El primero de tantos shows que serían re-agendados sería de los últimos en presentarse en un escenario en Lollapalooza. Los estadounidenses estaban preparados para presentarse durante el día sábado, mas no así sus instrumentos. En el ajetreo del momento se optó por mover a los músicos a un escenario alternativo y en un horario alternativo. Y así mientras un inexistente Liam Gallagher terminaba de presentarse y una cautivante Lana Del Rey comenzaba a encender sus motores, un quinteto del rock más psicodélico e independiente surgía desde la penumbra para poner las cosas en su lugar.
“Hot Thoughts” era el álbum de turno. Un conjunto de temas salvajes y cínicos plagados de ardientes acordes y salvajes ritmos. El noveno componente de una discografía que se remonta a mediados de los noventa, pero que se mantiene potente y actual. Esa fue la excusa para que Spoon se estuviera presentando en nuestras tierras, luego de haber tocado piso en 2015 con “They Want My Soul”. Ahora en un contexto menos personal y más ácido, con cuerdas en mano nada podía detenerlos de arrasar.
“Do I Have to Talk You Into It” fue la encarga de abrir entre humo y una diversa paleta de colores. El líder Britt Daniel irradiaba pasión sobre la escena, moviéndose frenéticamente junto a un público cautivado ante sus pasos. Este sería solo el primero de los tres cortes que se desprenderían de su último álbum. Más adelante “Hot Thoughts” y “Can I Sit Next to You” seguirían esta línea, embelleciendo la noche de un ácido indie rock.
La lista de canciones estaría equilibrada en la época tardía de la banda. Recorriendo además “Gimme Fiction”, “They Want My Soul” y en menor medida “Ga Ga Ga Ga Ga”. A pesar de lo corto del tiempo total que se le dio al grupo, esto supieron aprovecharlo al máximo, estrujando cada gota de música de las guitarras, bajos y teclados, cosa de acomodarse bajo el manto de estruendosos golpes de platillos.
El constante uso de efectos entre la instrumentalización dio en un entorno psicodélico en que ni la batería se salvó de distorsionarse de un momento a otro. De vez en cuando la desgarradora voz del líder se sumaría a suaves punteos para formar deliciosas pistas de baile. El adicto ritmo de las líneas de bajo dio la mejor cara del rock bailable que la banda sabe entregar. Y esto paralelo a controladas combinaciones de bombo y caja tuvieron a los espectadores en repetidos movimientos de pies sobre el arenoso suelo.
Ya al cerrar con “The Rent I Pay” parecía difícil creer que el show ya estuviera terminando. La noche se había hecho corta, y no se veía con intenciones de terminar. El listado de canciones se movió fluidamente por el contenido rango de géneros sobre los que la agrupación trabajada. Una serie de desoladores acordes, combinaciones de guitarras y teclados ambientales. Todos unidos para despertar interés en los desconocidos y aumentar la pasión en los fanáticos.
Aún con todas las circunstancias en contra, el quinteto se presentó para dar un ácido show nocturno ante un público devoto y sediento. Quizás en un futuro haga falta otra presentación de la banda, más completa y más salvaje. Pero lo que se vivió en el festival no fue para nada un premio de consuelo, sino más bien una banda usando el contexto a su favor y elevando su ritmo ante la brillante luz de la luna. Un espectáculo psicodélico que no se pudo haber vivido a las cuatro de la tarde.
Setlist:
- Do I Have to Talk You Into It
- Inside Out
- I Turn My Camera On
- Hot Thoughts
- The Beast and Dragon, Adored
- Do You
- Can I Sit Next to You
- My Mathematical Mind
- The Underdog
- Rent I Pay