El amor por el flamenco llegó a Rosalía apenas entrando a la adolescencia. Ocurrió mientras asistía a un parkineo en Madrid, una de esas fiestas improvisadas que se hacen en parques o estacionamientos donde el único sistema de sonido es el de un auto con volumen alto y las puertas abiertas.
Ahí fue aplacada por un lamento que nunca había escuchado antes. La voz de Camarón de la Isla, sonando desde los altavoces de algún vehículo, la conmovió hasta la médula y desde ahí el resto es historia. “Fue como un flechazo. Me apasionó tanto que empecé a escuchar a Camarón en casa y a buscar más cosas de flamenco. Luego me di cuenta de su complejidad y quise empezar a estudiarlo.“
El flamenco nunca había formado parte de su crianza, es más, en su casa en Cataluña era más probable escuchar la radio sintonizando una emisora con sonidos del otro lado del mundo que con cantaores o cantaoras. Su identidad flamenca, dice, fue desarrollándose a medida que estudiaba lo más clásico del catálogo del género, grabaciones antiguas que registraron en la calidad que se podía a nombres como La Niña de los Peines, del Niño de la Huerta, del Gloria. “Me gusta ver lo bonito de la imperfección.Yo reivindico la emoción como lo principal, lo primario”
En esa búsqueda de identidad, llegó a oídos de Raül Refree, guitarrista y productor que ya había trabajado con otras cantaoras modernas. El timing y la química no pudieron ser mejores entre ambos, y la idea de trabajar en un proyecto ambicioso no tardó en calar hondo.
Así surgió “Los Ángeles” un disco que le habla a la muerte en un flamenco que le dio los títulos a Rosalía como la embajadora del género para una nueva generación. Fandangos, seguiriyas, alegrías, fandanguillos, tangos, tarantas y malagueñas, la saeta y hasta palos, milonga o la guajira conjugan este verdadero homenaje a la tradición flamenca.
Al mismo tiempo que el disco era alabado por la crítica, Rosalía se llenaba de colaboraciones en otros estilos más relacionados con la estética de su perfil de Instagram: el de la música urbana, con uñas extravagantes y ropa de marca. “Antes de morirme” – ahí está la muerte de nuevo – Rosalía brilla en un diálogo de despecho con otro nombre que también coquetea con los sonidos de otra parte de España, C. Tangana – El Madrileño-. Esta vez, en un reggetón suave en el que vierte su sensualidad y emoción.
Muchos pensaron que el flamenco sería el terreno en que La Rosalía se quedaría para siempre, homenajeando a la tradición por sobre todas las cosas. Por eso a muchos les molestó escuchar esas palmas sincopadas, guitarras golpeadas y ese canto particular del flamenco en un contexto más urbano con Malamente, el primer vistazo de una Rosalía decidida a buscar su propio camino.
Rosalía presentará su MOTOMAMI World Tour el próximo 28 de agosto en el Movistar Arena. Entradas vía Puntoticket.