Por Lily Molina
A veces las partes que integran un grupo no se toleran todo el tiempo, o surgen ciertas diferencias ideológicas o intereses que pueden no compatibilizar y se separan. Algunos músicos siguen carreras solistas, o a veces se junta toda la parte rítmica y forman una nueva banda o supergrupo que tiene un éxito realmente notable, como lo fue Audioslave. Algo parecido sucede con la superbanda que nos visitó en mayo, Prophets of Rage, quienes traen nuevo material este año. Tampoco es necesario que suceda esto exactamente para que surja un supergrupo. Hay artistas tan hiperquinéticos que necesitan transitar de un proyecto a otro, casi de forma simultánea. El baterista histórico de Slayer y ahora de Suicidal Tendencies, Dave Lombardo, junto al legendario Mike Patton unieron fuerzas y formaron esta colectividad majestuosa que mezcla hardcore punk y trash metal.
Este potente hardrock punk cáustico lo conforma el guitarrista Michael Crain, miembro de la banda Retox, una de las agrupaciones que ha firmado en el sello de Patton, Ipecac, Justin Pearson, proveniente del mismo grupo y de The Locust, el ya mencionado Dave Lombardo y el querido de la casa, Mike Patton, aunque no siempre fue este el vocalista del grupo. Así como sucedió en Fantômas, donde fue Patton quien envió un demo a sus compañeros, Buzz, Trevor y Dave para que conocieran su proyecto y entiendan su punto, aquí en Dead Cross, cuando Gabe Serbian, anterior vocalista de la banda, dejó el grupo fue Dave quien le envió los tracks instrumentales a Patton, quien agregó sus voces en el sótano estudio que tiene en su casa en San Francisco. Y el resultado fue un tanto clásico, crossover de hardcore punk y trash desbordante.
“Seizure and Desist” es la canción que abre el disco. Se siente la locura desde el comienzo. La forma de interpretación está fuera de control, lleno de angustia y fuerza. Patton es un desquiciado en las voces. Se pone estrambótico cada vez que se lamenta en el micrófono. Lombardo es una bestia en la batería, golpeando fuerte en cada platillo, tambor y doble pedal. Realiza ritmos muy complejos y originales que rivalizarían a Danny Carey o Mike Portnoy. Sonidos persistentes que provocan escalofríos. Pearson toca el bajo veloz y con determinación. Simple, pero suficiente para darle cierta unidad a las canciones.
Con “Idiopathic” todo avanza con mucha adrenalina. El beat de la batería mantiene el ritmo, la guitarra dispara en diferentes direcciones y la voz estalla junto con la fuerza del bajo que entra. La canción ralentizará las cosas, manteniendo un nivel de ferocidad ideal para el moshpit en un concierto. En la primera mitad del disco la música suena en un tono consistente de rabia y un tempo más bien alto. En realidad, es en la estructura de cada canción donde la banda mantiene el trabajo fresco. A veces, se siente que el material cambiará a direcciones que uno simplemente no esperaría.
Es la segunda mitad del disco que en verdad se inclina hacia nuevos sonidos. Por ejemplo, en “Obedience School”, el track empieza de manera bastante genérica con su rápido trabajo de guitarra y beat de batería consistente, convirtiéndose al final en un arrastre lento que proporciona este aura siniestra. Con “Shillelagh” el head banging viene de forma natural y genuina. Y mientras va avanzando el disco, en su conjunto, uno ve que no cae en parodias; mantiene las estructuras y los patrones de riff lo suficientemente naturales como para no sonar forzados o desalmados.
“Bela Lugosi’s Dead”, el cover de la banda gótica Bauhaus, cambia el estilo que se venia siguiendo en el homómino. Canalizando las energías góticas, la baja distorsión de la guitarra se cierne como una niebla, el ritmo de la batería baja el tempo, así como Patton exhibe una bravata con una estética macabra. El ritmo continua de esta manera, hasta que de la nada, este increíble solo eléctrico aparece. Se desliza hacia la perfección, nunca saliendo de lo discordante.
“Church of the Motherfuckers” tiene algunas vibras góticas similares, con una pieza eléctrica con la guitarra al comienzo. Aunque la alta energía aún está presente, este es uno de los temas más lentos de Dead Cross. La batería mantiene la misma cadencia, la guitarra pasa de bits vibrantes a tener tonos más groovy. Es la voz de Patton la que tiene protagonismo aquí, con gritos sacados de algún tema de Fantômas.
De todas maneras, este debut se siente como un sólido racconto, con formidable música hardcore y trash. El inicio realmente hace honor a ese sonido, viniendo con un constante beat bajo y ritmo histérico que envuelve brutalidad. La segunda mitad del disco es una entrega salvaje que mantiene algo del sonido anterior, pero que diverge en otras apreciables direcciones. Extraños tonos siniestros, imponente sonido de guitarra y una vocalización agreste mantienen el álbum con una energía prominente. Lo que marca un comienzo impecable para la banda, y un signo prometedor de cómo pueden seguir creciendo.
Mientras la banda se considera a sí misma como hardcore punk, se podría decir que su estilo va ligado también al heavy metal y trash metal. Para Patton “es un disco tradicional de hardcore. Es muy puntiagudo, directo y visceral. No iba a estar tocando teclados, agregando samples o cualquier tipo de orquestación. Fue como, ve por ello. De alguna forma me recuerda a aquello que tuvimos colectivamente cuando crecimos y amamos cuando éramos adolescentes, bandas como Accüsed, Deep Wound o Siege, cosas que eran brutales, intransigentes y directas”.