Para muchos quizás, Föllakzoid no es un nombre familiar: nos hace pensar en miles de posibles significados desacertados, a menos que el space rock chileno sea de tus intereses. Efectivamente, dentro de la escena nacional nos encontramos con peculiaridades musicales que han llamado la atención de los aventureros en sonido, una de las desatacadas es Föllakzoid.
Trío originario de la ciudad de Santiago, que data del 2008; acumulan hasta la fecha 3 álbumes, habiendo lanzado su primer LP “Föllakzoid” en el 2009, “II” del 2013 y el más reciente “III“; podrían incluso adivinar ya el título de su próximo álbum. Ellos mismos se describen como un conjunto que proviene de la música andina como también contemporáneos musicales, con los que crean una rica y aún minimalista atmósfera. Un proyecto que cuenta con una seriedad y material de calidad, que claramente a través de su recorrido artístico han podido dar cuenta de su evolución de identidad musical peculiar.
“III” se compone de 4 piezas instrumentales y 4 canciones que superan los 9 minutos cada una, que llevan a la banda a una experimentación por sonidos más actuales y alegres en cierto sentido. Para esta ocasión la banda trabaja con nada menos que Uwe Schmidt (conocido como Atom TM) el cual interpreta las teclas en el álbum, una colaboración soñada y certera, bajo el sello neoyorkino Sacred Bones Records. Se continúan adentrando en su trance prolongado, que a nuestro parecer es aún más evidente si se presenta la oportunidad de presenciarlos en vivo, en donde la puesta en escena es crucial.
“Electric” es el tema a elección para comenzar, una suave y siniestra entrada in crescendo ligada a lo étnico, que ofrece una primera impresión a algo que podría ser un largometraje muy oscuro e hipnótico. Con esta apertura nos detendremos a mencionar la riqueza sonora de la cual hablaban ellos mismos en su auto-descripción, la cual genera atmósferas distintas y cohesivas, ligadas por la repetición obvia pero no así exhaustiva, extrayendo el minimalismo del Krautrock alemán. La ligereza con la que es tratada la guitarra se entraña con el sistemático ritmo que mantiene la batería motorik a través de todo el álbum, atenuando de manera ingeniosa el bajo y haciendo que el sintetizador se destaque con ese toque espacial y hasta industrial que sirve de unión gradual entre pasajes y entre los mismos temas.
Nos adentramos en el segundo cuarto del álbum llamado “Earth”, que le da un toque algo narcótico al LP y menos upbeat que el anterior tema. Con este segmento nos quedan dando vueltas el sentido y la utilización de las voces como ecos murmurantes, sobre todo en los últimos dos álbumes del conjunto, ya que al escasear lírica la atmósfera es aún más envolvente y cada vez que las armonías vocales se hacen presentes como un mero instrumento que se torna especial y marca segmentos cohesivos como un oleaje.
Le sigue “Piure”, que sirve de transición y una especie de descanso de lo tenso de la primera mitad de la obra, algo de cierta forma necesario y que exige la suavidad que la compone hasta cierto punto. Se vienen a la mente bandas como Flamingods, y países como la India, un toque netamente arábico y algo pasivo.
Cada vez encontramos detalles, mínimos y sobre analizados quizás, pero que avalan un gusto generalizado por el trío chileno. Dicho esto, nos movemos al tema elegido para la clausura, que debería ser gloriosa. “Feuerzeug”, algo más eléctrico que los demás, pero así menos intenso: una especie de evolución o mezcla de todo lo escuchado con anterioridad. Aquí es donde nuestra película ficticia, llega al clímax, de una forma degradada y sin apuro de ningún tipo. Ahí mismo es en donde el desenlace de cada canción y su desarrollo en sí es bastante importante, no es un longplay caracterizado por ser rápido de consumir. Nos referimos a que Föllakzoid, ataca de forma inconsciente, progresiva y efectiva por lo demás, va en contra de la rapidez e instantaneidad propia del siglo; irónicamente no así su carrea, ya que el Europa la recepción ha sido excelente, mucho más que en nuestro país de hecho.
Al comparar a esta obra con su antecesor, nos encontramos con algo más denso, que comienza con “II”, donde giran aún más en dirección al Krautrock, dejando un poco de lado el dejo stoner que posee el debut. Ahondaremos en la caracterización del género recién mencionado, y que impulsó al título de este mismo texto. Cuando hablamos de Krautrock, estamos hablando de un subgénero que nació específicamente en Alemania como una mezcla de rock y electrónica a fines de los sesenta, y que obtiene como resultados bandas como Neu!, Popol Vuh y Tangerine Dream por mencionar algunas. Éste por lo demás se destaca por su minimalismo musical, que se influencia de la música oriental y africana, así como el avant garde y el jazz, subgénero que muchos simplemente llaman experimental.
¿Por qué mencionamos la descripción anterior? Porque el Krautrock como hace mucho sentido con esta banda que de cierta forma hace resurgir esta esencia en un lugar como Chile, que le agrega aún más potencial como territorio, conectando las influencias del propio subgénero. Un álbum como éste proporciona una esencia que se sentía un tanto perdida acercando estos riffs “loopeados”, que con II ya experimentan de manera más sensata, ajustando su sonido/esencia, los cuales hacen que el álbum no te mantenga aburrido pero si atrapado en su ambientalidad. Por lo demás, cuando ambos álbumes se escuchan de corrido, genera un largo disco sugestivo. El inherente componente de trance de III “separan a la gente de sus mentes individuales” como menciona Domingo García-Huidobro – guitarrista y voces secundarias- , aspecto que parece intrínseco de la misma naturaleza del Krautrock. Los patrones rítmicos, los elementos ancestrales y futuristas nos mantienen en una suerte de realidad cósmica que te escudan del mundo, que hacen eco desde Chile, consagrándose de manera sugerente de con esta banda.