El sol azotaba inclemente al público que estaba frente al Ballantine’s Stage a las casi cinco de la tarde. Esperaban ver un dúo que se hizo famoso por mezclar el pop con el house y que explotó el 2013: un año increíble para la música que apelaba a la masividad, pero que salía de artistas que buscaban refrescar su sonido y sin grandes sellos detrás.
AlunaGeroge, compuesto por Aluna Francis y George Reid, venían por segunda vez a Chile. En esta ocasión, las cosas fueron muy distintas.
En el escenario esperaba una laptop sobre una mesa y nada más. Se podía pensar que sería el lugar en el que George Reid administraría las perillas y haría sonar la música de fondo y que Aluna Francis estaría al frente. Pero sólo fue ella quien subió al escenario, Reid nunca lo hizo y posiblemente siga sin hacerlo en los próximos shows, sólo fue ella y un par de bailarinas que la apoyó por gran parte de la hora que duró su presentación.
Reid parece decidido a estar en un segundo plano y dedicarse a producir antes que girar junto a su compañera de banda y promocionar las canciones que crea. Sin embargo, eso le da la oportunida a Francis de convertirse en lo que parece quiere ser: una estrella que brilla con luz propia.
AlunaGeorge ya se acostumbró a los escenarios gigantescos. En este último par de años ha girado con SIA y Coldplay, teniendo que enfrentarse a 70 mil personas cada noche, pero con un potente arsenal de canciones.
Esta vez, y después de meses de no tocar en vivo, Aluna Francis es la absoluta protagonista. Ella está a cargo de pinchar la canciones y más en una la canta detrás de su laptop rosado. Hay ocasiones en que deja reproduciendo la canción y actúa libremente en el escenario, interactúa con sus bailarinas y las incita a seguir sus pasos.
Se metió mano a canciones donde ella colabora y que han servido para empujar su carrera. White Noise con Disclosure y To Û del proyecto de Diplo y Skrillex fueron de los puntos más coreados. La primera en un formato distinto a la original, pero igual de efectiva, mientras que la última apeló al gancho del EDM para hacer bailar.
A diferencia de sus últimas presentaciones, a Aluna Francis no la acompaña una banda de soporte- donde frecuentemente aparecían un baterista y tecladista-, pero sí mantiene a su par de bailarinas que se alternan y aparecen juntas intermitente durante la hora que dura el show. Ambas son capaces de apelar al sentido del espectáculo y realizar coreografías que cautivan, recibiendo aplausos cada vez que sus pasos de baile los merecen.
Es díficil quitarse la impresión de que este pudo haber sido una mejor presentación. Aluna Francis fue capaz de salir airosa de un díficil desafío – mantener un espectáculo casi sola-, pero al mismo tiempo desperdicio la oportunidad de conectar mejor con el público cantando temas importantes de su catálogo que dejó de lado, en vez de realizar covers innecesarios o pinchar sin razón alguna “American Boy”, de la británica Estelle junto a Kanye West. Se desaprovechó el potencial que su dos muy buenos discos tienen, lo que pudo haber puesto a este show de lleno entre lo mejor del festival.