“Jamás se dejó definir por la victimización, el dolor, el horror” cuenta Marcos Alvo, mientras habla sobre su reciente novela que relata la vida de su abuela Dezi. Son 80 años atrás en la narrativa mundial, pero aquello pareciera solo agudizar la relevancia de las historias individuales; hoy nos encontramos con líneas de memoria, con líneas de documentación histórica, un relato que pretende eternizar la existencia de Dezi Barsilai, una sobreviviente a la Segunda Guerra Mundial. En “Mi abuela estuvo en Auschwitz” Alvo actúa como el repositorio de recuerdos familiares, entregando 284 páginas en donde la resiliencia es la única arma efectiva.
Alvo, como nieto, sujeta una promesa imposible de negar: ser quien entregue en formato escrito aquello acontecido a su abuela. Dezi Barsilai entonces, se convierte es uno de los ejes más importantes cuando pensamos en esta reciente instalación narrativa, una novela histórica lanzada este 2020. Con este pequeño trozo de historia recorremos la infancia de Dezi por Grecia, la vemos crecer y ser conducida desde su hogar hasta las entrañas de la guerra, pero también la vemos con la posibilidad de forjar una familia y dejar un legado generacional.
Lo que nos ofrece Marcos Alvo es una narrativa que no pretende dejar a Dezi como una víctima, sino plasmar su vida en la escritura como forma de prolongar la existencia tanto de ella, como de su legado histórico. Para aquello, el autor nos va entregando la historia por pequeños fragmentos que rondan principalmente en tres momentos: Dezi y su vida en Grecia y posterior Auschwitz; Dezi y su llegada a Chile; y finalmente la entrevista televisiva del ’96.
Es interesante la estructura no lineal que propone el autor, ya que la historia la asimilamos por trozos que van armando el gran esquema narrativo. Justamente es esta forma de escritura la que nos va cautivando, jamás perdiendo la tensión emocional de esta novela. Pero es su pluma la que no logra convencer del todo como una novela sólida, cayendo muchas veces en clichés narrativos que se sienten innecesarios y nos desprenden de la conexión con nuestra heroína.
A pesar de aquella escritura que nos deja mucho que desear, no podemos negar la vehemencia y poder que nos entrega Dezi a través de su nieto; es importante recalcar también que el relato de su vida es conseguido a través de todo aquello que Dezi le contó a su familia, siendo de esta manera un suceso consanguíneo en donde cada uno de ellos es el legado que ella quiso dejar.
“La plegaria era el único lenguaje en común” recita Alvo cuando se refiere a la multiplicidad de idiomas que Dezi se encontraba en Auschwitz, entre las compañeras que se convierten en su mayor resistencia. Intentar resumir este viaje por la historia es difícil, y resulta más enriquecedor como lector entrar a esta narrativa sin mayores conocimientos argumentales, dejando que cada línea entregue esa confidencialidad.
Esta instalación narrativa es, otro relato de Auschwitz, pero no por ello menos emotiva y real. Es un relato cercano, chileno y que pretende poner a nuestros antepasados en el punto de enfoque. “Mi abuela estuvo en Auschwitz” es una memoria familiar que esconde dolor pero sobretodo un poder emocional; es una reconstrucción que pone a Dezi Barsilai como una eterna figura de resistencia.