“En este caso, los hechos son menos verdaderos que la ficción. (…) No preciso decir que lo que voy a describir no tiene existencia: Oxbridge es una invención, Fernham también, «yo» no es más que un símbolo cómodo para alguien que no existe realmente. De mis labios fluirán mentiras, pero tal vez se mezclará con ellas alguna verdad; a ustedes les toca buscar esta verdad y resolver si vale la pena guardarla.”
Así se atreve a comenzar “Un Cuarto Propio” la artista Virginia Woolf, contándonos de antemano el poder la ficción que ella nos presenta a través de este pequeño pero increíblemente potente ensayo extendido. Publicado en 1929, este texto nace de dos conferencias que realiza la autora en institutos para mujeres de la Universidad de Cambridge. “Un Cuarto Propio” como ensayo y acontecimiento, es un importante texto feminista, que se destaca por su argumento a favor de un espacio tanto literal como figurativo para las escritoras dentro de una tradición literaria dominada por los hombres. Este es el manifiesto de Virginia Woolf que se antepone al patriarcado artístico.
Hay cuatro puntos relevantes para esta narrativa feminista en la escritura de Virginia Woolf, detallados por la Dr. Deborah Longworth: las condiciones sociales y económicas necesarias para que las mujeres escriban; los problemas en la tradición de la escritura femenina, o más bien, la falta de tradición; el concepto del lenguaje femenino, articulando la voz de la mujer y sus valores; y por último, el ideal de una estética andrógina en la escritura, desprendiéndose de las ideas del sexo del autor.
Normalmente cuando se habla de la ficción y la mujer, Woolf reflexiona, se habla de las mujeres y cómo son, la ficción de pluma femenina o sobre las narrativas ficticias sobre mujeres escritas por hombres. La idea del texto entonces, es abordar este problema desde las tres aristas enfocándose en el lenguaje femenino como eje, dándonos a entender también, la forma en que idealmente debería narrarse: desde un género neutral o inexistente. Así, el problema del lenguaje femenino, hasta 1929 arguye Woolf, está sún sin resolver y sería en el siglo XX que las autoras femeninas estaban escribiendo con la certeza, confianza y libertad de su propia identidad como escritoras mujeres.
Lo particularmente interesante de este texto es, sin duda, la habilidad de Woolf para tejer una complicada -y a la vez amena- trama de ficción y realidad. A partir de esta premisa, la autora utiliza una narradora ficticia que visita una Universidad -¿coincidencia?- para realizar una serie de lecturas feministas que rondan en rol de la mujer en el arte. Con estas directrices nos entramos en una narrativa que cuestionará fuertemente cómo el hombre intenta borrar la existencia intimidante de las artistas mujeres, en cualquiera de las ramas del Arte.
Para aquello Woolf nos habla de dos sexos: el adinerado y el empobrecido. “¿Por qué un sexo era tan adinerado y tan pobre el otro? ¿Qué influencia ejerce la pobreza sobre la literatura? ¿Qué condiciones requiere la creación de obras de arte?”. La alusión es simple pero por eso menos importante; Woolf habla de lo femenino como algo que ha sido forzadamente relegado a las sombras, mujeres que no pueden ni ser dueñas de su dinero sino subyugadas al rol que cumplen sus padres y luego sus maridos. En este sentido, la autora ficticia -y al mismo tiempo Virginia– nos proponen que para que una mujer pueda escribir es necesario que cuente con dinero constante y un cuarto propio para desarrollar la disciplina.

Aunque ella misma denomina esta tesis un poco cegada, se atreve a contarnos a lo largo de las 100 páginas de este manifiesto, la historia de las escritoras que cimientan el camino para Woolf como artista. Desde Jane Austen hasta Charlotte Brönte, desde Emily Brönte hasta George Eliot, vemos cómo Woolf reinterpreta sus contextos para entender el por qué de sus narraciones. Vemos cómo estas artistas, que preceden a Virginia casi por un siglo, también ejercieron la disciplina literaria desde las sombras, ya se escondiendo su vocación y manuscritos o adoptando sobrenombres masculinos -las hermanas Brönte adoptaron los nombres de Currer, Ellis y Acton Bell.
“Para un patriarca que debe conquistar y gobernar, la importancia enorme de sentir que muchísima gente —medio género humano en verdad— es por naturaleza inferior a él. Currer Bell, George Eliot, George Sand, víctimas todas de discordia interior como sus escritos lo prueban, quisieron ineficazmente velarse bajo un nombre viril.”
“Un Cuarto Propio” es un meta de la ficción literaria sin duda alguna: una narradora nos habla sobre la condición de la ficción literaria femenina, pero lo hace deconstruyendo un mundo patriarcal con más ficción. Este texto reúne reflexiones desde la perspectiva de un personaje ficticio y auto-consciente, como si fuera un estudio de personaje y a la vez una tesis sobre la ficción femenina. Aquí Woolf reflexiona no sólo sobre las mujeres como entidad disminuida, sino también sobre cómo los hombres ficcionan a las mujeres en sus novelas, y cómo las relaciones sexo-afectivas entre mujeres no habían sido abiertas en la literatura. Así mismo levanta observaciones sobre el género y la sexualidad desde un lente propiamente queer.
“Un Cuarto Propio” es un texto feminista potente, que reflexiona sobre la identidad de la artista mujer y cómo la opresión todavía prevalece debido a la intimidación que éstas imponen: la prosa potente con narraciones complejas e intrépidas de Jane Austen, la intimidad de una Jane Eyre escrita por Charlotte Brönte o la experiencia social que es Middlemarch de George Eliot (aka Mary Anne Evans). “Un Cuarto Propio” ve a las mujeres desde una perspectiva artística femenina y logra deslumbrar desde un relato personal y ficcionado, pero no por eso menos real, una verdad oculta en la literatura dominada y editada por hombres.
«Señor, una mujer compositora es como un perro caminando sobre sus patas traseras. No lo hace bien, pero es sorprendente que lo haga.» Woolf nos invita a reflexionar sobre a inexistencia, o más bien censura de la mujer, tanto en a historia como en la ficción siendo la mujer, marginalizada de su propia experiencia.
“¿Qué es verdad y qué ilusión?” nos pregunta reiteradamente Woolf mientras nos atrapa en su prosa feminista y reflexiva. ¿Qué es verdad y qué es ilusión cuando nos habla Virginia Woolf? pregunto yo. “Los hechos son menos verdaderos que la ficción” responde ella ávidamente mientras rasgamos su prosa intensa e interior, a la vez que nos da la responsabilidad como mujeres artistas de escribir con la identidad de la autoría femenina (o disidente) que nos corresponde. Así, Woolf nos incentiva, como mujeres y disidencias, a escribir una nueva historia y tradición literaria. “Un Cuarto Propio” es un manifiesto eterno y atemporal.
