Un Bar Loreto ruidoso recibió anoche al ahora quinteto Psychic Ills, velada que nos deja huellas de la marcada presencia escénica y un estimulante repertorio que nos hicieron recordar la esencia desértica que tanto añoramos. Ésta escapada terrenal tuvo la singularidad de ser la primera fecha de su segunda visita, donde nos ofrecen su última producción “Inner Journey Out” en lo que fue un íntimo y sugerente show.
Dieron las 23.10 y las cortinas se deslizaron para dejarnos ver otra dimensión del “desert psych”, masculina y a la vez sensible. El comienzo estuvo a cargo del “Inner Journey Out”, con “Baby”; el recinto se veía sumergido en incienso que habían puesto en el sintetizador, elemento que le daba un aura casi cósmica a los que se posicionaron en primeras filas. “Baby” entonces nos aporta desde el principio esos destellos country nostálgicos comenzando el viaje desértico por el cual nos llevaron. “Another Change” le sucedió, momento en cual podíamos comenzar a sentir la esencia de la banda, en una elección también reciente, pero que logró asentar la atmósfera. Aquí podemos ya atisbar señales de acople, no poco usuales en el local, lo cual Tres intentaba batallar señalando la disminución del micrófono, mas no dejó que esta particularidad arruinara este dulce pasaje. En la misma sintonía entonces nos deleitan con “Mixed Up Mind”, una tendencia suave que ve contrastada con el esperado hito de la noche “See You There”.
“See you There” extraído del “One Track Mind” elevó a un ambiente más denso, acercándonos a ese clima hipnótico con la intro decidida de Hart. A la altura de este suceso, y luego de otro repasos como “Rah Wah Wah” y “I Don’t Mind”, nos proporcionan “Depot”, intensificando con jams “heavy” y sutilezas psych que identifican su penúltimo LP, intentando la pérdida de sus receptores en la exploración más dura. Fueron finalmente 13 acercamientos, divididos por un encore luego de “All Alone”, en el que “Mind Daze se destacó firmemente. Éste tema del “Hazed Dream” posee brillos tanto de The Doors como de Brian Jonestown Masscre, en una jugada ingeniosa por los pasajes suaves que equilibran el psych entregado durante este acontecimiento.
Los neoyorkinos en el hito de anoche, logran deslumbrar una vez más con un itinerario que como ya mencionamos, estuvo marcado por sus dos últimos lanzamientos, ambos coherentes entre sí y que nos determinan una tendencia de la banda a construir una especie de refugio temporal en cual nos sumergimos sin mayor resistencia. El desborde de sensualidad de Elizabeth Hart, sumado a la suavidad con la que se deslizaba por el bajo, nos recuerdan a una especie de Paz Lechantin neoyorkina merecedora de escenarios.
La instancia sí tuvo sus bajas de ánimo, se batalló fallidamente el acople auditivo, lo que pareciera ser un nivel de volumen que superaba los emisores de audio del recinto; a pesar de aquello, la audiencia se mantuvo firme en el deleite recepcionando eficazmente los destellos retrospectivos de una escapada hacia lo abstracto. Una vivencia en cámara lenta de un viaje de ruta por carreteras desérticas, con guitarras que parecieran derretirse e indicios de espejismos a través de la esencia insinuante. Un acontecer que nos deja con la impresión de que la banda ha alcanzado la brecha entre estructuración y trance, en un itinerario un tanto reducido pero lo bastante cercano que nos sumerge en lo estático de su atmósfera.