Apenas entrar en la Sala Omnium de Apoquindo, se es recibido por un arsenal de promotoras en trajes extravagantes con alguna marca de alcohol estampado al frente, anfitrionas casi extraterrestres luciendo sus vestidos plateados que asemejan al arquetipo de visitante espacial. Eso, sumando al contingente de seguridad dispuestos de riguroso negro y las paredes teñidas por la luces de colores seductores, dentro de los primeros niveles del recinto, transmiten la idea de una distopía elegante, pero al mismo tiempo una sátira de esta.
Mientras se realiza el descenso por el lugar, dirigiéndose hasta la pista de principal a través de escalones iluminados y puestos de alcohol con promociones que no tenían el derecho de llamarse así, empiezan a hacer ruido los primeros circuitos de Matanza. Vicente Vásquez, Luis Gálvez y Rodrigo Gallardo son los encargados de programar los primeros beats de una noche que promete extenderse hasta el amanecer. La sala poco a poco empieza recibir a personas con trago en mano, mientras el resto se mueve tibiamente en los primeros momentos del set. Electrónica con música andina como co-protagonista, armas con las que Matanza ha innovado en escena local hasta el punto de funcionar como exportadores de los sonidos del altiplano y la tradición cultural de esa zona, sampleando entre varios, El Baile de La Tirana, sumándose a la flauta nortina que hace su aparición en un gran porcentaje de las canciones exhibidas. También hay un guiño a la cultura indígena a través de la voz de Violeta Parra y su interpretación de un lamento mapuche que aparece loopeado, alterado y apropiado en una “colaboración” surreal.
Su presentación inició puntual, pero terminó casi exactamente a la medianoche, media hora más de lo pactado y ocupando lo originalmente estipulado para Moderat, que también acabarían extendiéndose realizando un show de casi dos horas. A esa hora Matanza ya había cumplido la misión de expandir los sentidos y su calentamiento previo al acto principal.
Mientras el equipo de Matanza era sustituido, la primera señal que hubo sobre los alemanes fue un texto en el fondo del escenario: “Moderat es un show muy oscuro. Para el disfrute de todos, por favor no usar el flash o luz mientras se filma”. La instrucción era simple, pero más adelante se vería que no todos lo vieron así. Ese texto acompañó los cerca de veinte minutos que duró la preparación de las máquinas de Moderat y que causó la impaciencia de miembros del público que en algún momento comenzaron a exigir su salida mediante pifias.
Gernot, Bronsert y SebastianSzary fueron los primeros en subir al escenario y la primera mitad de este súper grupo del electro minimal alemán formado por los Modeselektor ya mencionados, y Apparat, a cargo de Sascha Ring que también subía al escenario, todos vestidos de negro como primera confirmación de la oscuridad prometida.
Después de una breve intro ambient, y con un desmayo de una asistente provocado por el ambiente asfixiante que ya empezaba a ser notorio principalmente por la gran cantidad de gente amontonada, Moderat partió todo con “Ghostmother”, single de su último disco estrenado este año, III. La banda recortaba las visuales aturdidoras que acompañan su shows, mientras Sascha Ring suma su voz dulce a los ritmos marcados y sintetizadores robustos de la otra parte de Moderat. La canción es pop y no hay tapujos en admitirlo.
Luego meten mano a su disco debut y extraen una de sus piezas claves, algo que hizo de ese material algo primordial para entender este nuevo sonido que se gestaba en los clubes de Berlín. “A New Error” suena como un clásico atemporal. A pesar de solo tener siete años, el tema ha madurado de una forma que hizo capaz a Moderat de adaptar una visual casi cinematográfica a su performance y al mismo tiempo de extenderla y sumarle un clímax sonoro que es capaz de reinventarla de una forma más grandilocuente sin perder su esencia.
En las canciones de III, la voz de Apparat adquiere un nuevo protagonismo que no había explorado en discos anteriores, esa voz agarra más confianza y es el combustible para las mejores canciones que Moderat como conjunto creó en su nuevo material. “Running” es otro ejemplo de eso. Cargada al minimal y al IDM, el tema muestra lo mejor de los dos mundos que chocaron en Berlín. Modeselektor y Apparat son cómplices y se nota que aprendieron a crecer juntos y compenetrarse. Las visuales una vez más se muestran sorprendentes, detrás de un Sascha Ring que se dispone de pie junto al micrófono para como un líder innato y elegido popularmente.
Se hace fácil distinguir en vivo las canciones más antiguas de las de su disco más reciente, solo estando pendiente del micrófono central del escenario. “EatingHooks”, con Apparat como protagonista una vez más, se desenvuelve en una tecla más minimalista, al igual que las imágenes de fondo, que transmiten una emoción de urgencia y peligro, pero que se reduce con la voz cálida de Ring que canta sobre meditación y medicación.
En una entrevista para ResidentAdvisor, la banda concedió que “no hay concepto detrás de Moderat”, sino un intento por disfrutar de la misma forma que lo han hecho siempre en los clubes de Alemania, exportar esa misión y llevarla hasta lugares muy distintos. Como el de ahora. Se nota que cumplen con su propuesta. La complicidad entre los tres es evidente hasta el punto de cortar la música en el mismo momento en que GernotBronsert lo hace para exigir a un asistente que deje de utilizar el flash en sus fotografías y cumplir con el único requisito que la banda había manifestado incluso antes de pisar el escenario. Después de eso hubo un diálogo confuso entre el asistente y Ring que por los limitantes del idioma no pudo establecer de buena forma. “Tomen su celular… y guárdenlo en su bolsillo. Esto es una fiesta, no hay necesidad de usarlo”, dijo Bronsert antes de retomar “RustyNails”.
Dicen que uno de los principales argumentos de la electrónica para no tener letras es que las palabras dividen. Pero nada de eso se demuestra acá. Todo el público en sintonía y bailando con la mirada en una sola dirección. En la sala no caía nadie más, y el resto de los asistentes se tuvo que acomodar en las escaleras de ingreso o frente a la salida de los baños que veía pasar y pasar personas que necesitaban un respiro dentro del a ratos sofocante espacio.
De vuelta del encore, Modeselektor fue subiéndose en mitades al escenario. Mientras Bronsert se encontraba solo a la derecha del escenario, tocando la tecla ambient por un par de minutos, Zsary se le une para agregar ritmos y construir más capaz siempre en un espectro minimalista. Cuando Apparat se les suma, es evidente porqué la etiqueta de súper grupo, lo más novedoso de Berlín resumido en tres hombres frente a sus instrumentos en forma de circuitos, botones y varios cables.
El jugueteo previo del artista que conoce el potencial de sus canciones ocurre con “BadKingdom”. Un sonido parecido al que hace un elefante coquetea con el público un par de veces antes de que la pantalla se encienda y muestre el video oficial de la canción, mientras la gente baila al ritmo de un himno que a esa altura del show caía la duda si sonaría. La canción es la más esperada dentro del setlist, y se nota cuando el coro suena y es secundado por el público como si se tratara de un concierto de pop.
El show acaba con un Apparat despidiéndose y agradeciendo en una mezcla de alemán-inglés-español, la misma que usó es momentos esporádicos del concierto y que puso fin a casi dos horas de show casi sin intervalos y absolutamente memorable. A las dos de la mañana se podía concluir que Moderat es un show para ver y escuchar, con una puesta en escena como muestra de un profesionalismo pulido y experiencia de años como maestros de ceremonias. Moderat encontró en el pop un lugar donde se siente cómodo y que le queda como anillo al dedo.
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