Slowthai se instaló con un éxito inmediato. Luego de su álbum debut del 2019, “Nothing Great About Britain”, todos querían otra probada de su genio. Colaboraciones por montón y un aumento exponencial de hype.
Hasta el momento, el joven inglés ha cruzado un corto e intenso camino, con inmensos contrastes. Pues, independiente de su tenaz explosividad, también se ha visto involucrado en escándalos, como el generado por su controvertido actuar en los NME Awards del 2020. Le sigue su agitado camino hacia la entrega de su nuevo LP; mucho más íntimo que su debut, donde con una emocionante autocrítica, exhibe sus perversos demonios y fracasos.
Ahora, antes de abordar su nuevo LP, es necesario hacer una pequeña parada en su historia.
Nacido en Inglaterra, Tyron Kaymone Frampton comenzó su carrera de forma independiente a través de Soundcloud, en donde un buen recibimiento lo llevó a firmar con Bone Soda, con quienes hizo debutar algunos de sus primeros hits como “T N Biscuits”. Luego de ese escalón, se cambió al sello Method Records, que publicó su primer LP. Acto seguido, todas las miradas comenzaron a dirigirse hacia él.
En este debut conocimos tanto su lado agresivo como al Tyron íntimo, con un visceral sonido categorizado como grime-punk, en el que cabalgan sus explosivas letras. El resto es historia: se convirtió rápidamente en uno de los nombres importantes de la escena rap internacional, sumando también colaboraciones con Tyler, The Creator, BROCKHAMPTON, Flume, y Gorillaz.
Entendiendo esto es que se hace posible sentir el peso de “TYRON”, su más reciente entrega.
Slowthai regresa a los tópicos más personales que introdujo en las líricas de su primer Larga Duración, donde nos hablaba de su lugar en la sociedad, la familia y en la música. La agresividad con la que se narra su álbum primogénito, contagia también a gran parte de “TYRON”. Sin embargo este último abre un espacio hasta ahora inexplorado por slowthai, con una mitad completa destinada a sonidos más lentos y melancólicos.
Esto es lo que más caracteriza al LP: una primera fracción de pura rabia cruda, con los nombres de las pistas estilizados en mayúsculas; mientras que los nombres de la segunda mitad están escritos en minúsculas, siendo reflejo de la suave melancolía con la que se tiñe el álbum.
La primera sección de siete tracks es la que trae a los bangers. La intro, “45 SMOKE”, no tiene escrúpulos al presentar sus provocadoras intenciones, dejando el camino abierto para que “CANCELLED” y “MAZZA” destellen como las mejores piezas de esta fracción. Esta última (en colaboración con A$AP Rocky) nos muestra la parte autodestructiva del rapero inglés, apoderándose del slang “mazzaleen” –que se refiere a “loco” o “locura”– para hablarnos de su relación con la depresión y el uso de drogas.
En tanto, “CANCELLED” es un track que surge por la exposición de slowthai ante la “cancel culture”, apuntando a los tras su participación en los NME Awards del 2020. Ahora, todo lo acontecido en esta primera fracción se ve quebrado por la séptima pista, “PLAY WITH FIRE”. En esta cambia abruptamente a un tiempo más lento, donde aborda los mismos tópicos de las canciones anteriores, pero ahora bajo un lente que nos permite ver sus heridas. La emotiva reflexión que aquí se narra es respecto a las consecuencias negativas que ha acarreado su éxito: los problemas emocionales del mismo, que ocurren en paralelo a sus aspiraciones, que crecen para poder ser la mejor versión de sí mismo.
Al revisar las letras de las mismas, es lógico ver que la siguiente pista sea “i tried”. El lamento de todo lo que Tyron intentó, y no logró, adquirir o conseguir. Es un golpe de realidad con el que el artista se abre personalmente, siendo la introducción a la segunda mitad del LP.
A continuación “focus” y “terms” expanden un registro similar, en donde las colaboraciones ayudan a conseguir el resultado idóneo para cada pista. La primera, con Kenny Beats y Mount Kimbie, se desenvuelve en una melodía que parece remitir a un lamento pasado: veloz, suave y melancólica, sosteniendo lamentables historias, como la del encarcelamiento de su hermano. Continúa “terms”, en colaboración con Dominic Fike y Denzel Curry, donde explora nuevamente las condiciones que, de forma implícita, se deben adoptar al conseguir la fama.
El final propone varios sabores, aunque es principalmente de baladas y resolución. En “push” nos enteramos de la enorme sinergia entre Deb Never y slowthai, quienes ensamblan uno de los capítulos más bellos en sus respectivas discografías.
Esa nota se mantiene, sosteniendola por última vez en “feel away”. James Blake y Mount Kimbie son en primera instancia los que configuran la intención del tema, erigiendo un suave y emotivo cimiento por el que slowthai deja fluir su voz. A esta altura del álbum estamos sesgados por la belleza, y “adhd” nos vuelve a despertar: un último repaso a la biografía de Tyron, quien no solo nos cuenta de su experiencia con el déficit atencional, sino con la constante lucha entre su familia y este síndrome.
Sacude el último lapso con una lamentable ira, que se funde suavemente en el melancólico recorrido de la segunda fracción de “TYRON”.
Lo que slowthai propone no es algo nuevo, pero sí es una perspectiva única: su propia vida, su propia historia. Con esta entrega expande sus registros a nuevas posibilidades, pues no solo le envuelve el furioso ímpetu con el que consiguió su fama, sino que deja ver su lado más vulnerable en un interesante recorrido sonoro.
Un álbum personal, que describe emociones con brillante tenacidad. Cantos de auxilio y resolución, fundidos en un intenso y dinámico recorrido.