Hoy en día pareciera que en nuestra sociedad están cambiando las cosas que importan, en realidad es así, el ciclo de vida del siglo pasado solo quedó en eso, en “pasado”. Y hoy en día los jóvenes se están tomando la batuta de ciertas cosas, algunas más importantes que otras, pero el vínculo común de gran parte del mundo es el de querer salir a buscar la naturaleza, trotar por el país, por los países, por el continente, por la órbita. Individualista o no, es un modo de vida, ya está instaurado y contagia cada vez más a la gente.
Tan así que, como cualquier otro tema en la vida, existieron pioneros al respecto, algunos más conocidos que otros, algunos sobrevalorados o subvalorados y así un sinfín de características que podríamos añadir, pero el que hoy en día se lleva la batuta (pero que no fue vanguardista, pero sí se guío en algunos) es la historia de Chris McCandless, alías “Alex Supertramp”.
La historia del protagonista se hizo ver en una noticia de la revista Outside de Estados Unidos, en ese entonces comenzaba la última década del siglo XX, y fue tanta la atención periodística y social que trajo el caso, que el autor de ese extracto de noticia decidió aventurarse a fondo en la historia de un joven recién graduado de la universidad que dejó todo atrás para adentrarse hacia rutas salvajes.
Into the Wild (Ediciones B) del periodista Jon Krakauer se convirtió en best seller al momento de su publicación y recientemente ha cumplido el aniversario número 20, por lo cual, se ha lanzado una edición especial. El texto en sí, parte con una declaración que es de suma necesidad para el transcurso de las líneas, una declaración por parte del autor en donde intenta bordear la objetividad, la cual pareciera que sí se logró y es agradecida totalmente, sobre todo en hechos reales como este. La historia de Alex – como decidió llamarse el protagonista – se enmarca en la vida de un joven después de despedirse de la sociedad para adentrarse en la naturaleza, pero la naturaleza tal y como es, su intento por sobrevivir en un estado en donde se tenga las menores cosas posibles, solo las necesarias para sobrevivir. El alimento de escape, puede ser respaldado por las ganas de Supertramp de huir de la humanidad como hoy en día es conocida, pero también por sus problemas familiares, los cuales mantenía principalmente con su padre.
De familia acomodada y espíritu salvaje, se adentró por el rumbo de ser un vagabundo o un autostopista, llegar a Alaska era su misión. El autor del libro, es muy preciso en los detalles, una investigación exhaustiva y de un vasto interés se hace presente en los capítulos entrantes, su primera decena trata de las razones, conclusiones, teorías, opiniones y más que se le hicieron al joven, un antes y un después, el desarrollo completo con uno que otros vacíos temporales, estos debido a que casi la mitad de la historia se basa en el diario de Chris. El otro tanto es mérito periodístico de investigación, disposición de la gente que lo conoció y que quiso hablar y, por último, la gran evidencia que dejaron los libros que se llevó en la mochila el protagonista, en los cuales se encuentran Colmillo Blanco, la llamada de la selva de Jack London, Walden o la vida en los bosques de Henry David Thoreau, algunos de Tolstoi, entre muchos más.
El relato, en estos tiempos, ya pasado 20 años, sigue siento emocionante, y puede que para las generaciones que ni siquiera han visto la película con el gran soundtrack de Eddie Vedder – y está es la razón por la que reseñó un libro como este, que escapa da la música, es porque su film, marcó un precedente en los soundtracks de las películas – . Leer el libro mientras se escucha a Eddie Vedder cantando Hard Sun, es una buena sensación de escape, ese escape que muchos anhelan pero pocos tienen, el “hacer dedo” como se le dice en Chile – el autostop – partió en este país como modo de escape veraniego ante la necesidad o la escases de recursos económicos, la visita: el litoral central; pero hoy en día eso ha cambiado bastante, pareciera que los que se las pueden dar de vagabundos o globetrotters son otros – necesario señalar que el mismo sentido de mochilear como tal se está perdiendo para algunos y ganando para otros, tomar un avión con tu vestimenta outdoor, está muy lejos de ser un mochilero. Pero aun así se está haciendo una práctica casi necesaria.
Cabe mencionar que, como la mayoría de las adaptaciones, hay diferencias entre lo literario y lo cinematográfico, pero no entraremos en esa disputa casi innecesaria de mencionar cuál es mejor, son un buen complemento.
Un libro inspirador como los que el protagonista leyó, un punto de vista distinto a cómo debemos percibir la vida, una realidad que suma adeptos tanto de forma temporal como de manera definitiva. Pasando los párrafos, se podría decir que Alex Supertramp estaba en un adherente temporal a esta filosofía de vida, pero con convicciones permanentes, pero la temporalidad de su viaje se transformó en vitalicio y, en una de las historia más conmovedoras.
“Hace dos años que camina por el mundo, sin teléfono, sin piscina, sin mascotas, sin cigarrillos. La máxima libertad. Un extremista. Un viajero esteta cuyo hogar es la carretera. Escapo de Atlanta. Jamás regresará. La causa: no hay nada como el oeste. Y ahora, después de dos años de vagar por el mundo, emprende su última y mayor aventura. La batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Diez días y diez noches subiendo a trenes de carga y haciendo autostop lo han llevado al magnifico e indómito norte. Huye del veneno de la civilización y camina solo a través del monte para perderse en una tierra salvaje.”