Estamos a dos meses aproximadamente de terminar el año. Por lo mismo, es necesario hacer un análisis de los conciertos y presentaciones varias que nuestro país tuvo el privilegio de recibir. Lo bueno, lo malo, lo lindo, lo feo, quién ganó, quién perdió, ventajas y desventajas, entre muchos otros factores, son lo que a continuación desglosaremos (y explicaremos) a nuestros queridos lectores. Y es que Chile, hace varios años atrás, no era lugar indicado para (casi) ni una banda. La tierra de nadie resultó ser tierra prometida para los artistas. Tanto así que hay varios que se han repetido el plato con una sonrisa en la cara. Pareciera ser que Chile promete para las bandas y cantantes, los que en su mayoría se van siempre satisfechos con la promesa de volver. Algunos lo cumplen, otros simplemente toman el avión (o jet privado) escribiendo en su diario de vida el increíble receptor que Chile fue. Eso es lo bonito, el panorama que cumple el público y lo que se ve desde galería, pasando por cancha general, tribuna hasta llegar a cancha vip. Pero, ¿cómo se maneja realmente el negocio de la música? ¿En qué le afecta a Chile, para bien o para mal, que llegue tanto artista? ¿Cuáles han sido los obstáculos que la industria ha tenido que enfrentar para sacar adelante el rubro de las productoras? Aquí, tres factores importantes que hicieron de la industria musical un verdadero terreno endeble.
Los teloneros: solamente producto nacional
La Asociación Gremial de Empresas Productoras de Entretenimiento y Cultura (Agepec) agrupa al menos el 70% de la industria. Y en Chile, este año se vio involucrada en conflictos con el Servicio de Impuestos Internos (quién no), el Ministerio de Hacienda, la Sociedad de Derecho de Autor y la Cámara de Diputados. El 31 de marzo la Cámara aprobó el proyecto modifica la Ley de Fomento a la Música Chilena. A ella, se agregó la imposición para los shows musicales internacionales que se presenten en el país de “contar con teloneros nacionales. De lo contrario, las productoras no podrán acogerse a la exención tributaria y deberán pagar el IVA correspondiente”, además de una multa que va desde los 50 a las 100 UTM. Perfecto, hay que fomentar lo nacional y generar espacios para la difusión de lo chileno. Suena bien hasta ahí. Pero, ¿cuál es el conflicto en este punto? El telonero es un gasto más. Entró en cuestionamiento el saber cómo se financiaría la banda telonera, sus insumos y gastos en general. Y en cuanto a los derechos de autor, hay otro problema ya que las regalías que las bandas reciben son acorde a la cantidad de canciones que tocan en cada concierto. Entonces, es conflictivo al momento de explicarle al artista internacional que el 40% o 50% de sus regalías irán a un tercero. Sin embargo, el diputado Ramón Farías, uno de los autores del proyecto, defendió la idea diciendo a un importante medio escrito que “los derechos de autor se reparten, proporcionalmente, de acuerdo a los artistas que van. Es lo mismo que nos decían las radios, pero no era así. Si el telonero toca, tiene un porcentaje de derecho de autor que es equivalente a lo que va a hacer sobre el escenario”, explica Farías.
Visa de trabajo
El 27 de marzo, se dio a conocer una modificación a los aranceles de Visas por el Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior. Gran sorpresa para las productoras que trabajan con artistas norteamericanos, quienes ingresaban al país con una visa costo cero. Pero hubo un cambio en el escenario, y desde entonces hacia adelante, la visa de trabajo norteamericana costaría 580 dólares. Es importante considerar que el equipo humano que hay detrás de cada artista que nos visita, es bastante grande y prácticamente ninguno puede quedar fuera. El concierto de Kiss, por ejemplo, contaba con un equipo de más de 50 personas. Saque la calculadora: para ese entonces eran $26.750.000 millones que la productora no tenía considerada gastar… en visas. Sumado a los gastos que hay en equipos tecnológicos de última categoría, además de todos los implementos necesarios para realizar un buen show. Sí, es una industria que mueve mucha plata, pero que no significa que la tenga.
La guerra entre el SII y las productoras
Los artistas internacionales que lleguen a Chile deben pagar un impuesto de un 20% neto de sus honorarios, según lo señalado por la Ley de Renta. Pero desde el 2011 el SII consideran que los gastos también son afectos a este impuesto. Sumado a esto, señalan que el pago se debe hacer una vez que sale del país, lo que generalmente ocurre antes de que se realice el show. Bajo este escenario, Jorge Ramírez, Gerente General de la Agepec, señala lo errática que es la interpretación de la institución fiscal: “La interpretación poco clara del Servicio es que estos gastos son ingresos y que como tales son afectos. Habría que pagar el mismo tributo tanto por el honorario del artista como por sus gastos. Se suman dos impuestos, de manera que la actividad se encarece. Hemos intentado conversar, pero como no hay un acuerdo en la materia esto duerme en los tribunales hace tres años”. Tiene que haber una definición de la norma porque si se paga el impuesto a los gastos, se traduciría en alza de precios de los conciertos. Lo que efectivamente pasó.
Existe una ignorancia, por parte de las autoridades que imponen éstas y muchas reglas más al mercado, de que la industria de la música es próspera, de permanente esplendor y llena de recursos. Pues no. Y para peor, cada traba que se les impone a las productoras, se traducen finalmente en el público. Se desconoce, a nivel de audiencia también, la cantidad de obstáculos que hay que pasar para poder efectivamente traer un artista al país. Por eso, cada vez que alegamos por los altos precios para ver a la banda favorita, es importante reflexionar que la culpa de ello ha sido de nuestras propias autoridades. A comienzos de año, el panorama era dantesco, pues existía ese miedo de que el espectáculo en Chile retrocediera 40 años, cuando para ver a un artista de tremendas magnitudes era obligatorio viajar a Argentina o Brasil. Ramírez lo dijo: “Cuando los eventos disminuyan, que ya ocurre, al igual que las audiencias, cuando los costos suban y por ende los tickets, cuando haya desempleo en este rubro, entonces vendrán los arrepentimientos”.
Por Carola Hidalgo.