Kendrick Lamar podría haber lanzado un disco de cumbias y aún seguir siendo objeto de análisis por parte de miles de sus seguidores y la abundante prensa de hip hop en Estados Unidos. Simbolismos, referencias y metáforas abundan en el trabajo de K-dot, tanto en sus letras, video clips o en el arte de sus discos, y todo es digno de ser diseccionado y deconstruir el puzzle que el de Compton quiso elaborar.
DAMN. fue uno de los lanzamientos más esperados de este año. Un disco que traía de vuelta a uno de sus artistas más celebrados de su generación, después de consagrar su carrera con el excelente To Pimp A Butterfly el 2015, que le valió un Grammy a Mejor Disco de Rap (si es que eso significa algo para alguien). Los singles Humble y DNA recibieron su tratamiento audiovisual correspondiente, ambos con una temática de empoderamiento afroamericano y donde personas de raza negra eran protagonistas.
Pero ELEMENT., la tercera canción en traspasarse al formato videoclip, es un logro mayor. Es un trabajo que recurre de lleno a la obra de uno de los artistas negros más influyentes del siglo XX, Gordon Parks.
Parks, un hijo de campesino, creó desde la más completa adversidad una prolífica carrera de artista en una época en que existían buses, baños y escuelas para blancos y otras para negros. Su trabajo se dividió en films, una extensa cantidad de libros publicados, la música y la pintura, pero por lo que el pueblo afroamericano más lo recuerda es por su fotografía. En plena época donde Martin Luther King recitaba sus históricos discursos a favor de los derechos civiles, Gordon Parks realizaba un trabajo foto periodístico que retraba la pobreza y marginación que sufrían los de su raza.
Kendrick Lamar tomó la obra de Parks y, junto al director alemán Jonas Lindstroem, buscó hacerle un tributo y extrapolarla al 2017, donde sorprendentemente las imágenes se repiten.
Nacido en Berlín, Lindstroem ha construido una carrera audiovisual que juega con los límites entre la película y la fotografía. Su trabajo más famoso, Truth or Dare, es una recolección de 21 momentos el formato film, pero que perfectamente pudieron haber sido capturados en una fotografía. El metraje, según su autor, es un mensaje subjetivo sobre el inconsciente global. Un hombre lanzándose de un edificio, un joven mirando pornografía en su celular o una figura intentando sobrevivir en un océano oscuro, es parte de la recomendable película de 15 minutos de duración.
La idea de ELEMENT. es darle a las imágenes de Gordon Parks el tratamiento Lindstroem. El berlinés, en el característico aletargo de sus secuencias, es capaz de darle una nueva vida a los retratos que el activista hacía en los años 50 y 60, pero en un tono mucho más intenso, sobre todo en los cuadros de violencia, que la hacen sentir cruda y angustiante.
En la canción, Kendrick Lamar reflexiona sobre su posición en el mundo del hip-hop actual, estableciendo su lugar como el número uno y al mismo tiempo dejando en evidencia todas las tribulaciones que él y su familia han tenido que sortear desde las calles de Compton hasta el ascenso como estrella mundial.
Lamar sabe colaborar con realizadores vigentes y al mismo tiempo con el legado de un artista, que al igual que él, busca darle sentido y homenajear a la cultura afroamericana en los espacios más íntimos, y al mismo tiempo, de los que más se enorgullece. La rima compleja y rabiosa de Kung Fu- Kenny parece calzar a la perfección con los momentos de calma y fervor del video; que funciona como una continuación a la imaginería simbólica y llena de metáforas de algunos de sus trabajos.
LINDSTROEM – TRUTH OR DARE- 21 PERFORMANCES