“‘Avant gardene’ fue su primer éxito. Una canción de estilo psicodélica, que cuenta una historia real de un incidente de jardinería, que acaba en experiencia casi mortal: el deseo de que crezcan rábanos en el jardín de su casa, da paso a dificultades para respirar, un ataque de pánico y un viaje en ambulancia con enfermeros”, la descripción en Wikipedia de cómo Courtney Barnett logró el suceso mundial obliga a tomar respiro. Letras innovadoras y un canto inexpresivo es lo que define a la guitarrista. Una vez más Australia se posicionaba como la capital musical de esta década.
Para coronar lo recientemente dicho, la voz tras “Depreston” se hizo con el gran premio de Música de Australia a principios de mes, junto con unos 25 mil dólares americanos. “Sometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit” se impuso a Dan Kelly, Dick Diver, Gold Class, Jess Ribeiro, Methyl Ethel, My Disco, Royal Headache, Sarah Blasko, y Tame Impala.
Y eso no es todo. Esta semana la Australian Performing Rights Association (APRA) la eligió como la mejor compositora del año, un galardón que los últimos tres años ha ido a parar en las manos de Sia.”Muy honrada del premio de APRA. y de haberlo recibido de una de mis heroínas: Adalita”, dijo en Twitter Barnett . Otros ganadores de la noche fueron Tame Impala (Let it Happen, por Mejor Canción), Sia, y Birds of Tokyo.
Pero este no es el único halago que ha recibido Barnett ; medios como Rolling Stone, Pitchfork y NME se han rendido a sus pies, apuntándola como una de las nuevas voces de la generación. “Rock con carácter a través de canciones que conforman todo un catálogo que, por momentos, recuerda a Patti Smith y, en otros, a Lucinda Williams. Para los que no hayan oído de ella, apunten este nombre: Courtney Barnett. Y escuchen el disco. Hallarán una voz que atraviesa con verdadera fuerza. Dificil quedarse indiferente ante canciones tan potentes”, aplaudió en su momento el Diario El País.
Courtney Barnett se define a sí misma como una compositora nata desde su infancia. Cursó dos años la carrera de fotografía, pero insatisfecha la dejó para dedicarse de lleno a la música. Estuvo unos cuantos años por Melbourne tocando y cantando en grupo y sola, hasta que decidió sentarse a escribir sus primeras composiciones, siempre junto al leal pulso de su banda de apoyo “The Courtney Barnett’s“.