Ser un referente de la escena musical chilena toda es difícil, aún más si a esta fórmula le agregamos autogestión y producción sin mayores límites prefijados por alguna discográfica o productora de turno. Ecuación que sube su nivel de complejidad si sumamos algo totalmente al azar: ser mujer. Otro parámetro más -y fundamental-; desarrollar en la propuesta sonora un equilibrio entre vanguardismo, calidad, rebeldía y cántico social. La raya para la operación esta lista, y sólo hay un resultado: Ana Tijoux.
Fue por allá en 1997 cuando la compositora conoció a Seo2 y Cenzi, mutando en Makiza. La aerolínea despegó su carrera así como las mentes de su público. Un rap del cono sur con gritos callejeros, de protesta y liderados por una fémina. Algo impensado para muchos. En años en que el continente conocería el que es probablemente uno de los mejores registros de rap de su historia, “Ser Humano”, Tijoux comenzaba a trazar su propio fenómeno.
Ires y venires en cuanto a sus proyectos luego de su retorno a Francia en 2001. Los estilos por lo que transitó fueron disimiles; un enfoque más rústico tributando a Violeta Parra, rap de índole comercial con Los Pulentos, hasta acid jazz de la mano de Alüzinati. Una partida en falso en solitario por lo demás: en 2006 ya decidida a apostar por un giro más solista, de la mano de Camilo Salinas, Fernando Julio y Danilo Donoso, músicos de Inti-Illimani Histórico, gestó un registro que por desacuerdos con su sello quedó en el olvido. Dos años después edita “Kaos”; la historia es conocida: vendría después “1977” (2009), “La Bala” (2011) y “Vengo” (2014), junto a un reconocimiento internacional transversal.
Más de una década de carrera que evoca la nostalgia; recientemente se anunció su reconocimiento como Ícono del Rock por parte de la Cumbre 2019, premio que por vez primera recae en una mujer. Periodo que enfrenta con una madurez en lo personal y musical, y que se plasmará en su nuevo álbum, uno que espera liberar en mayo del próximo año.
“Lo que más quiero es que salga en mayo, espero cumplir con mi autodictadura (se ríe). Es un álbum súper honesto con lo que me está pasando, quizás todo lo que hemos hablado. Viene con hartos sintetizadores, aunque odio la palabra electrónica, porque es tan amplia. Pero es un poco cómo me siento en este minuto y cómo me siento musicalmente. Nunca he hecho un disco parecido al otro”, reveló en entrevista con La Tercera.
Y precisamente de lo que habla será de el sentimiento de decepción de múltiples sectores de nuestro país, esos que muestran el racismo, misoginia e ignorancia, mismos que muchas veces la han llevado a pensar en dejar Chile por unos años. “Estamos en un retroceso, en un 2018 que hablas de modernidad, pero ser negro todavía es tema. ¿Cuánto hemos avanzado como sociedad? Todavía hay barcos de inmigrantes que se ahogan porque hay gente de quinta categoría. Es un racismo intrínseco. ¿En qué se diferencia de la era de la esclavitud?”, enfatiza.
Concluye revelando que se trata de un registro muy personal, introspectivo, moderno y con su calidad de siempre: ” Creo que es el disco más estético que he hecho, lo encuentro muy interesante en términos incluso políticos. Me cuesta definir cómo se traspasa eso a la música, pero lo veo como un álbum muy elegante, actual, más moderno, pero con cuestionamientos y contradicciones. Y mis propias contradicciones. Hoy me estoy cuestionando muchas cosas conmigo, por lo que el disco está bien hacia adentro”.
En la agenda de Ana Tijoux más próxima destacan dos fechas: 16 de noviembre en una íntima fecha en El Clan (con entradas a la venta vía Eventrid) y su actuación estelar en la Cumbre 2019 (entradas a la venta vía Ticketplus).