Por Salvador J. Leiva
Richard Melville Hall, más conocido como Moby, viene a presentar su quinceavo disco de estudio titulado ‘Everything was Beautiful, and Nothing Hurt’. Un título nostálgico junto con una portada que evoca a un mundo paralelo donde la sociedad más inteligente son las vacas y/o terneros. ¿Será esta una referencia a lo que Moby ha estado haciendo últimamente como activista por los derechos de los animales o por su reconocido veganismo?
Una cosa es segura: el músico estadounidense nunca ha dejado de hacer música, lanzando 10 álbumes desde el comienzo de milenio, claramente sin alcanzar el éxito que le significó ‘Play’ del año 1999, conteniendo en éste varias piezas que llegaron a ser hitos radiales como ‘Porcelain’ o ‘Why Does My Heart Feel so Bad?’.
En esta nueva instancia, Melville propone un sonido más ligado al trip-hop y el down-tempo que podría significar empalagoso o denso para los que buscan el lado más accesible de Moby, pero una joya para los que siguen los trabajos de Massive Attack, Portishead o Tricky.
Como una introvertida y decaída respuesta a lo que fue la última elección presidencial de los Estados Unidos, Moby se para como un profeta, vaticinando lo que podría ser la debacle de la sociedad como actualmente la conocemos, exponiendo angustia, desesperanza e incertidumbre en cada una de las 11 canciones que contiene este largaduración.
Piezas como ‘The Last of Goodbyes’ o ‘The Tired and The Hunt’ resultan simbólicas en cuanto al sonido al cual Moby quiere llegar: momentos sonoros reflexivos e inaccesibles con una temática en blanco y negro, si se llevara a parajes imaginativos.
Siendo un disco no recomendable si crees que todo está bien en ti y en el mundo, ‘Everything was Beautiful, and Nothing Hurt’ es una sombría representación del mundo en que vivimos actualmente: un crudo lamento que es difícil de comprender y asimilar.