Uno de los principales encantos que tiene un festival es conocer la baraja de atractivos y desconocidos artistas que éste puede dar; en Lollapalooza eso pasó y en más de un caso.
Quizá la mayor crítica que se le puede hacer al festival fue la línea media del cartel hacia abajo por lo repetido e incluso desproporcionado en comparación a años anteriores. Tal caso no corrió para Chet Faker, que a más de alguno le cerró la boca.
A eso de las 17:15 hrs del pasado día domingo salió a escena Nicholas Murphy, alias Chet Faker, junto a los músicos que componen su banda. Con una puesta en escena bastante innovadora e interesante, el australiano logró cautivar al no tan númeroso público interesado en escuchar su repertorio, uno que sin duda formó parte de las sorpresas de Lolla.
Promocionando su disco debut Built on Glass, Murphy supo manejar las emociones durante su hora de presentación en el Acer Stage, interpretando a la perfección e incluso proyectando sentimientos que lograron masificarse por todo el lugar.
Uno de los puntos a destacar de su show fue la sutileza que le otorgó al ambiente, todo gracias a esa cautivante electrónica mezclada a un pop suave por la que el músico ya se caracteriza, haciendo mover hasta al más rockero que por esas horas escapaba del extenuante calor.
Chet Faker fue uno de los números más llamativos del evento. Cumplió con la expectativa y maravilló a más de un atónito expectante que no dudó en gozar con la fineza que entregaba al interpretar su música.