El nombre: Ziggy Stardust. El lugar: el espacio exterior apocalíptico. El álbum conceptual que extralimita las preconcepciones que hasta el momento se mantenían del joven Bowie, un álbum que logra estallar la figura andrógena de un alien salvador en una Tierra agotada. El caos y el glitter encuentran el vínculo divino, la ciencia ficción, la teatralidad, lo enigmático y andrógeno congenian en uno de los cultos del desaparecido David Bowie, hoy repasamos el álbum que cuenta 45 años en la Tierra: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars.
1972 y el duque se integraba el 6 de Junio con su quinta producción bajo su nombre, manteniendo una sólida racha de lanzamientos desde 1967 con su debut homónimo. Grabado entre el 9 de Septiembre de 1971 y el 18 de Enero de 1972, el Ziggy Stardust en casi cuarenta minutos nos propone un viaje extraterrenal, una realidad proyectada, un presente paralelo que pone como eje principal a éste alien rockstar, más allá de un alter ego, el cual sabemos muere el 3 de Julio del 73.
Enigmático y andrógeno, con un duro poder y cargado de una innegable energía sexual, Ziggy Stardust como personaje nace desde un Bowie que intentaba ocupar un lugar en la música desde hace ya 10 años, y que por lo demás poseía una obsesiva fijación con los viajes espaciales y ciencia ficción. Cuenta la leyenda del Starman que Ziggy se presenta como un alien rockstar omnisexual enviado a la Tierra como un mensajero, ya que nos encontrábamos en los últimos 5 años de existencia en el planeta, por lo que ZS debía traspasarnos esperanza, paz y amor en su escandalosa y colorida forma de un salvaje hedonista .
El plástico ídolo marciano nos lleva hacia una visionaria dirección en la música y la performatividad escénica, creando un nuevo estándar de una forma teatral entregándonos su sintético ideal materializado en éste su primer personaje de muchos en escenario. Lo que muchos no entendieron en los setenta fue la idea de crear un personaje en escenario, poder encarnar cada noche a alguien diferente, crear un alter ego escénico que logra poner en juego los propios conceptos de teatro y música adquiridos por Bowie. Hacia aquellos años, el límite entre Bowie y Ziggy era inexistente a los espectadores, aquella invisible línea divisora hacía que el público viera a ambos como uno solo. Ésta misma imagen alcanzó su público fácilmente no sólo por su genialidad sino por la necesidad adolescente de adorar a ídolos fáciles de consumir.
Yéndonos por el sabio legado netamente musical ZG nos deja postales que nos hablan de aquel enigmático paso por el mundo de los vicios, aún así traspasa las fronteras sonoras en muchos aspectos. Como se puede apreciar desde sus cuatro álbumes anteriores la llegada de un Ziggy, musicalmente hablando, había estado desarrollada desde varios años, primero con la obsesiva temática espacial, y segundo con la exploración en cuanto a sonido que nos había desenvuelto, partiendo desde temas como “Space Oddity” o ya acercándonos a la fecha con el “Hunky Dory”. Uno de los vitales elementos en el álbum es su carácter andrógeno, y no nos referimos sólo a la energía que plasmaba Bowie a sus 25 años y los trajes de Kansai Yamamoto, sino también a su voz.
Como hemos mencionado en el repaso del homónimo, la pregnante y ágil voz del maestro nos hacen perder los posibles prejuicios, y desde una frase muy cliché: nos hacen recobrar la fé. Aquel registro hacen del Ziggy un álbum extrapolado hacia otro nivel conceptualmente, cada elemento aporta a una redonda representación narrativa de lo que él mismo proponía.
Un Major Tom al extremo, Bowie se apodera y encarna la fantasía omnisexual a través de temas netamente narrativos y que funcionan y traspasan generaciones de forma individual. Quizás el más potente himno lo encontramos en “Starman”, balada espacial que nos habla precisamente de aquel dios galáctico y que al ser escuchado hoy adquiere otro tipo de interpretaciones algo nostálgicas y adecuadas. Éste álbum entonces vuelca lo conceptual para Bowie, es en sí mismo el primer personaje que adopta y da forma en su totalidad, un ente de escena que finalmente llega a ser uno con su creador, siendo para sus receptores hasta hoy difícil la separación.
“Five Years”, cómo olvidar la inquietante y apocalíptica aparición inicial de la secuencia ficticia, la apocalipsis por excelencia que crea el escenario para lo que es la narrativa en sí, los últimos cinco años de la Tierra antes de su desintegración completa. Cada elemento en el álbum repetimos nos deja aquella encarnación teatral netamente escénica, extralimitando el glam y su relación con la puesta en escena hacia una que deja el campo abierto para la exploración a generaciones futuras. No podemos entonces dejar de pensar en la época en que todo esto tomaba forma, 1972, el contexto es un punto importantísimo, cómo se inserta Ziggy casi 50 años atrás y la relevancia que tiene entonces éste acontecimiento considerando sus alrededores.
“Moonage Daydream” el segundo himno por excelencia. Contiene letras de las cuales simplemente tu cuerpo no puede despegar y la instrumentación evoca lo sublime de pasajes intermedios, sin olvidar por supuesto los primeros segundos que penetran en lo más profundo de los sentidos incrementado por aquellos hermosos pasajes con flautas casi intergalácticas. Éste tema en particular nos deja ver la huella principal para tejer la teoría detrás de la metáfora de Ziggy Stardust: nos habla finalmente de la fama y la incidencia de ésta en una era tan plástica como la que estaba evolucionando desde épocas anteriores. Además nos permite evidenciar cómo Bowie se impone como una figura que pretende transcender de diferentes maneras, sea consciente o no nos permite ver una de los primeros acercamientos a complejas temáticas que evocan teorías conspiratorias.
Un álbum glam intenso y extremadamente bien producido con intricadas secciones instrumentales, una belleza en su totalidad, sin exageraciones. No pretendemos hablar del mejor álbum de Bowie o guiar aquella discusión, la subjetividad prima y Bowie nos deja 25 álbumes para que indaguemos con violencia y formemos a través de ellos la subjetiva premisa, aunque sabemos que con todo ese material finalmente la determinación del “el” mejor álbum es innecesaria. Hoy, 45 años más tarde, volvemos a levantar su relevancia, una que ha permanecido activa durante casi 5 décadas y cada minuto de develan nuevas teorías, nuevas aproximaciones y hasta reinterpretaciones del álbum y su personaje central. Extraterrenal, ficticio, teatral, andrógeno, sublime, enigmático y rupturista, por siempre The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars.