Si me dijeran hacer una lista de los 10 mejores debuts que han tenido las bandas a lo largo y ancho de la historia de la música, probablemente el primer álbum de la banda de Jacksonville, Lynyrd Skynyrd, estaría en esa lista. Un proyecto fundado a mediados de los 60, pero que este gran arranque histórico no llegaría entrada la siguiente década. Sin duda, uno de los grupos más alabados dentro del denominado rock sureño.
Técnicamente, fueron muy pocos los que pudieron superar uno de los proyectos con una calidad y un estilo incuestionable. Hasta 7 eran los músicos que componían la formación original que dio origen a dos de las obras más grandes que parió la década de los 70 como fueron sus primeros trabajos.
Hay un eterno dilema entre muchos de sus fieles seguidores a la hora de elegir el preferido entre esos dos primeros discos. Como tantos, considero este “Pronounced ‘Lĕh-‘Nérd ‘Skin-‘Nérd” como el verdadero de su vasta discografía, ya que la originalidad y el factor sorpresa habitan en él. Pero si hubiera que sacar más razones de peso para encumbrar un disco como este, no tenemos más que mirar el tracklist que contiene, sus mejores directos siempre viene comandados por los temas de este primer álbum.
Tres imponentes guitarristas (por aquellos tiempos casi que una verdadera exhibición) como eran el gran Allen Collins, el eterno Gary Rossington y Ed King, quién también compartía las funciones al bajo con Leon Wilkeson. Todo copado por la inolvidable voz de Ronnie Van Zant y un pedazo de batería como fue Bob Burns. El ambicioso proyecto de Florida no estuvo exento a la hora de cambios de formación que hubieran en la banda durante la segunda mitad de los 60 y que entre tantas idas y venidas, la formación original que compuso esta ópera prima de la banda, es la citada arriba.
El año 1973 quedaría marcado como una de las partes claves de la década musical que compuso los 70. “The Dark Side Of The Moon” de Pink Floyd, “Houses Of The Holy” de Led Zeppelin o “Quadrophenia” de The Who, catapultaban la escena musical dentro del viejo continente, mientras que al otro lado del Atlántico en esa península del sudeste estadounidense, Lynyrd Skynyrd le daba un nuevo énfasis al género rock de aquellos tiempos.
En aquel verano del 73, ese grupo de grandes músicos venidos de Jacksonville que dejaron sus estudios por creer que valían para aportar grandes momentos para la historia del rock. Esos, que ensayaban en el garaje de Ronnie Van Zant faltando a las clases porque su amor por la música lo superaba. Esos, que hasta llegar el nombre definitivo de la banda usaron, tiempo atrás, innumerables nombres diferentes para cada uno de sus conciertos. Esos mismos que tuvieron las agallas para telonear a los por aquel entonces The Allman Joys (The Allman Brothers) versionando sus propias canciones. Esos que fueron discriminados en su colegio por sus prendas y pelos largos. Esos que tenían un profesor puñetero llamado Leonard Skinner, decidieron cambiarle las vocales del nombre de este profesor por la “Y”, y crear algo que a la postre, sería legendario.
Lynyrd Skynyrd aportó aquellos sonidos del sur, inspirados en fuertes guitarreos que mecían la música de The Allman Brothers, combinado con un gran sentido del blues de la época y todas esas baladas e himnos que aportó un disco como “Pronounced ‘Lĕh-‘Nérd ‘Skin-‘Nérd” al movimiento sureño. Se podría decir que los Skynyrd supuso la descendencia tanto de The Allman Brothers como de Creedence Clearwater Revival. Una década como los 70, sea la que se atribuya al género del rock más definido y talentoso cuando la música empezaba a escribirse con letras de oro y el paso del tiempo siempre jugaría su favor.
Los riffs de guitarra country nos colocan al instante a las costumbres sureñas del estado norteamericano en la inicial “I Ain’t The One”. Una voz como la de Ronnie Van Zant, tan juguetona como contagiosa, marca el paso de un bajo que se encuentra en constante movimiento mientras los solos de los dos guitarristas hacen parecer un tema tan improvisado como ensayado. Ni mucho menos, es la canción más estelar del disco pero si es la que te mete de lleno en la dinámica que traerá el propio álbum. La bella “Tuesday’s Gone”, que tiempo más adelante sería versionada por varias bandas importantes, deja una de las partes más enigmáticas e inolvidables en la música de los Skynyrd. Simplemente es cerrar los ojos y dejarte llevar cantando sus coros. Con “Gimme Three Steps” o “Mississippi Kid” se levanta el espíritu más rocanrolero, canciones más adictivas que con el paso del tiempo, sobre todo en la primera, se convertirían en clásicos de sus directos.