Estados Unidos es un país que tiene un gusto casi enfermizo por llevar todos sus espectáculos al punto de «inalcanzables», casi como si aún siguieran en guerra con Rusia y ellos mismos a fin de demostrar su superioridad. Ejemplos de ello hay muchos (Wrestlemania, las finales de la NBA, las galas de Holywood etc.), pero ninguno tan magno como el Superbowl.
El evento favorito de Homero Simpson reúne año a año a los mejores equipos de la NFL de la temporada a fin de batallar por la preciada estatuilla. Ese es un tópico; el resto (y más notorio por lo demás) lo protagonizan sus increíbles y costosos anuncios por televisión, millones de ventas en Pague por Ver alrededor del mundo y quizás el que más da que hablar: el espectáculo musical de medio tiempo
En general esta vitrina está pensada sólo para estrellas pop. Y es que tiene todo lo que el género en su versión más modernizada (no confundir con el clásico o de calidad si gustas) representa: millones de ojos sobre ella, una puesta en escena imposible de lograr en cualquier lugar del mundo, y la posibilidad de marcar un antes y después a punta de bailes y otros fenómenos. Ya lo hicieron Rihanna, Beyoncé y Madonna, pero ahora la responsabilidad recayó en una banda que es casi totalmente ajena a ello: Coldplay.
Y si bien los británicos tienen una basta experiencia en escenarios masivos, esta vez tienen cierto tejo de nerviosismo, de inquietud: «Nos hemos visto todos los intermedios y la mayoría fueron fantásticos. Celebramos estos shows y esperamos poder dejar una actuación igual de inolvidable», explicó Chris Martin.
Por ahora para el espectáculo del 7 de febrero está confirmada la presencia de Lady Gaga (a cargo del himno nacional) y Beyoncé. «Tocaremos todos nuestros número uno y estamos pensando cómo llenar los otros diez minutos», concluyó en su rueda de prensa Martin. ¿Podrá por vez primera en esta marca superar al espectáculo? Es una difícil misión; sobretodo considerando que es un evento largamente apetecido por los sellos. Que el mainstream siga su camino.
