“No estoy listo para volver completamente al estrellato del pop de nuevo, con 56 años, pero quiero trabajar otra vez en la música”, afirmaba en noviembre de 2016, Michael Stipe a New York Times. Por esos días el calvo cantante tenía sus primeras —y tímidas— apariciones en público tras la disolución de R.E.M.; entre tributos a su ídolo David Bowie, gritos de protesta contra Donald Trump y visitas a programas de televisión, se gestó su esperado retorno, uno que tendrá sus propios códigos y se materializará en mayo próximo.
Stipe de frondosa barba y actuales 57 años, pactó una particular presentación en MoogFest (18-21 de mayo, Durham), lugar donde presentará una instalación multimedia basada en “la exploración del deseo y el movimiento” empleando grabaciones en vídeo que él mismo registró en Nueva York en los últimos años. A modo de banda sonora editará un nuevo score, grabado para la ocasión. Una muestra más que lo suyo trasciende de la música y se acerca más a lo artístico.
Actualmente, se encuentra produciendo el quinto largaduración de Fischerspooner, proyecto ambientado en un sonido dance electrónica que bien quiso darle a R.E.M. en algún momento pero que no llevó a cabo por no ‘representar lo que eran’.
En conversaciones pasadas, el oriundo de Georgia enfatizó “[…] tocar es todo un asunto, ya que no tengo el perfecto tono y desplante, hay ansiedad; siempre termino siendo plano, ese es el problema. Conozco las canciones donde puedes ladrar y gritar, y siempre sonarán entretenidas e interesantes, no importando tu poca calidad. Pero escuchar es un tópico distinto. Hay momentos en que mi pelo atrás de mi cuello se para y pienso ‘wow, algo profundo está ocurriendo aquí. El ‘necesito esto'”.
También explica cómo el hit Losing My Religion de 1991 cambió su vida. “Recuerdo que la primera vez que caminé por la Quinta Avenida y súbitamente todos me reconocieron. Estaba listo para ello-llevábamos haciéndolo por 11 años-. Estaba con los pies en la tierra en ese momento. Lo que quieres como una idea de fantasía de lo que la fama trae, en comparación con lo que realmente trae, son dos cosas muy diferentes. La realidad nunca es tan sexy. Dicho esto, me encanta mi vida, me gusta ser una figura pública, y la mayoría de todo lo que involucra”, cuenta.
“Estábamos tratando de empujar lo que hicimos. Mirando atrás, hace sentido que el siguiente álbum fuera Automatic for the People, un paso radicalmente distinto. El siguiente sería Monster, un registro que a nadie le gustó. Todos esperaron otra versión de Automatic, y bajo ningún sentido les daríamos eso. En cierto modo nos disparamos a nosotros mismos. Pero ahora, 20 años después, no es un mal registro. Tras ello editamos mi álbum favorito, New Adventures in Hi-Fi. Fue nuestro peak musical”, concluye recordando las influencias de Out of Time.