La única gran banda nacional que faltaba que dijera presente en Lollapalooza Chile eran, los ya a estas alturas míticos, Lucybell. Una de las bandas insignes de la vieja escuela en el rock nacional, con una fanaticada que nuevamente dice presente, sea la oportunidad que sea, con un show de fondo verdaderamente magnifico.
Se nota rutilantemente que Claudio Valenzuela es un músico de renombre y con una experiencia increíble. Logra manejar en todos los sentidos posibles los ritmos y respiros de Lucybell, lo cual no es raro, ya que ha estado ligado a la misma banda durante toda su vida. Esa música universal que gira en torno al planeta Valenzuela es tan sincera que desde los noventa no ha dejado de embobar.
Eduardo Caces es otro dinosaurio del rock nacional, pero con mucha más cautela, sutileza y por momentos demasiado coqueto con su bajo, ya que olvida completamente que forma parte de una de las discografías más existenciales de toda la música chilena. En vivo, Eduardo representa un show independiente, al igual que cuando toca cortes de “Primitivo”, según él, el álbum más especial.
Nunca podríamos dejar a Cote Foncea en el tintero al momento de hablar de un show en vivo. ¡Qué gran baterista tiene Lucybell!, terminante como pocos, y si a eso le agregamos unos coros sobresalientes que se mezclan a la perfección con la apabullante voz de Valenzuela, tenemos a un músico descomunal en una banda descomunal. Su ingreso fue borroso, ya que llegó a ocupar el puesto de Francisco González, quien tenía ese lugar tomado desde que se formó la banda; pero el músico logró soltar esas amarras y pasar a ser un miembro fundamental y establecido; y cuando conocimos “Comiendo Fuego”, el mejor disco de la banda y con los cortes más potentes en todo el catálogo de Lucybell, Foncea dio a entender que el legado de las baquetas quedaba en perfectas manos.
En su show en vivo sorprendió que la banda saliera con un segundo guitarrista, en este caso un viejo conocido. Marcelo Muñoz vive algo así como un segundo aire en Lucybell, luego de dejarla en 1999. Sus guitarras son, por lo bajo, interesantes, dejado más libre a Valenzuela para que se este se deje llevar por acordes sublimes. Por momentos, el blues de Muñoz se hacía presente y lograba hacernos mirar de forma atractiva un futuro disco con esos aires.
Una de las cosas que más gusta de Lucybell es su variada escena en vivo, no tiene miedo o problemas con bajar hasta cinco épocas y tomar una vieja gloria de su pasado y mostrarla en vivo nuevamente, pero siempre con un sello característico de los nacionales. Esto es lo que ha hecho que la banda trascienda en el tiempo, los años parecen no pasar, pero la experiencia suma y sigue. Muestra de eso son cortes como “Luces no Bélicas” y un impresionante “Arrepentimiento”. Temas de una época diferente, pero con un alma inmortal.
El año pasado Los Tres daban clases de que los grandes estandartes del rock nacional son los mismos de siempre, casi inmortales en la escena de la música; a quien le duela, que lo supere y lo acepte; ese hecho no es con ticket de cambio. Esta cuarta versión del festival fue la de Lucybell y con una presentación en vivo tan buena que dan otro gran argumento que muestra que los cinco nacionales ya pasaron por el festival más importante del país. Sin duda la cúspide del camino, termino siendo la más exquisita.