La escena británica sigue exportando varios de los actos más interesantes de los últimos años, especialmente cuando se mira hacia los recurrentes del Windmill de Brixton. Primero fue el turno de black midi en el 2019, quienes con “Schlagenheim” –su álbum debut– presentaron un sonido tan fresco que casi parecía inventar un nuevo género. En este boom se acopla Black Country, New Road, quienes surgen del mismo nicho y aportan otra nota inédita en la panorámica musical actual. “For the first time” propone un sonido quebrado, un paisaje distinto en cada canción; spoken word de míseras experiencias y lúgubre regocijo.
A saber, Black Country, New Road no es un acto nuevo, y el trajín viene desde hace ya algunos años años. Seis de sus siete integrantes actuales pertenecían al conjunto Nervous Conditions, formado el 2017, el cual lanzó sólo un LP llamado “Untitled”. Luego de disolverse, motivo de las acusaciones de agresiones sexuales en contra de Connor Browne, formaron Black Country, New Road, conjunto que se compone por Isaac Wood (voz y guitarra), Tyler Hyde (bajo), Lewis Evans (saxofón), Georgia Ellery (violín), May Kershaw (teclado), Charlie Wayne (batería) y Luke Mark (guitarra).
¿Pero qué propone BCNR? Con solo seis canciones en su álbum debut, ya se han hecho de varias etiquetas. Entre ser catalogados como pieza clave del nuevo post-punk que lideran Idles y Fontaines D.C., o como el mismo Isac Wood hace referencia en Science Fair, vendrían a ser los sucesores de Slint.
Independiente del género o influencia con los que se les relacione, BCNR es un acto que llega a refrescar oxidados sonidos, sin pretensiones de ser más de lo que realmente son: una banda de amigos. Lewis Evans, en entrevista con The Guardian, habla respecto a cómo la comunicación ha permitido crear la interesante mixtura de sonidos que contiene “For the first time”: “la música para algunos compositores es como su bebé, pero ese nunca ha sido nuestro ethos. Cambiamos canciones todo el tiempo, y la habilidad de dejar ir es realmente importante en una banda de siete personas. No quieres ser dictatorial. Hay otras seis voces que son increíblemente brillantes, así que ¿cuál es el punto de ignorarlas? Solo empeora la música. Si solamente yo me encargara, nuestra música sería mierda”.
Todas estas voces se hacen oír en “For the first time”, pues todas las canciones representan escenas disímiles en las que colindan diversos imaginarios. Nos da la bienvenida “Instrumental”, que abre con una batería upbeat y una persistente línea de bajo. A medida que se acopla el resto de los instrumentos se completa la introducción: un track a lo Tortoise, que muestra una falsa mueca sonriente mientras se cuela su verdadera sustancia, inevitablemente perversa. Posteriormente “Athens, France” muestra la cara más indie del conjunto, o al menos así se siente su riff de desinteresadas guitarras. Aquí se escucha por primera vez en el álbum la voz de Isaac Wood, quien con profunda amargura cuenta un relato surreal de sus más complejos lamentos.
“Science Fair” es otro hito, en absoluto distinto a las canciones anteriores. El spoken word de Isaac Wood cuenta una extraña historia situada en una feria de ciencias, donde el protagonista se descubre a sí mismo en una embarazosa situación que le lleva a alejarse totalmente de su entorno. Caos de principio a fin, que en un constante crescendo finaliza con una enorme ola de explosión instrumental.
A continuación, “Sunglasses” se presenta en principio como un breve momento de calma, con un inicio sencillo y contemplativo. El track de casi diez minutos de duración pasa por varias etapas, explorando a un protagonista que se cuestiona el consumo de los medios de masa, y la posición que el mismo tiene frente a una audiencia que parece cuestionarle: “I’m more than adequate, leave my daddy’s job out of this”. La instrumentalización permanece fresca y poderosa, sirviendo también como canal para todas las crudas emociones vertidas por medio de las líricas.
Ya en el tramo final, “Track X” narra una desconectada y surreal historia; nos quedamos, entonces, con el ánimo de la misma, donde se oye nuevamente una progresión de lamentos y arrepentimientos. A pesar de esto, su sonido es el de una placentera melancolía, convirtiéndose en el momento de paz del álbum, donde la sección instrumental baja el tiempo luego de la infernal intensidad de “Science Fair” y “Sunglasses”. Para cerrar llega “Opus”, que opera en todas las direcciones posibles: fiesta, ira, amargura y alegría. Es la nota final de un LP inconexo, el que logra apoderarse de este atributo para entregar uno de los momentos más intensos en lo que va del año.
Insistencia y placer en la búsqueda de Thanatos, como constante recordatorio de la pulsión de muerte.
Black Country, New Road promete ser otro emblema de su generación, entre actos que parecen estar destinados a constituir una nueva escena de sonidos disruptivos. Lo que se urde en Brixton es un trabajo colaborativo, con el ejemplo notable de la relación que BCNR tiene con black midi: son referenciados directamente en “Track X”, además de concebir entre ambos el acto colaborativo Black Midi, New Road, con el que improvisan dentro del Windmill. A esto se suma el trabajo de sellos independientes como el de Speedy Wunderground, quienes han reclutado tanto a las bandas recién mencionadas, como a nuevos actos que prometen continuar esta senda innovadora de sabor post-punk: casos como el de Squid, quienes con sus singles ya nos dejan ansiosos para el próximo 7 de mayo, fecha en que lanzarán LP debut “Bright Green Field”.
“For the first time” es un ingenioso, inquieto y siniestro álbum, con un tenaz comentario del auto-desprecio y la perspectiva del yo frente al mundo. Paisajes que invitan a reflexiones de un tono dulce y agraz, pensando en la belleza de la intimidad y el caos inherente a la existencia. Con la posibilidad de señalar lo evidente, lo nombrado se constituye en códigos sonoros. Campo en el que BCNR parece no estar del todo interesado: su música no se limita por etiquetas, constituyéndose por una identidad de géneros polifacéticos, a la vez que son ninguno.
Un cautivante paisaje cargado de energía; de plenitud e ira, y la infinita gama de posibilidades que ofrece el clamor.