A veces todo lo que se necesita para mantener un proyecto a flote es una pizca de agresividad. Marmozets responde al nombre de un quinteto británico de rock alternativo y post-hardcore, el cual en 2014 irrumpió en la escena con un espectacular debut titulado “The Weird and Wonderful Marmozets”. El proyecto era exquisito en compases arrítmicos, desorbitantes riffs de guitarra y los desgarradores aullidos de la vocalista Becca Macintyre. Un trabajo iracundo, soberbio y exquisitamente sucio. La receta para manufacturar un refrescante álbum de rock pesado.
Así que luego de cuatro años, decidieron volver con una producción notoriamente menos ambiciosa con el nombre de “Knowing What You Know Now”. Los toques de math rock quedan de lado para hacerle paso a ritmos de cuatro cuartos, acompañados de llanos estribillos de guitarra y bajo. Una delirante sorpresa en lo que parecía ser una anhelante banda contemporánea. No obstante, aquello que rescata a este trabajo de ser una caída en la mediocridad, es la llama de mordacidad con la que el LP se irradia.
La mayoría de los sencillos abogan por producciones simples que destaquen la energética suciedad de las melodías principales. “Play” se conduce por francos pulsos de bombo-caja mientras los punteos de guitarra llevan la armonía a niveles obsesivos. La estructura se repite por gran parte del álbum. “Habits” y “New Religion” siguen compases predeterminados, los cuales se elevan dada la grandioso vitalidad con que el quinteto impregna sus composiciones. Los hermanos Macintyre: Becca, Jack y Josh, se encargan de las voces, guitarras y baterías respectivamente. Mientras el duo Bottomley se queda con la guitarra rítmica y el bajo. El cercano compañerismo del grupo entrevé el motivo por el que cada pieza instrumental encaja de tan orgánicamente.
Becca se desprende constantemente es sucio alaridos. “Meant to Be” y “Major System Error” se empapan en melodías ácidas gracias al excelso trabajo vocal de la narradora. El cuarto corte del álbum brilla especialmente por la voz de la joven. Aún cuando los punteos principales lideren la progresión a límites ingeniosos, los escalofríos remecen la piel cuando la británica decide poner palabras en su lengua. La falcetteada voz del coro es especialmente hipnotizante. Una producción que te sacude hasta dejarte vacío.
En algunos momentos la banda se permite el acercarse a tonos melódicos. “Habits” se nutre de estribillos dulces, para después intensificarse entre potentes instrumentos de seis cuerdas. Finalmente cierra en la misma sensibilidad con la que el primer coro se presenta. Dando en un final anticlimático aunque misteriosamente satisfactorio. “Insomnia” remplaza periódicamente la batería con panderos, descendiendo la velocidad, incluso aunque los instrumentos de cuerdas no quieran soltar su rabia interna.
El trabajo realmente se desorienta cuando no es completamente fiel a su propio estilo. El par de baladas que hacen presencia en el disco no hacen más que desviar el curso natural del disco. “Estaremos junto tú y yo” es lo que Becca canta en “Me & You”. Una lírica empalagosa, poca nutrida de verdadera esencia y sin un lugar concreto en el relato. La cálida naturaleza del corte no es suficiente como para elevar los dulces arreglos de guitarra. Al narrar “Estuve allí justo a tiempo / Para decir mi último adios / El cielo se la robó por gloria / Mientras yo me quedé al otro lado”, hay una clara descripción de lo que es el luto y la pérdida. Lo que hace doblemente lamentable el que el tema descuadre tanto de la esencia del trabajo.
Por otro lado, “Run with the Rythmn”, tiene el coraje de cerrar el álbum. Una oda a la libertad que no puede evitar girar las perillas cercano a la mitad del corte. Si bien todo el álbum está empapado de letras explícitas, cuando la falta ambición instrumental se sincroniza con la narrativa, el interés queda reducido a que tan entretenido pueda ser escuchar cortes sin faltos de completa creatividad. La monotonía de la narración podría considerarse su eslabón más doliente. Para fortuna del grupo, esta se ve astutamente opacada al poner el papel en manos de los arreglos y armonías.
Cuando Marmozets juguetea completamente con la ira, logra ser todo lo que se propone. Las producciones sucias se ensalzan en guitarras delirantes y bajos psicodélicos. E incluso aunque extrañemos los ritmos ambiciosos de batería, el hipnótico labor instrumental que el sofomoro pone en juego se conjuga para dar en una excelente mezcla de energía, vitalidad y juventud. Viviendo en una época en que el rock está cada vez más cerca de ser un género de nicho, son agrupaciones como estas las que brindan de robustez a la escena alternativa. Mientras haya cinco chicos enojados y con instrumentos en sus manos, hay poco de lo cual preocuparse.
[rwp-review id=”0″]