me
Have a Nice Day
Captain Crash & the Beauty Queen From Mars
Bad Medicine
Encore:
In These Arms
I’ll Be There for You
Livin’ on a Prayer
Encore 2:
These Days
Keep the Faith
