La noción de ser un “burdo americano, viviendo en una nación dominada por los medios” fue el concepto que marcó un antes y después en Green Day. Corría el año 2004 cuando editaron dicho single y consecuente álbum. Una canción que más allá de posicionarlos en lo lo más alto de las listas mundiales, sirvió como un manifiesto de lo que sentían y cómo abordarían su música de ahí en más. El ‘punk de fin de semana’ colgaba su chaqueta para asumir una labor más social-crítica, estableciendo un lenguaje donde las cuerdas eran megáfono, baterías banderas de lucha y letras la revolución misma.
Un concepto que se plasmó en 21st Century Breakdown y la triolgía ¡Uno!, ¡Dos!, ¡Tré!. desarrollando aún más su ideal consciente bajo una tibia recepción; el grupo cambió sus bases, de chicas en remeras ajustadas gritando desaforadamente por sus largos cabellos, se adentraron en un nicho donde lo intelectual juega un rol clave, sin bullicio y cifras abrumadoras en lo comercial, pero con un análisis detallado de lo que ofrecían y representaba. No obstante, la cresta de la ola se rompía súbitamente en 2012: Billie Joe Armstrong perecía una vez más a causa de las drogas, siendo forzado a adentrarse en un silencioso y extenso proceso de rehabilitación.
Apariciones esporádicas, incluida su inducción al Salón de la Fama del Rock y estrenos navideños, fue la tónica durante varios años del grupo. Un paradigma que cambiaría súbitamente en 2016: anunciaron la edición de Revolution Radio, décimo largaduración a su haber y que narraría cómo la sociedad norteamericana se ha superado en su propia autodestrucción.
Desde su primer día el álbum ocasionó una expectación global: era la sinergia de los dos Green Day más populares; aquél noventero con melosos sonidos enérgicos que tanto coqueteaban con el punk rock californiano, y el más social, con incesantes mensajes políticos y autocrítica a lo que significaba ser un músico sobre los 40 años. Su edición ya se materilizó y se perfila como el registro más pulcro en más de una década de los oriundos de Oakland.
“No quiero estar donde el futuro y las promesas no son lo que solían ser”, canta Billie Joe Armstrong en los primeros segundos del disco. Línea que se repiten analógicamente a lo largo de sus doce composiciones. También oportunidad para que el propio Armstrong se confiese: “Crecí y estoy medicado”, “Mi nombre es Billie y me estoy volviendo loco… Me siento a solas con mis pensamientos y oraciones, gritando mis recuerdos”, son algunos de los testimonios que se pueden escuchar.
Un escupitajo al morbo también. Revolution Radio sintetiza el sentir de cómo en un mismo espacio pueden convivir actos terroristas, con videos musicales y discursos xenófobos. Lenguaje pop en sinergia con punk rock en todo momento. Puedes escuchar el álbum en este enlace (Spotify).
El trabajo que pasó por la minuciosa lupa de Rob Cavallo, eterno productor del conjunto: “Déjeme decirle, que son simplemente fantásticos. Él está absolutamente en la parte superior de su performance. Los fans pueden estar seguros de que cuando regresen, la música será increíble”, afirmó a fines de 2015.