‘Las puertas de la percepción’ de Aldous Huxle narraba cómo un sujeto consumía altas dosis de droga para caminar por su vecindario, paulatinamente su concepción del entorno se agudizaba: en donde sólo había visto aburridas edificaciones encontraba un universo cósmico, con resabios naturales que servían como una paradoja de la vida. «Si todo se purificara, la percepción aparecería como es: infinita», es el paradigma central del ensayo que logra concluir que nuestro cerebro filtra la realidad, eclipsando espacio y tiempo. Un entendimiento que se traspasó a la música en los lisérgicos años 60s con The Doors y su debut homónimo. Cinco décadas desde dicho suceso se cumplen este 2017 y para conmemorarlo, se anunció una exclusiva reedición.
The Doors: 50th Anniversary Deluxe Edition considerará un pack de 3 CDs. Dos Lps incluirán el registro en bruto, con mezclas en estéreo y mono remasterizadas. La tercera pieza en tanto, llevará un show en vivo en The Matrix de San Francisco del 7 de marzo de 1967, construido en base a cintas que se creían perdidas. Disponible desde el 31 de marzo.
Además, la pieza vendrá con un libro de tapa dura de 12 ×12 con postales inéditas. ¿Y el CD de The Matrix? Él se resume en ocho canciones: Break On Through (To The Other Side), Soul Kitchen, The Crystal Ship, Twentieth Century Fox, Alabama Song (Whisky Bar), Light My Fire, Back Door Man y The End.
El álbum gestado en plena época del auge psicodélico, fue una de las piedras angulares al momento de hablar del movimiento rock de fines de los sesentas. Mezcla en una perfecta armonía toques lisérgicos con blues, folk e incluso jazz. La prolijidad de sus componentes queda a simple escucha: Ray Manzarek en incesantes diálogos con las cuerda de Robby Krieger en un sonido con ausencia de bajos que evocaba figuras literarias.
Una raya a lo establecido por la industria en esos días inclusive. Los pasajes joviales del ‘flower power’ fueron reemplazados por una oscura epopeya que iniciaba con el misterio de Break On Through, pasando por la romántica The Crystal Ship, derivando en 12 minutos de maldición y odio en The End, el ‘final de la vida’ como bien diría el Rey Lagarto.
Pero su trabajo homónimo también significó una apertura de mente en su fanaticada, y apertura a temas como los alucinógenos. Grito social que más allá de centrarse en la guerra o fines políticos, buscaba crear una amplitud de mente, liberarse de los órdenes impuestos por las leyes y elevar la conciencia a lo más alto, en conexión con el ser astral. No es necesario recordar que por ello, Jim Morrison fue detenido en múltiples oportunidades por ‘incitar el desorden’.
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