A las 20:10 minutos, Steven Tyler pregunta por micrófono: “¿El público está listo para comenzar la fiesta?”. Como el rockstar que es, papel que se ha ganado desde los inicios, el vocalista de 68 años salió desde el público -¡dónde diablos estaba escondido!-, y subió al escenario desde la pasarela que lo conectaba aún más con los fans. Rockeros de corazón y las familias presentes compartían la misma polera propia del merchandising criollo, veían un recorrido musical que abarcó desde los clásicos hasta canciones donde la gente solo se dedicó a escuchar.
Pero los elogios no se los lleva solo Tyler. Joe Perry deslumbró con sus toques de guitarra, aunque pareciera ser que el complicado estado de salud por el que pasó dejó una que otra huella visible. A pesar de contar con más de un problema técnico – al punto de dejar la guitarra en el suelo (choreado, en buen chileno)-, Perry acompañó en cada tema a Tyler. No solo “musicalmente hablando”: tanto el guitarrista como el vocalista se dedicaron a actuar en el escenario. Hartoscoros juntos; harto paseo por los costados del escenario; harta escena para el recuerdo donde ambos demostraban que los años de carrera han formado una tremenda dupla de amigos.
“Love in an elevator”, “Livin on the edge”, “Crying”, “I don’t want to miss a thing”, “Jaded”, “Rag doll”, “Dude looks like a lady” y “Walk this way” fueron solo parte del repertorio de clásicos con los que Aerosmith reventóel recinto. Incluso “Crazy”, el tema legendario que a todos hace recordar el auto descapotable en que Liv Tyler y Alicia Silverstone paseaban buscando aventurillas, fue parte del listado de canciones, a diferencia del encuentro que tuvieron con Chile el 2010 donde, una vez retirados del escenario, el público comenzó a cantarla para traer de regreso a Tyler y escucharla de su propio vozarrón….¡misión cumplida!. Hasta un recuerdo a The Beatles hubo casi al terminar su primera parte del show, al tocar el cover de “Come Together”.
A eso de las 22:00 horas, el vocalista de 68 años junto a Perry, Kramer y Hamilton hicieron su primera despedida del escenario, sabiendo que volverían por un poco más de espectáculo. Las luces no se prendían y la instalación de un piano de cola blanco en la punta de la pasarela que se extendía por el público, daba indicios de que “Dream On” sería la próxima tonada a disfrutar. Y así fue. Los acordes sonaron solo con el vocalista en el escenario, para que de a poco el resto de la banda se integrara. Joe Perry, siempre acompañando a Tyler en su obra teatral, se subió a la cola del piano para guitarrear como solo él sabe, dando una postal para el recuerdo.
Para despedirse, Aerosmith escogió una canción que, probablemente, reflejó el sentimiento de todos los que estuvieron presentes en el Movistar Arena: “Sweet Emotion”, la dulce emoción de haber visto a “los malos de Boston” con la misma vitalidad, energía y esencia de siempre, como si los años no pasaran en ellos. Steven Tyler, con sus looks excéntricos, vistiendo pantalones pata elefante, con harto brillo y animal print con lentes de sol en las dos primeras canciones y sus clásicos pañuelos colgando del micrófono, marcó presencia en un escenario que no necesitaba de mayor parafernalia. Solo en el piso decía “Aerosmith”. La producción, claramente, fueron ellos mismos.
Parte de esta postal es que la banda y, principalmente Tyler, tuvieron cercanía con la gente. Siempre con ganas de interactuar, a pesar del escaso español. Corriendo de una esquina a otra, dejando a los fans cantar, recibiendo la bandera chilena y distintos gorros que no titubeó en vestir. Posó para todos los celulares, saludaba a la cámara que lo grabó durante todo el concierto; estiraba su mano para alcanzar la del público, hizo reír, hizo gritar, hizo cantar hasta las 22:10 horas.
Una despedida que tuvo destellos de cotillón, humo por doquier y psicodelia de luces. Aerosmith se despidió uno por uno, llevándose el aplauso colectivo pero también individual. Una vez más, vino a Chile con todo, dejando en claro que los años no son obstáculos cuando el rock duro y puro se lleva en la sangre.
[ilightbox id=”13″][/ilightbox]
Por Carola Hidalgo.