Presionamos “compartir” inmediatamente después de leer el titular que mencionaba las posibilidades que existían de realizar un festival -con cuatro tremendas bandas- en el histórico Estadio Nacional. Pero cuando esa ventana semiabierta se abrió por completa, los gritos de Steven Tyler y Axl Rose, las baladas románticas glam metaleras de JoeElliott o las melodías groovies, hippies y “woodstcockeras” de Roger Daltrey invadieron inmediatamente las mentes musicales de los devotos del rock.
Porque la despedida de Aerosmith en octubre de 2016 (Movistar Arena) fue una ilusión, una falacia. Porque creíamos que ver nuevamente a GunsN´ Roses –a tan solo un año de su última presentación en Chile- era imposible. Menos, quizás mucho menos, creíamos factible que nuestra generación – ¡“My Generation”!- iba a tener el placer de contar con la primera visita a Chile de The Who y de Def Leppard. Pero los astros se unieron, las constelaciones hicieron lo suyo y las lucas se movieron para que el 29 y 30 de septiembre, a días de haber terminado el zapateo de Fiestas Patrias, nos encontremos todos en el Pilucho del Nacional para “otra patita” de rock.
La definición de “lujo”-para muchos- se basa en cosas materiales o viajes a lugares recónditos del mundo. Pero no, su verdadero significado es contar con The Who en Chile. Ése es lujo. No quiero ponerme la camiseta por nadie, pero sin duda la visita de los ingleses es histórica en el país. The Who son considerados uno de los más influyentes en la historia del rock e, incluso, una de las bandas “más innovadoras y poderosas”. Pioneros en lo que es el “ópera rock”, tienen 11 álbumes de estudio, el primero de ellos grabado tres años después de su formación (1965) y el último lanzado hace más de 10 años (2006). Si bien la banda no mantiene su formación original, llega al país con hambre de nostalgia y recuerdos, posiblemente con ganas de encontrarse con un público similar al que tendría The Beatles, The Rolling Stones o Led Zeppelin.
“Whenyoumaaaaakelooove”… el inicio de esa voz ronca-metalera-romántica- hard rock melódica del frontmanJoeElliotty la silueta de su chasca a contraluz, nos trasladan al romanticismo ochentero de “Love Bites”, canción perteneciente al cuarto disco de Def Leppard -“Hysteria”- lanzado en 1987. Los compatriotas de TheWho, que también llegan por primera vez a Chile,fueron uno de los fundadores del British Wave of Heavy Metal (BWOHM), un movimiento que nació a finales de los setenta y que expiró durante la primera parte de los 80. El pensamiento underground se dedicó a reunir a jóvenes interesados en la música y disgustados con la falta de empleo y la desigualdad socio-económica de ese entonces. Durante el mismo período, Def Leppard fue considerada una de las bandas superventas del heavy metal, junto a otras de renombre como Metallica, quienes disfrutaban del éxito paralelamente.
Volvemos a caer en la nostalgia. Un público distanciado a los tiempos de Def Leppard festejó la noticia del arribo de los ingleses, porque nuevamente la música logra romper con barreras generacionales, y eso hace aún más atractivo el escenario. Quizás muchos de los que están leyendo esta nota estaban en vísperas de llegar al mundo (o no estaban ni cerca) para el apogeo de Elliott y compañía. Mucho menos para el de The Who. Más aún, geográficamente seguimos muy alejados de la cuna de movimientos como BWOHM. Pero el gran giro que disminuye esas brechas generacionales y que ayuda en unir diferentes edades con diferentes estilos de música, es la tecnología. Bendito internet. Preciadas plataformas.
Parece genial que la despedida de Aerosmith haya sido un bluf. Es de esas bandas que de produce cosquillas en la guata cuando se escucha el primer acorde, el primer grito o se apaga la primera luz. Qué cliché suena, pero es cierto. Además que es admirable cómo Steven Tyler, con 69 años, grita con una potencia vocal que de virgen tiene bien poco. Cada encuentro con Aerosmith es también viajar hacia atrás. Son momentos, guiños que evocan recuerdos de juventud, de primeros amores o, en mí caso, de los primeros videos clips que vi en Vía X y que grababa en VHS cuando aún existía el canal Wurlitzer (“¡Música que tú programas!”, canal 99) de Metrópolis Intercom (caída de carnet en 3, 2 …). Ahí encontraba demasiado cuático que Liv Tyler y Alicia Silverstone se “sacaran la ropa” y “bailaran sexy” una con otra en “Crazy”. Juego de niñas.
No hizo falta que nos pidieran paciencia para una próxima presentación, pues William Bruce Rose –más conocido como Axl Rose- vuelve junto a Guns para vivir un reencuentro con Santiago, nuestra Paradise City, a casi un año de su última visita. Si la presentación del año pasado fue un emotivo reencuentro entre Axl y Slash (luego de más de 20 años distanciados), entonces no sé qué se podría esperar para la de este 2017. Mientras no existan dos horas de retraso, se suban borrachos y muera una joven como ocurrió alguna vez, sin duda volverá a ser un encuentro inolvidable. Lo cierto es que Guns N’ Roses tiene el mismo fenómeno de Aerosmith. Las camisas escocesas, las botas de vaquero y para qué vamos a hablar de los pañuelos en la cabeza. Pelo largo, pantalones anchos, todo nos lleva a los 80/90. Fanáticos y no, todo el mundo se sabe al menos cuatro canciones de Guns N’ Roses. Podría no gustarte su tipo de música o lo estrafalario que es (o era) su vocalista, pero sin duda tienes clarísimos los acordes de Patience, dedicaste November Rain o te las diste de rockero gritando Welcome to theJungle mientras empujabas al resto.
Cuatro bandas conforman un solo gran encuentro con recuerdos, juventudes, amores, anécdotas. Cuatro bandas de renombre que nos permiten agradecer estar vivos para verlos. Cuatro bandas que confirman, una vez más, que les queda rock para rato.
Por Carola Hidalgo.