“1960-1989 tres décadas de canto social y político en Chile”, al hablar de canto social entre esos años lo más probable es que se recuerde a unos cuantos iconos de nuestra historia musical como Violeta Parra, Víctor Jara, Sol y Lluvia, Illapu, Los Jaivas, Quilapayún, entre algunos otros, pero en realidad la cantidad de artistas dentro de este contexto es variado, va más allá de los anteriormente nombrados y fueron quizás, tan buenos como los acá presentes. ¿Qué pasó entonces que esas voces no se escuchan tanto como aquellas o porque aquellas se escuchan tanto? La respuesta y significado puede ser fácilmente deducible por los años en los que torna el libro de Marisol García (ediciones B), pero el inmortalizado de hojas tiene un vasto contenido de artistas e historias por recordar.
Perenne libro que se debiera consumir con lentitud debido a la gran cantidad de datos, recuerdos e información que contiene, no es necesario seguir los números de las hojas para avanzar, perfectamente se puede leer el capítulo último para luego seguir en el capítulo primero, lo que sí es necesario leerlo a cabalidad. Pareciera, además, que no se cae en subjetivismos innecesario a la hora de escribir un libro político – porque de eso trata la canción social – el trato de la información y la forma de exponerlo es tan clara con su imparcialidad al momento de trazar los párrafos de una parte de la historia musical de Chile, pero hay momentos identificables en donde se podría caer en interpretaciones como la poca visión de la sociedad que tenían los amantes del rock anglosajón, esas bandas que nacieron a punta de covers e imitaciones sonoras y visuales, pero nada más allá de eso.
La autora retrata su canción valiente también como canción comprometida, “(…), protesta, política, contingente, social, de texto, consciente, no alienada, tópica, de propuesta. Al servicio de un proceso, de una revolución, de un cambio, del pacifismo, del humanismo. Escrita para ser cantada por el obrero, el trabajador, el revolucionario, la feminista, el pueblo. Contra el consumo, el poder, el statu quo.” De ahí en adelante se les abren la puerta a los capítulos, un trazo cronológico de cómo avanzaron los movimientos musicales por la década del 60’ y los 80’. Cómo los artistas a puño y letra comenzaron su lírica, para hacerla canción, y cómo esa canción se unió como nunca antes en la historia de Chile y se convirtió en una herramienta para apoyar a movimientos políticos. En consecuencia, de lo ya sabido a estas alturas, da paso a como esos mismos artistas presenciaban y vivían un asesinato, un exilio, una pena desde la lejanía, el dolor, la angustia, y la esperanza de un regreso.
El pop, el punk y el hip – hop son las terminaciones finales de este paso por los recuerdos, mucho se podría seguir escribiendo ahora de los sucesos de la década del 90’ o bien de los nuevos exponentes nacientes en el 00’, pero era de necesidad inmortalizar y sellar la historia musical de esas tres décadas de canto social y político, porque la historia se olvida en mentes frágiles y sobretodo en mentes que hoy en día ya no escuchan las canciones de su país, en donde los gustos están globalizados pero no bien calibrados para que la afinación, y en consecuencia calidad, sea la misma que se escuchó en aquellos tiempos, y cuando se habla de calidad no se habla de remasterizar – por nombrar algo –, se habla de escribir, interpretar, componer y sellar tus canciones con exposiciones de digna escucha, el canto político para muchos artistas es necesario para evidenciar las realidades que no todos ven, y las que hoy en día no todos los artistas quieren ver. Canción Valiente debería ser leída en forma de enseñanza, en forma de cultura (ojalá que variados músicos nacionales lo lean), ya que después de leerlo, no se abunda en conocimiento pero sí se deja pecar de ignorancia.