Como en la carátula de Terra Incógnita, segundos antes del concierto el escenario del Teatro Oriente fue eléctricamente azul, con los diseños de Patricio González estampados en cuatro telas blancas que caían desde el centro, y la música de Congreso creciendo primero desde un tintineo metálico y sutil, y luego como una marcha incesante y andina.
Sergio ‘Tilo’ González (compositor y baterista), Francisco ‘Pancho’ Sazo (textos y voz), Hugo Pirovich (flautas y percusión), Jaime Atenas (saxos), Sebastián Almarza (piano y teclados), Raúl Aliaga (marimba y percusión étnica) y Federico Faure (bajo y contrabajo) se propusieron tocar en vivo y a 41 años del debut “Terra Incógnita”, el disco que en 1975 publicó EMI bajo el sello London en los inicios de la dictadura chilena, uno que resultaba inofensivo para el régimen imperante al no verbalizar revueltas ni propaganda política, pero que destila hasta hoy cierta melancolía explícita y tangible, dolorosa y pensativa: ausente de su entorno inmediato a través de un viaje en música por el continente completo.
El orden del setlist fue aleatorio, y la cita una excusa para presentar una edición de lujo en vinilo, grabada en base al máster original (análogo, no digital) del álbum.
Al inicio tribal y acompasado se sumó una sorpresa mayúscula: la irrupción de Fernando González, guitarrista fundador y pieza clave de Congreso, responsable de la distorsión y los tonos psicodélicos de Terra Incógnita. Con González allí, el grupo mutó y abordó las piezas abiertamente caleidoscópicas del álbum, como “En el río perdí los ojos” o “Donde estarás”, canciones que se ubicaron a los extremos del setlist y entre las cuales también se colaron momentos silenciosos, emotivos, como en el clásico “Vuelta y Vuelta”, cuando Tilo González tomó la guitarra y entre arpegios obligó a los asistentes a secarse las lágrimas; o el quiebre de voz de Sazo en “Canción de la Verónica”, sobre un coro que fue un susurro colectivo y doloroso.
“Los maldadosos, “Tus ojitos”, “Juego”, “Quenita y violín”, “El torito”, “Canción de boda” se escucharon vigentes, explosivas y contestarías no a un régimen militar, pero sí a la vida cotidiana, que 41 años después se vuelve soportable con Congreso vigente.
El show fue dividido en dos partes: una dedicada a “Terra Incógnita” y otra que entremezcló nuevas canciones y clásicos de la banda. Las relativamente recientes “Y sus ojos no me dejan de mirar” y “Con los ojos en la calle” compartieron espacio con temas de matriz poética como “Farewell” y “Tuve un sueño mamá”, pero también con material inédito como “Premio de Consuelo” o “La canción que te debía” (título que le dará nombre a su inminente nuevo álbum); dos composiciones celebradas con fervor por un público transversal y adulto que conectó con la nueva búsqueda artística y tendió un puente entre la tierra Incógnita y la que falta por descubrir.