Entre máscaras y poleras con estampado de esqueletos debutó el dueto que da forma a Twenty One Pilots en nuestro país. Más allá de la pinta, bien a la moda que atrae –quizá más que la misma música-, la forma de mezclar géneros actuales hacen de esta banda un buen condimento para un festival como Lollapalooza.
En cuanto a cantidad de público, no tienen nada que envidiar a ningún cabecilla de festival, al contrario; antes de la hora estipulada para que comience el show, la fanaticada ya estaba instalada en el VTR Stage. No sucedió en lo absoluto ese efecto de goteo de gente, esta ya se encontraba en frente del escenario esperando pacientemente.
De un momento a otro se supo que esto sería un espectáculo coreado y gritado de inicio a fin, no hubo momento para callarse ni mucho menos dejar de moverse, eso es lo que hace Twenty One Pilots, sus mezclas lo hacen de un género hasta ahora indefinido, denominador común entre las bandas emergentes y con gran proyección. “Stressed Out”, con esta el parque se unió en un solo esqueleto al dueto que tenían en frente, una sola voz para cantar y corear.
Sólo dos personas sobre el escenario, pero más de dos instrumentos. Tyler Joseph no es solo voz, sino que también agarra el bajo de vez en cuando, al igual que el charango. Con “We don´t believe what’s on TV” lo anterior queda evidenciado. Fuera el traje de esqueleto y dentro una camisa floreada para agarrar el charango y hacer más ameno el desarrollo de la música. Se cerciora en perfecto español si es que el público está bien, para dar paso a “Lane boy”, acá dejan reflejado todo el carisma que pueda existir en ellos, al parecer el gusto por tener las caras tapadas es inminente, vamos con la camisa sobre la cabeza mientras el baterista Josh Dun lanza algunas de sus baquetas rojas al viento. Un juego de humo intercalado sobre el escenario y un toque de electrónica hicieron de la canción y el ambiente en el público ideal para inyectarse de euforia. Ya el espectáculo a mitad de camino no dejaba nada que desear.
Retomemos algo del párrafo anterior: las máscaras, al parecer sus seguidores tampoco se abstienen de eso. Es con esto que el momento cancha no se hizo esperar, tres fanáticos sobre los hombros de sus pares se encontraban con distintas mascaras, que juzguen ustedes si es que tenían un fin o una relación con la banda; una de caballo, una de Darth Vader y una muy singular con la cara de un perro pug.
“Ride”, antes de comenzar esta canción, el público (en su mayoría mujeres) gritaba a los cuatro vientos “mijito rico”, este era un tema que era mejor obviar pero como transcurrió en un par de intervalos entre canción y canción, se le debe tomar atención y acotar lo siguiente: se presta para pensar si la popularidad es debido a su música o más bien a que el dueto son un gran ejemplo de vestimenta popular entre los jóvenes, sobre todo del público (limitado) que asiste a los festivales de Lollapalooza. Pero de todos modos es innegable el talento que tienen los chicos de Ohio.
Grandes momentos dejó el debut de Twenty One Pilots, uno de ellos fue cuando parte del staff se encargo de subir una set completo de batería sobre el público para que después de estar nivelada, el baterista se logrará subir y dar un final increíble a Ride. Otro momento, fue para Tear in My Heart, cuando un fanático, envuelto en locura logro subir al escenario, en dirección al vocalista que se encontraba en su piano pulcro y con base de madera exterior, para mala fortuna del fan no logró su cometido, ya que más de tres guardias fueron necesarios para bajarlo de escenario o más bien llevárselo detrás de escena.
Las máscaras vienen y van, para “Car Radio” eran de ladrones de película del siglo pasado, bien hacen la analogía con robar, pero con robarse el escenario y dirá el transcurso de la tarde si es que también lo hacen con la jornada, ya que la puesta en escena, la música, el público y sobre todo el éxtasis que dejan estos multiplicadores, hacen de este show algo memorable.
“Trees” fue el tema final, cuando se pensaba que ya nada podía superar a lo presenciado, de la nada se ven dos tambores, cada uno sobre los lados que son la división entre los públicos de un escenario, el dueto estaba instalado para dar un cierre espectacular. Es que así fue, sólo un esqueleto, una sola columna vertebral sostenía a estos dos chicos, que se preparaban entre el juego de humos sobre el escenario y una baqueta en sus manos para dar las percusiones finales. Una imagen espectacular.
Finalmente, entre ovación, gritos y llantos, subieron al escenario con una bandera chilena sobre la mano del vocalista, hicieron una reverencia y simplemente se despidieron, dejando la adrenalina por sobre los aires.