“Tenía 15 años cuando escuche a través de un amigo el casette Piece of mind. Desde ahí, cambió mi vida para siempre”, relata Rodrigo de 40 años, un acérrimo fan de la banda mas poderosa del heavy metal, que gira con su vocalista como aviador. La Doncella de Hierro ha pisado ocho veces Chile con una convocatoria total de 281 mil espectadores, convirtiéndose en el emblema más significativo y, recalcando una vez más, que nuestro país es de alma metalera, y donde ya es clásico escuchar la frase: “ y verás como quieren en Chile al amigo que es metalero”.
Los números no mienten a la hora de hablar de la fanaticada rockera: son el público más fiel de todos por lejos; no se dejan llevar por los contextos económicos ni por las fechas estimativas para cuando se agenda un show. Como dato: en 2013, Black Sabbath (con Ozzy Osbourne y Tommy Iommi a la cabeza) convocó 45 mil personas en el Estadio Monumental; Bruce Dickinson y su tropa se presentaron ante 55 mil almas en el coloso de calle Grecia; y sus coterráneos de The Cure concitaron a 60 mil fanáticos en el mismo reducto. Fue el año de cifras récord y el más convocante.
La noche del viernes y ante 60 mil personas, Iron Maiden presentó en Chile su decimosexta placa The Book of Souls. En esta nueva cita, el público se diversificaba aún más en generaciones siendo común ver a gente de 55-60 años con sus hijos de 14; incluso habían varios niños entre el mar de gente. Cuatro generaciones unidas por los riffs de la banda de heavy metal mas grande del mundo y del propio Dickinson, como ha declaró en septiembre el año pasado al diario La Tercera.
Recital de 2 horas, donde su poder se multiplica en cada venida a nuestro país. 21:07 y la intro Doctor Doctor de la banda UFO de fondo. 20:13 el sector cancha enardecía en la espera y la banda dispara con tracks de su reciente disco If Eternity Should Fail y Speed of Light, dando paso a la paralizante Children of the Damned de 1982. Con Tears of a Clown caían pesados riffs al ritmo de la batería de Nicko Mcbrian, con Bruce Dickinson dedicando la pieza al actor Robin Williams, fallecido en agosto de 2014.
Dos bengalas se encendieron para la batalla que fue The Trooper. Continuaba Powerslave, el clásico de 1984, con interpretación a punto y el respetable que en el sector cancha vivía otra batalla entre los saltos. Death of Glory y The Books of Souls de su último álbum, contaron con buena acogida considerando que en su mayoría las canciones de él sobrepasan los 7 minutos. Clásicos como Hallowed be thy Name y Fear of the Dark continuaban con este emocionante como eufórico recital a niveles transversales.
Algunas fallas en el sonidos en los parlantes de la torre ubicada en la zona de cancha fueron menores ante el aplastante sonido de los británicos. Al regreso, con un descanso de 5 minutos, sonaba The Number of the Beast y Blood Brothers con la bandera mapuche que Dickinson flameó sobre el escenario. Celulares, bengalas y una antorcha aparecían en Wasted Years al cierre del show.
Ya es un “lugar común” catalogar a Iron Maiden como banda que juega de local. La conexión entre ellos y Chile es única. Los especialistas dicen que el DVD que se grabó en el mismo Estadio Nacional, fue uno de los mejores registros en la vasta historia del conjunto. Ocho presentaciones en diferentes lugares, pero la convocatoria le es siempre fiel a la legión metalera que supera todo en términos de respeto, masividad y fanatismo.
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