Eran las 19:50 horas y la gente ya empezaba a manifestarse. El show debía empezar, a pesar de que el Movistar Arena seguía bastante vacío. Aun así, a las 20 horas en punto, salió al escenario Álvaro Henríquez y compañía. Los Tres eran indudablemente teloneros de éxito seguro. Galería aún no se llenaba, cancha menos. Sin embargo, comenzaron los acordes de “Torre De Babel” y todos prendieron al instante. Una presentación de 45 minutos que se basó en puros hits que nunca fallan: “La espada y la pared”, “Déjate caer”, “Hojas de té”, entre otras. Henríquez, con su postura característica, hizo un llamado a tener una relación sana con la marihuana y a apoyar el autocultivo, lo que prendió aún más los motores de la Cúpula. A eso de las 20:40 comenzó “Tu cariño se me va”, canción con que Los Tres se despidieron de su público siempre tan fiel, pero que esperaban entusiasmados a Blur.
Con diez minutos de atraso se apagaron las luces y comenzaron a sonar unos acordes tipo canción de cuna. Una cortina que duró poco más de un minuto y que tenía expectantes al público. Alex James, bajista de Blur, fue el primero en salir a escena a prender un cigarro mientras tomaba su bajo. Más atrás venía el resto de la banda: Dave Rowntree, Graham Coxon y por supuesto Damon Albarn. El Movistar Arena, que no paraba de recibir gente, reventaba en gritos y alabanzas hacia la banda. “Buenas noches”, saludó Albarn, quien alzaba sus manos y cerraba los ojos, gozando por completo el tener el público a sus pies. Comenzó a sonar “Go Out” para continuar con “There´s no other way”. Al segundo tema, Albarn ya lanzaba agua al público y tiraba besos desde arriba de un parlante a la gente de galería.
La puesta en escena de Blur parecía más bien de una banda completamente funk. El escenario tenía de fondo tres bolas discos que se ocuparon una vez después de una hora de concierto. Algo bastante sencillo. También el cuarteto se vio acompañado de músicos de primer nivel. Un coro de dos negras y dos negros, un percusionista que se hizo cargo de las timbaletas, el cencerro, el pandero y más. Trompetistas, saxofonistas y tecladista. Eran alrededor de diez personas que se encargaron de prender la noche con hits históricos de la banda, así como los nuevos de su último disco “The Magic Whip”.
La interacción que tuvo Albarn con el público se agradece. A pesar de su escaso español (“gracias” y “buenas noches”) no dejó pasar la oportunidad de reconocer a la audiencia nacional: “Es un placer, no es algo de cada día, es una ocasión. Y venir a Chile significa eso para nosotros (…) cada vez que vengo son una audiencia increíble”, fueron algunos de los halagos que el vocalista manifestó hacia su fanaticada chilena.
Para “Coffee and TV”, Albarn tomó por primera vez su guitarra y con ella el Movistar Arena se convirtió en una sola voz. Con el ritmo de los aplausos, el británico apuntaba con el micrófono a la gente quienes coreaban “We can start over again”. A casi una hora de concierto, y para “Trimtrab”, bajó a la primera fila de cancha vip y se subió a las barreras que separaban al público del escenario. Afirmado por sus guardaespaldas, se tiraba hacia la gente, quienes lo agarraban del brazo y tironeaban. Prácticamente toda la canción la cantó encima de ellos, quienes aprovechaban sus celulares para tener una imagen literalmente encima de su ídolo. En “Parklife” la banda llamó al escenario a un grupo de diez jóvenes que no daban más de emoción. Albarn se dio el tiempo para tomarse selfies con cada uno e incluso pasarles el micrófono para cantar. El resto de los integrantes no se quedó atrás en la cercanía, dejando sus instrumentos de lado para poder tomarse una foto con los jóvenes. Durante la canción, Albarn los hizo correr de un lado al otro del escenario, como si jugaran al “monito mayor”, mientras cantaba “all the people, so many people”. Además se puso unos lentes oscuros con los colores de Chile que una de las niñas le pasó en el momento. “Si subiera a todos al escenario no habría quién nos viera, ¿no?”.
Faltando poco para su despedida, empezaron a sonar los acordes de “Song 2” y la Cúpula ya coreaba el clásico “wohoo”. Albarn cortó la canción al principio, dejando expectante a la audiencia. James aprovechó de prender otro cigarro. Volvió el vocalista para recomenzar la canción. El Movistar Arena no podía más de prendido y se desató una euforia por el tema, que fue muy bien acompañado de un tremendo juego de luces. Dos canciones más tarde, con “This is a low” la banda se despidió con un simple “buenas noches”. Pero todos sabían que quedaba algo más de los británicos por mostrar.
Así, a los cinco minutos, Blur apareció nuevamente para retomar la fiesta. “Stereotypes” se encargó de calmar las ansias demás de los fanáticos (de todas las edades). Luego “Girls and boys”, canción que Albarn cantó con un gorro de lana con los colores nacionales y donde salía en grande “Chile”. Pasado las 23 horas, Blur se despidió con “The Universal”, dejando atrás una noche de primer nivel.
A diferencia de la presentación hecha en 2013 que se caracterizó por ser épica, la de anoche se guarda para la historia como una presentación sólida. Con un Blur renovado luego de 12 años sin nuevo disco. Mostrando pocos temas nuevos, pero también haciendo un recorrido por los clásicos que los consolidaron. Con un poco más de años en el cuerpo, la banda británica mostró la intimidad y complicidad que tiene con los fans chilenos, que se vieron representados en las diez mil personas que asistieron al concierto. Blur se despidió, en gloria y majestad, de la primera parada latinoamericana de su tour.
Por Carola Hidalgo.