Por Cristóbal Sepúlveda Cobo
Pasada la medianoche, Fármacos se alzó sobre el escenario del Bar Loreto para, una vez más, retratar acogedores sonidos y conquistar a un público fiel y austero. Aún cuando la música del quinteto pueda ser catalogada como masiva en su sentido más pop, es en un recinto tan íntimo como un bar donde se ve el verdadero rostro de estos músicos.
El pop-electrónico absorbió la noche, hipnotizando a los espectadores al ritmo del fluido tono de la banda. Los sintetizadores se apoderaron de la velada, muchas veces comiéndose a las guitarras y dejándolas de meros adornos a la columna de los cortes. El ritmo ambiental fue el encargado de consumir el alma del recinto, sin aumentar las velocidades sino que manteniendo un pulso lento y cálido.
Abriendo con canciones de su primer disco, se entregó un excelente puente entre el sonido tradicional y masivo de su segunda placa, versus el alternativo de su debut. Los grandes éxitos de la banda tales como: “Quiero Conocer Tu Mundo”, “Siempre Tú” y “Lo Que Hacemos Sin Mirar”, vieron a Diego Ridolfi, líder del grupo, mostrando su carisma innato, arrastrando a un público que muchas veces no respondió de forma recíproca a su desplante escénico.
Entre tonos rojos y azules, la dulce voz del líder replicó de forma sucinta la emoción tras sus temas, cantando con potencia y energía. El gran manejo instrumental dio lugar incluso a la experimentación, dejando al final de “Amor y
Porno” que todos las piezas del grupo fueran digeridas por la voz del sintetizador. En “El Refugio Es Suave”, de su primer EP, se vieron aumentando la distorsión y mostrando a Fármacos en un lado rockero que no suele estar expuesto.
Aún cuando las piezas electrónicas forman parte fundamental de la segunda producción de la agrupación, se hizo lugar en la habitación para desoladores solos de guitarra. Con vigorosa calibración, los miembros de la banda no necesitaron recorrer el escenario para dar muestra de su envergadura. Cada tema de “Estado de Gracia” narra una historia que al verse reproducida en vivo magnetiza al espectador y lo sacude en sus líricas. Al lado de todas las limitaciones que el mismo recinto da, tales chirridos o desequilibrio sonoro, es el ímpetu del mismo grupo el que convierte cada show pequeño o grande en una experiencia memorable.
Cerrando la presentación con “Belleza”, Ridolfi se adentró en las vísceras de cada uno de los presentes, quienes rogando por más, hicieron que el líder volviera a brotar en el escenario para dar con un último fragmento de música: “Visitarte”. Allí, solo con su voz y una guitarra, el íntimo y cálido show se vio finalizado con todos los ojos sobre Ridolfi, quien se retiró tras una acogedora despedida.
Una banda que es tan adictiva como las canciones que interpretan no puede deber menos a su nombre. Con meras dos publicaciones en sus manos, Fármacos no puede ni desea quitarse la imagen de música masiva de su cabeza, no obstante, son estas instancias personales en donde el grupo muestra su faceta más próspera. Entre colores y luces, Fármacos instaura y pone sobre el escenario un sentir tan verdadero como afectuoso, el verdadero proceso de creación, belleza en su forma más elemental.