Había sido un día extenuante. Los que llegaron a ver a Planeta No, que tocó a la 1 de la tarde, tuvieron que esperar casi 12 horas para ver el nombre principal: los franceses Phoenix. Temperaturas altísimas dieron paso a un viento incontrolable, pero al final terminó en una placentera noche primaveral. Esa noche fue la que los recibió por cuarta vez en Chile.
Una vez más vienen en promoción de un nuevo disco, Ti Amo, lanzado en junio y que es producto de su enamoramiento de Italia. Un disco que continúa la racha de trabajos exitosos desde el monumental Wolfang Amadeus Phoenix del 2010. Demuestran una vez más su capacidad para crear un indie pop complejo y masivo a la vez.
Un show de Phoenix es una seguidilla de excelentes canciones. A lo largo de sus casi 20 años de carrera se las han ingeniado para tener shows cada vez mejores, más completos y donde ninguna canción parece sobrar.
Enumerar sus canciones sería nombrar temas que parecen himnos de la escena indie de un gran tiempo a esta parte. Lisztomania, Lasso, If I Ever Feel Better, Trying to be Cool, y nuevas armas al arsenal, como Ti Amo, J-boy, Tuttifrutti. Los suyos son shows que ya están más que pulidos. La performance de la banda y la voz de Thomas Mars se encuentran en perfecta forma, así como un efectivo espectáculo de luces y visuales aportan originalidad al mismo tiempo que demuestra su experiencia.
1901 cerraría lo que a esa altura parece un show perfecto y sin sorpresas. La banda parecía estar lista para retirarse, pero Thomas Mars decide repentinamente bajar al público y subirse sobre él, acompañado de un su micrófono rojo que se extendía casi eternamente mientras avanzaba empujado por las manos de sus fanáticos. Todo esto pasaba mientras el resto de la banda hacía sonar sobre el escenario una versión instrumental de Ti Amo.
Mars surfea sobre el público por casi cinco minutos, antes de caer de pie en medio de los cientos que están eufóricos con su intervención. La banda decide subir la intensidad de la canción y Mars salta como uno más del público. Es un momento de total sincronía entre el artista y su público. No es la primera vez que lo hace en el marco de la gira de Ti Amo, pero sí se siente como una instancia única, tan para él y notoriamente para sus fans.
Finalmente, vuelve a subirse sobre las cabezas y manos de la gente y avanzar de vuelta al escenario, donde lo recibe un guardia de una forma casi infantil. Agarra banderas y cintillos, se los pone encima antes ponerse sobre el borde del escenario e incitar con las manos a una reacción enérgica a lo que se venía: un nuevo coro de Ti Amo, pero ahora con miles de pedazos de papel volando sobre el Espacio Broadway como momento de éxtasis final para un extenso día que tuvo de todo. Pop, rock lisérgico, leyendas del indie de distintas generaciones, electrónica y un tributo excepcional a David Bowie.
