Para nadie es sorpresa que la lucha por una vida digna se transforma en una pelea cotidiana e incansable que trasciende espacios y contextos, y en este marco, la salud pública chilena se transforma en una de las trincheras que pone en evidencia las profundas desigualdades estructurales y sistémicas que experimentamos como pueblo, las cuales en estos últimos meses de revuelta social, se han viralizado diversas consignas que ponen en tela de juicio al sistema de salud pública, como por ejemplo «Más salud pública, menos milicos», «No lucho contra el cáncer, lucho para pagar la quimio», «hay plata para matar, no para sanar», entre otras tantas.
Sin embargo, con la llegada del virus más «influencer» del último tiempo, COVID-19, estas consignas emplazadoras, ya no son sólo la experiencia de personas externas, hoy son consignas que nos afectan y nos representan a todas, todos y todes. La rápida propagación y contagio de este virus puso en jaque a toda la comunidad médica chilena, logrando que en dos semanas, el sistema público de salud consumiera casi la totalidad de los insumos que tenían para el tratamiento de enfermedades propias de la temporada invernal, y por si esto fuera poco, la tasa de población contagiada por este virus se duplica cada tres días, lo cual nos permite vislumbrar que lo peor está por venir.
Según un estudio de percepción sobre desigualdades y conductas en la salud chilena, concluyen que en Chile existen desigualdades en salud asociadas a la clase social de la población. Las personas pertenecientes a las clases sociales más privilegiadas, como los empresarios y los gerentes expertos, presentan un mejor estado de salud autopercibido, menos comportamientos perjudiciales para la salud y más comportamientos saludables. Mientras que por el contrario, la población de clase trabajadora — principalmente los informales — y los supervisores básicos manifiestan tener una peor salud y estilos de vida menos saludables. En este sentido, es posible abstraer que la estratificación social es una variable inmanente en la salud chilena, puesto que la concepción de ciudadanos de primera y segunda clase, nos obliga a concebir la vida desde paradigmas completamente opuestos, y en marcos estrictos: a nosotros los pobres nos educan bajo la concepción holística de la simple «mano de obra», no tenemos conocimientos ni formación concreta sobre el cuidado, solo sabemos y nos ocupamos de «parar la olla a fin de mes», es decir, actuar de forma reactiva frente a la necesidad y vulnerabilidad.
Es por esta razón que las enfermedades, y en el caso más contingente como las pandemias evidencian y visibilizan la profunda violencia que existe para con la sociedad en marcos de salud pública, puesto que los recursos que se le inyectan por parte de organismos estatales a los centros de salud son los mínimos, por lo cual la injusticia social mata a muchas personas, a su vez, la nefasta combinación entre malas políticas y deficientes arreglos económicos es responsable en gran medida de que la mayoría de la población del planeta no goce del grado de buena salud que sería biológicamente posible. Es por esta razón que este virus «influencer» no es el problema central, ni la discusión que debiésemos tener en este momento, sino que este famosisímo COVID-19 nos invita a replantearnos nuevamente el terrorismo de Estado que existe por medio de los sistemas y centros de salud pública.
De este modo, la responsabilidad de cuidado colectivo, también es una forma de autocuidado, y por ende, la información sobre esta nueva pandemia es nuestra única solución a un problema que, si bien es médico, no ataca a las personas por igual. Este virus no es únicamente una mutación genética que nos tiene a todos temerarios de un posible contagio, sino que es una una muestra fehaciente que la lucha es colectiva, el cuidado es una acción política, y el «no acaparamiento» es resistencia frente a un sistema económico y político empresarial, y la unidad es nuestra principal arma frente a un Estado que propicia los espacios públicos de salud como otro contexto de mercantilización de la vida.
Si quieres conocer la real información hasta ahora te recomendamos ver la página de la Organización Mundial de Salud.
Canciones para lavarse las manos y prevenir esta pandemia que ya parece una maldición griega
Lavarse las manos frecuentemente con jabón o un desinfectante a base de alcohol por más de 20 segundos es una de las medidas sanitarias más difundidas por diversos organismos de salud, es por esto que seleccionamos un par de coros de canciones que puedes cantar mientras te lavas las manos.
Canciones para lavarse las manos
Cuatro canciones con coros de 20 segundos (o más) ideales para lavarte las manos. ¿Conoces otra?
Posted by CanchaGeneral on Saturday, March 21, 2020
O esta versión de Rancagua, post 18O, una maravilla
Además, toma en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Cubrirse con pañuelo desechable o con el antebrazo, ¡nunca con la mano!, la nariz y la boca al estornudar o toser.
- Mantener una distancia mínima de 1 metro con cualquier persona que tosa o estornude.
- Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca.
- No compartir bombilla, vaso o cubiertos con otras personas.
- Evitar saludar con la mano o dar besos (Abortar el saludo de beso para toda la vida chiquis)
- Permanecer en casa si no se encuentra bien. Si tiene fiebre, tos y dificultad para respirar, busque atención médica en casos más graves.
¿A qué síntomas debo estar alerta para no quedar como exagerade?
- Fiebre sobre 38° grados
- Tos
- Dificultad respiratoria (a diferencia de un resfriado)
- Dolor de garganta
- Dolores musculares
Pero ojo, los síntomas se presentan leves y aumentan de forma gradual. Es por esta razón que, si es que se identifica esta sintomatología es recomendable optar por el aislamiento domiciliario voluntario y llamar al siguiente número 600 360 7777. En caso de que existan sospechas reales sobre la afección de este virus y/o la fiebre sea persistente por más de dos días, es recomendable acudir al centro de salud más cercano procurando que el traslado sea de la forma mas aislada posible, con mascarilla y guantes, puesto que si la enfermedad no se trata a tiempo, estos síntomas pueden agravarse.
Por todo lo que conlleva el virus, es de suma importancia que nos cuidemos entre todas, todos y todes. Es de conocimiento público que hoy la población de riesgo son las, los, les ancianes, y toda la población con enfermedades crónicas. En este sentido el cuidado es una responsabilidad colectiva, y la cuarentena también es una forma de resistencia frente a un sistema de salud que no da abasto. Si podemos quedarnos en la casa, hagámoslo, si no podemos, compartamos nuestros insumos de limpieza para que otro que no pueda quedase en casa, pueda cuidarse también.
El cuidado de la población y el autocuidado también es lucha de clase, si yo no me expongo, evito contagiar a otro, o ¿todavía creen que el adulto mayor que va a morir es el que se atiende en clínica?. Cuidemos a las, los, les pacientes que no van a encontrar insumos en el hospital, no van a tener camillas, ni respirador mecánico, ni nada. No olvidemos que las enfermedades evidencian la profundidad de las desigualdades sociales.
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