El día en que anunciaron los grupos que estarían conformando la edición de 2019 de Lollapalooza, como siempre, la furia de quienes nunca encuentran un ápice de conformidad no esperó en hacerse notar. Y de todas las críticas, una de las más masivas fue: ¿Por qué Twenty One Pilots es cabeza de cartel? Al lado de un astro del hip hop internacional como Kendrick Lamar, y un acto consolidado en éxito y grandeza como Arctic Monkeys, el duo estadounidense parecía caminar en pantalones que les quedaban demasiado grandes.
Con una sólida discografía de cinco álbumes, se tiende a recordar al grupo solo por su última cola de producciones: “Blurryface” (2015) y “Trench” (2018). Con un éxito impactante bajo el manto de su cuarto álbum de estudio, no se ganaron el apoyo absoluto de la prensa hasta su demoledor quinto trabajo. No obstante, no parecía ser suficiente. No parecía abrir el portafolio que justificara ponerlos arriba de nombres como Sam Smith y Lenny Kravitz. Pero eso es lo lindo de las apariencias, nos engañan.
Con bajo y baquetas en manos, dos muchachos enmascarados ingresaron en el escenario. Deseosos de poder. Hambrientos de juventud. Los primeros punteos de la demoledora “Jumpsuit” emergen de los parlantes, y con una deliciosa distorsión brillan en un explosivo sonido de puro y sádico rock pesado. Aún cuando el grupo combine constantemente elementos de la cultura hip-hop en su música, no han podido sacudirse las influencias más iracundas de su espalda. Y con tantas dudas sobre qué es y qué no es rock, esta es una buena clase sobre como abrir una presentación con la más pura agresividad posible.
Sacando de su manga un magnífico quinto LP, desprendieron diversas canciones con las cuales hipnotizaron a un público sediento de energía. El ecléctico corte de rap “Levitate”, la suave melodía reggae de “Nico and the Niners”, la adictiva e hipnótica “Chlorine”. El duo hacía sentir que cada armonía que desprendían en escena era un éxito absoluto. Bastaban las primeras notas de cada melodía para que el público entendiera exactamente qué era lo que iba a escuchar. Un juego del que los espectadores fueron casi tan importantes como los interpretas.
La innegable química del duo exprimió cada gota de sudor que corría por sus rostros. En un virtuosismo innegable, el baterista Josh Dun no perdió instante es demostrar su magnético poder sobre las baquetas. Ya fuera con deliciosos solos de baterías, como en redobles extendidos sobre cortes ya establecidos. A su par, bailando sobre el escenario como si de un deporte se tratara, Tyler Joseph intercambiaba micrófonos por cuerdas de bajos, por teclas de piano, por la madera de un ukelele. Bajando y subiendo del escenario. Abrazando y saludando a sus seguidores. Irradiando completo carisma desde cada fibra de su ser.
Movimientos iban y venían. Un impactante “Stressed Out”, llameante en dulces gritos y flameante psicología. El día anterior el líder del grupo le había dedicado el tema “We Don’t Believe What’s On TV” a su esposa, desde el otro lado de la cordillera. Pero aún sin esa presentación, elevaron una tonelada de decibeles. Pesados como piedras, cayendo desde el más profundo amor de todos los presentes. En casi todos sus canciones se detendrían para dejar a su público respirar y luego volver de golpe. Aún cuando en instantes la fórmula se hiciera evidente, nadie podrá decir que ellos no la han perfeccionado.
En “My Blood” el duo mantuvo a sus seguidores desgarrando sus pulmones frente a un estribillo que resuena: “No tienes por qué correr, quédate conmigo, mi sangre”. Sangre de fanáticos que darían la vida por las almas que se encuentran sobre el escenario. Un salto de fe sobre el que la recompensa es casi tan grande como el camino hacia ella. Es común la creencia de que la música que apela a adolescentes es inferior a aquella que es más madura. Pero si algo quedo sobre los cimientos del escenario el sábado por la noche, es que la sangre joven brilla con calidez y frenesí.
Luces, humo, niebla, cada truco del libro. Twenty One Pilots orquestraron un espectáculo con tal sincronización, que bien no me sorprendería que cada instante hubiera esta cronometrado. El ahora es de los jóvenes que vibran de amor por la música. Sangre joven que fluye por los suelos de estos festivales, hirviendo entre fuego, lágrimas y rabia. Angustia total, complementada con líderes virtuosos, amigables y energéticos. No solo se ganaron el derecho a jugar en el patio de los grandes, dieron vuelta la sola concepción de qué es lo que significa jugar.
Lista de canciones:
- Jumpsuit
- Levitate
- Heathens
- We Don’t Believe What’s on TV
- Lane Boy
- Nico and the Niners
- Holding on to You
- Ride
- Stressed Out
- My Blood
- Cut My Lip
- Crowd Control
- Morph
- Car Radio
- Josh Drum Battle
- Chlorine
- Trees