Colors Nights Lights llegó para quedarse. Prueba suficiente fue su reciente edición veraniega que se llevó a cabo el pasado 24 de enero en el Velódromo del Estadio Nacional. Una jornada de música en vivo al aire libre que cumplió a cabalidad en lo que respecta a organización, escenario y lo más importante: el espectáculo.
Gondwanna, Donavon Frankenreiter, Sticky Fingers y Wiz Khalifa dieron vida a esta “Summer Edition” y su premisa de sol, gafas y shorts, con lisérgicos setlist de más de una hora que viajaron entre colores de reggae, country, rock, blues, rap, indie y pop.
Y es que pese a las variedad de estilos, cada uno de los shows permitió una coherencia casi espiritual en sentidos estéticos, perceptivos y esenciales. Básicamente, el asunto no dejó en ningún momento de ser un excelente carrete estival.
De esta forma y a eso de las 17:00 horas, el festival arrancó con la presentación de los únicos chilenos invitados a lo que desde varias perspectivas, perfectamente pudo ser una cumbre cannábica social. ¿Cómo no? si en muchos sentidos, Gondwanna ha sido una banda sonora generacional para esos primeros humos que se propagaron en la apertura cultural de Chile durante los `90.
La clásica agrupación de raggae oriunda de La Pincoya subió con la misión de prender –literalmente- la fiesta con un puñado de éxitos atribuidos a sus primeros registros discográficos que hoy son verdaderas piezas de culto como “Verde Amarillo y Rojo”(Alabanza, 2000), “Chinga Langa”, “Reggae Is Coming” o “Sentimiento Original” (Gondwanna, 1997) y algunos registros de sus más recientes discos como el corte “Mucho Verso” (Reggae & Roll, 2014) o “Si No Fuera” (Carpe Diem, 2017). Pero sin lugar a dudas el regalo más apreciado por la cancha fue un exquisito cover de “Could You Be Loved”, uno de los tantos imprescindibles del patriarca del Reggae ejecutado con respeto y la emoción necesaria para amortiguar el calor con un poco más de THC.
Una considerable cantidad de músicos e interpretes han militado en las filas rastas de Gondwanna pero actualmente el conjunto pincoyense liderado por el bajista I-Locks toma forma con la voz del cantante Mc Jona, quien pese a tener que cargar con el icónico legado de la banda junto Quique Neira, logra acoplarse y entregar un sello patente y notorio sobre el escenario, con un registro de tonos altos y nasales. En tanto, la banda, con sus bronces y cuerdas, se desenvuelve de manera impecable con un sólido reggae, pintado a ratos con la potencia de distorsiones rock o un groove ondero que acaricia el funk, haciendo valer su título como próceres locales del ritmo jamaicano.
Media hora para montar nuevamente el escenario y es el turno del californiano Donavon Frankenreiter, un apasionado surfista profesional que a en sus tiempos libres se dedica a dar giras por el mundo con un prendidísimo show, cuyo motor principal es una extraña pero efectiva combinación entre el hard rock, el blues, el funk y el country.
Frankenreiter (quien por si te interesa, es un personaje jugable en el “Kelly Slater’s Pro Surfer” de Playstation) es pura potencia gringa. Una energía que se decodifica con los códigos del rock norteamericano más tradicional, un sonido muy de carretera o de la costa oeste de los Estados Unidos que se presenta en la forma de un power trío simplemente sensacional. A puros Jam y solos sacados desde las entrañas del alma, Donavon y su banda entregaron un show que dejó las energías en lo más alto. Una tarea compleja, considerando que se trató de la agrupación menos conocida de la parrilla de Colors.
Y así, como si nada, los oídos de la gente viajaron en cosa de minutos desde Estados Unidos hasta Australia para presenciar a una de las grandes promesas de la tarde. La ansiedad cortaba el poco aire que se podía respirar y pese a lo eficiente del trabajo de los roadies, la espera se hacía cada minuto más larga pero finalmente pasó. Sticky Fingers hacía su debut en Chile y Latinoamérica, bajo la premisa de una firme fanaticada chilena que no tardó en demostrar sus deseos de escuchar en vivo el reggae/rock psicodélico que el quinteto de Sydney ha sabido hacer patente en sus 11 años de carrera y sus 3 placas de larga duración.
Con una muy buena vibra que no paraba de viajar desde el escenario al público y viceversa, comenzaron a correr los hits de Dylan Frost y compañía, sonando con pulcritud y tres veces más la fuerza de sus registros discográficos, pero provocando el mismo efecto que derrite mentes y obliga a destapar una o diez cervezas frente a la playa. Con un show de hora y media, Sticky Fingers logró comprobar in situ, la más que considerable popularidad que poseen en esta parte del mundo gracias a un show que a nivel sonoro, técnico y performático, superó las enormes expectativas que irradiaba su propuesta musical.
Colors Night Lights: Summer Edition cerró con broche de oro gracias al espectáculo del rapero norteamericano Wiz Khalifa, quien haciéndose de rogar durante los primeros minutos salió campante al escenario con un enorme cigarrillo de marihuana en la boca y los beats del taquillero “Black And Yellow”, dejando en claro quien es el que manda sobre la tarima.
El famoso MC se devoró -o mejor dicho, se fumó- al público de principio a fin, armando una auténtica fiesta, con globos gigantes (en forma de pitos, obvio), movimientos sexualizados y una metralleta de hits que fueron lanzados sin piedad. Con todo esto, el autor de “We Dam Boyz” validó una vez más en nuestro país su talla como uno de los gigantes de la industria de la música urbana estadounidense.
Fueron cuatro shows redondos de principio a fin, los que le entregaron una nueva estrellita al grupo Colors, quienes sin escatimar en gestiones, ya tienen la fecha de su segunda edición oficial encabezada por nadie más que Blondie y The Vamps. La cita es para el próximo 23 de marzo y las entradas ya están a la venta con el sistema Ticket Plus.