Las elecciones presidenciales de EEUU de 2016 dejaron variadas marcas en la cultura popular. Es difícil pensar que una arista tan contestataria como la música se mantendría al margen de la rabia colectiva. En tan solo 2017 la respuesta fue inmediata y un sentir general de ira y decepción se vio reflejado en diversas producciones del medio. Así es como comenzando 2018 Jeff Rosenstock se adentra en himnos de furia y versos melancólicos con el que sería su tercer álbum solista: “POST-“.
Entre guitarras estridentes “USA” abre el larga duración. Una voz quebrada narra la desilusión del sueño americano mientras progresiones de power pop le dan estructura al tema. El corte se nutre de melodías hipnóticamente sucias. Las guitarras y voces suben y bajan los ritmos para culminar en un tercer acto poderoso y desolador.
Al entrar en “Yr Throat” el artista forcejea contra la incapacidad de entregar un discurso. Entre mediaciones sobre el proceso creativo Rosenstock genera una narrativa cargada de peso político. Por más sencillas que suenen las melodías, el estadounidense no se deja intimidar por las simples progresiones. Con divertidos estribillos e hipnóticos riffs, “POST-“ irradia de cortes rápidos y potentes.
En “All This Useless Power” Rosenstock deja entrever una influencia clara de un Weezer temprano y un pop punk noventero. La suciedad de los versos solo exalta la crudeza de los cortes. A pesar del tono popero transversal del álbum, la música no juguetea con la inmadurez. Incluso al caer en la melancolía y angustia adolescente en canciones como “Powerlessness” y “9/10” el artista narra su pesar con prudencia. Durante la segunda mitad del LP la rabia política empieza a convertirse en tristeza personal. La intimidad con la que el artista habla toca fibras profundas en el auditor.
Al finalizar con “Let Them Win” el cantautor resume su rabia perdida en ritmos lentos y guitarras distorsionadas. Moviéndose entre sonidos pesados de alto volumen “POST-“ se desvanece junto a himnos políticos de melancolía y angustia. Aún cuando las composiciones se mantengan entre progresiones simples, se adornan con enternecedores punteos y entretenidas melodías. Rosenstock sabe como manufacturar tonadas sencillas aunque efectivas, y en el último corte del álbum se extiende cuanto desea con tal de transmitir su mensaje de desasosiego.
En una época en que los canticos pop punk son cada vez más un patrimonio de la adolescencia y la inmadurez, “POST-“ entrega una serie de temas sostenidos en mensajes sensatos. En muchos sentidos el larga duración es un reflejo absoluto de la melancólica sociedad norteamericana de la nueva década. Tiempos difíciles para la libertad de expresión, pero maravillosos para la creatividad. Producciones como estas se alistan en filas de protestas y gritan a viva voz aquello que la sociedad necesita decir, y que los líderes deben que escuchar.