En la era del camarada Covid-19, virus que tiene a todo un sistema de organización social mercantil en clara decadencia, donde se ha demostrado de forma tácita y empírica que la salud debe dejar de considerarse como un bien de consumo, conversamos con Elisa Montes, líder de Slowkiss sobre la postergación de la décima versión de Lollapalooza Chile y nos comenta que “Yo estuve en Roma hace muy poco, y ahora veo fotos de donde mismo estuve y no hay nadie. Por donde yo andaba estaba todo repleto (…) Yo soy vasca, soy española, y toda mi familia me está diciendo que ya no pueden ir a trabajar, que les están dando permiso para trabajar desde las casas, y yo creo que se viene lo mismo para acá po, porque si ya se declaró el coronavirus pandemia, hay ciertos protocolos que tienen que seguir todos los países, y que es una lástima, pero tiene que posponer (…), y yo creo que se viene un desencadenamiento de un sin fin de cosas”.
También conversamos con Elisa sobre este proyecto musical que comienza con Victoria Cordero, quienes inician este viaje artístico tributando a bandas como The Smashing Pumpinks y Nirvana. La voz de Slowkiss nos relata que “emerge de una necesidad mía de tocar con otras chicas, yo de toda la vida había querido tener una banda donde hubiese más mujeres, donde yo no fuese la única, aparte de la banda infantil que tuve. Después quería tocar en una banda más roquera, con más chicas, entonces me puse a buscar una partner y armé esta banda, donde somos dos chicas y dos chicos. Y también quería explorar una música más libre, más profunda, más alternativa, más experimental, como que quería irme más en la volá, quizás romper paradigmas mentales que yo tenía sobre hablar de ciertas cosas en mis canciones. Pero bueno, siempre haciendo protesta que es lo que he hecho casi toda mi infancia”.
“Yo creo que en la sociedad machista”
Bajo esta premisa es que Slowkiss, como proceso creativo es comprendido por la artista como una autonomía en la producción y una emancipación de las estructuras rígidas autoimpuestas sobre las propuestas musicales, a lo cual Elisa nos comenta que Slowkiss es “la libertad de no ponerse un estilo, como que típico que las bandas si son de rock o punk-rock generalmente sólo pueden tener un tipo de canción, por el ritmo y todo eso. Si haces reggae te tienes que limitar ese tipo de ritmo. Pero en Slowkiss yo dije ‘Ahh… yo quiero experimentar un poco con todo, quiero tener una banda de rock pero que se mueva por todos los estilos sin importar pequeñas limitaciones como los géneros y esas cosas’“.
A su vez, es imposible no destacar que la artista lleva la autonomía en la producción musical como una bandera de lucha personal y artística, pero que sin duda la líder de Slowkiss toma esta lucha incansable desde una perspectiva un tanto crítica, pero también comprometida al mensaje que se quiere entregar, y sobre esto nos señala que “yo antes tenía mi banda anterior que se llamaba Espartaco, que era una banda Punk muy positiva, como con un mensaje muy alegre, muy proactivo, pero muy pensado también, porque quería como inspirar a la gente a que se empoderara y tuviera energía para hacer las cosas. Y después con Slowkiss me tiré al fondo en cuánto al optimismo y todo eso, así que tiré toda la mierda posible. Ahora creo que hay que decir las cosas como son, y creo que es súper importante el momento que estamos viviendo con la música punk, (…) se ha vivido sobre todo en la calle, una gran vuelta del punk, lo importante es que tomemos conciencia de las cosas y que empecemos a quejarnos, y a dejar de estar manipulados por tanta mierda que nos entregan los medios de comunicación y también los gobiernos y todos los que nos rodean, y hay que estar un poco más consciente”.
Slowkiss como banda también posee una particularidad en la composición argumental y lírica dentro de sus temas, y con esto nos referimos a la composición e interpretación de sus canciones en inglés, sobre esto la compositora de Time nos relata que “esto me nació hace caleta de rato, mira hace prácticamente desde, no sé, desde The New Complaint, que es una banda que yo tenía muy antigua (…) Yo quería tener una banda que tampoco tuviese límites para moverse por el mundo, porque la música latina siempre ha estado más ligado a la balada, o al pop (…) y así es nuestra sociedad, o sea, todos los países latinoamericanos o hispanoshablantes tienen mucho mayor acercamiento como a la música más folckorica y me dije “quiero tener una banda donde pueda girar por todas las partes del mundo“, además que yo tampoco me siento muy representada por la música tan de raíz, entonces como es más anglo lo que yo hago, creí que me iba a dar mayor libertad para moverme por el mundo, festivales, eso… porque ese es mi sueño en realidad, recorrer el mundo con la música, ir a todas partes, culturas distintas y rockear y hacer consciencia”.
Sin lugar a dudas que Slowkiss tiene como principal objetivo desestructurar ciertos márgenes estáticos que existen en la industria musical. Sin embargo, tras la separación de la banda durante el pasado 2018, la agrupación capitalina se reformuló a través del ingreso de nuevas y nuevos miembros, lo que trajo consigo el lanzamiento de su último disco Patio 29, disco con el cual los veríamos debutar el pasado 27 de marzo en el Parque O’higgins, y respecto a este último lanzamiento Elisa nos comenta que “Fue bacán, fue un tremendo desafío para mí, porque fue un momento muy difícil de mi vida cuando empecé a rearmar este nuevo Slowkiss, y este nuevo disco, pero ha sido también una de las mayores satisfacciones de mi vida, porque vencí un montón de obstáculos, de malas vibras y de demonios que me tiraban para abajo, pero pude hacer este trabajo y la verdad me tiene súper satisfecha, me tiene súper contenta con todo el trabajo que hicimos en Argentina, y luego acá en Santiago. Además hemos hecho un grupo humano súper bueno, con mucha libertad y pocos malos sentimientos, y eso es lo más importante al final. He aprendido que más que el virtuosismo que, en mi opinión, es muy sobrevalorado en el arte, a veces es más importante el nivel de persona con la que estás rodeado, es decir, que no solo sea tan increíble como artista, sino que quizás sea mucho más consciente y que sea un buen compañere y que te apañe en todo”.
La ex integrante de Espartaco nos comenta con mucha alegría y también con afabilidad que este lanzamiento ha sido una positiva sorpresa: “nos ha ido súper bien, y eso se ha visto reflejado también inmediatamente en la banda, y eso a uno le da para pensar. Todavía me cuesta entender a la gente que piensa que las energías no son reales, pero es increíble que cuando uno le pone una energía, un pensamiento a un proyecto, se ven los frutos, ves cómo va avanzando, como vas creciendo y todo eso, como la gente va viendo que uno está haciendo algo veraz, con sentido, con el corazón”.
El machismo también existe en la escena punk
No obstante, para la agrupación capitalina comandada por Elisa Montes y Natalia Adelina no ha sido un tema fácil las desigualdades estructurales que existen en la industria artística chilena, en este contexto, debido a la fuerza de la imagen de las integrantes de la banda, sumando al potente carácter empoderador y emplazador, la artista nos comenta que reconoce que existen espacios de discriminación de las mujeres incluso en la escena punk: “Durante todo este proceso he vivido un millón de altibajos debido a todos los abusos y las agresiones que he recibido como mujer en la música y también en mi vida. Yo creo que en la sociedad machista en la que vivimos todas las mujeres hemos sido abusadas desde niñas, en diferentes aspectos, (…) incluso con mujeres, que muchas veces son súper machistas e injustas con otras mujeres, poco sororas. Acá en Chile se vive mucho de eso por ejemplo, yo llegué acá bien chica y estaba acostumbrada a otro tipo de funcionamientos y formas de ver la vida, y me impactó muchísimo eso, de cómo las mujeres están tan subyugadas al mundo machista, como competir con otras mujeres, tirarse para abajo, ser envidiosa. Entonces en la música también pasa eso, por ejemplo, cuando llegué acá no había ningún grupo con mujeres prácticamente, y yo creo que era como Nicole, la Javiera Parra y yo, creo que nadie más, súper poquito y además era muy hostil el ambiente con puros machos súper creídos y súper egocéntricos, que pensaban que era lo máximo, que una mujer no se podía comparar… Yo he escuchado mil veces en mi vida ‘Ahh… igual toca bien para ser mujer’ o ‘Me gusta este grupo, pero no es tan punky, ¿por qué no le cambian la voz’, un constante ‘Ahh… igual toca bien, pero no hace solos’, ese tipo de comentarios que yo creo que en realidad entre hombres no se lo dicen y lo he visto que no se los dicen”.
También reconoce que no solamente es compleja la constante peyorativización de las mujeres en la escena punk nacional, y de manera general, también impacta en la escena musical a todo nivel, sobre esto nos relata que la naturalización de los estereotipos del deber ser mujer también impactan en la forma de difusión, divulgación y mercantilización de la música comandada por mujeres, apelando a que “como mujeres ha sido un camino súper difícil y también por ser el tipo de mujer fuera del estereotipo, porque después cuando ya se abrió un poco más el mercado a las mujeres, empezaron a salir caleta de chicas desde un lado más femenino del arte o en la música, entonces eso es como el estereotipo que está más aceptado por las mujeres, que también para mi es distinto al feminismo por el que yo lucho, donde la sexualización de la mujer no sea tema, porque no tiene nada de que ver”.
Elisa también plantea que no solo la peyorativización del trabajo de las músicas mujeres es un reflejo del contexto patriarcal en el que estamos en constante interacción, sino que a esta peyorativización de las mujeres se suma como una especie de ecuación indisoluble, la hipersexualización de los cuerpos femeninos como mecanismo de difusión y divulgación musical, y sobre esto comenta que “la verdad, yo siempre he tenido la filosofía de mente sana en un cuerpo sano, siempre me he cuidado mucho y creo que eso también se refleja hacia fuera y no tengo miedo, yo no tengo miedo de mi cuerpo, ni de mostrarlo. Lo que me da miedo es lo que la gente hace cuando uno muestra el cuerpo, lo cerradas que son las personas, del tabú que significan un par de pechugas, y a mí no me gustaría mostrar mis tetas para verme femenina, sino que para protestar por algo y free the nipple, ¿porque un hombre puede salir con las tetas peladas y una mujer no?”
A su vez, la compositora nos comenta de forma crítica y reflexiva que la industria musical a nivel global opera desde un paradigma completamente opresor, que sin duda alguna, funciona como caldo de cultivo a un sistema de organización social y política capitalista, y sobre esto nos reconoce que la industria musical y la sociedad en su conjunto también castigan, en sus propias palabras “Si tú no haces un producto femenino, es muy difícil que te vayan a pescar, es casi imposible. O sea, imagínate yo que, de chica con mi proyecto infantil fue ligado al pop y tuvo mucha repercusión, yo podría tomar un camino fácil y decir ‘Ahh, voy a hacer un proyecto propio, femenino, socialmente aceptado’, y seguramente me iría mucho mejor. Si yo me pusiera a lo mina, a cantarle al amor, a la vida de ella, a mentir, seguro que podría irme mejor, pero obviamente yo soy contrasistema, yo vivo realmente con mis reglas, con las cosas que yo quiero, y eso tiene que ver con el punk y con todas las mujeres del rock que también de seguro han sufrido un montón de machismo, y de eso como de que no te van a pescar las grandes industrias porque no representai a lo que ellos quieren vender”.
No obstante, ante este contexto pre-crisis sanitaria, Elisa se demuestra esperanzada frente este escenario colectivo que emerge como una acción política reivindicativa de las mujeres que nace desde lo más genuino, y sobre esto destaca que “yo creo que estamos liderando el movimiento feminista, quizás a nivel mundial en este minuto, y eso es súper importante. Pero también al mismo tiempo me gustaría que realmente la consciencia de las mujeres se despoje de todo ese machismo horrible que tenemos entre nosotras sobretodo, y que empecemos a dejar de hablar mal de nosotras, a apoyarnos entre nosotras, creer en nosotras. No que hay que pedir permiso a hombres para hacer ciertas cosas, nosotras somos autosuficientes y, además que el mundo ha sido manejado por hombres siempre, toda la vida, toda la humanidad, y si tenemos la oportunidad de hacerlo nosotras tenemos que demostrar que podemos ser mucho más humanas y más caritativas con el resto de las personas, más libres, yo creo que esa es la mujer, la madre naturaleza, la madre que da la vida, la madre que ama”.
Sobre esto Elisa deja un claro mensaje que se traduce como una invitación a desaprender determinadas variables que están presentes en esta vida apelando a que “es nuestro momento, y hay que aprovecharlo, hay que ser más sororas entre nosotras, que igual aunque he visto las marchas de mujeres, igual sigo viendo comentarios, así como cotilleos de chicas que echan del trabajo por envidia y por cosas de este estilo, paremos eso, eso no le hace bien a nadie, tenemos que querernos entre todas, y entre todes en realidad, porque la idea tampoco es apartar a los hombres, sino todos podamos aprender el conjunto, hacer como un reset de sociedad, y también copiemos a otros países más evolucionados socialemente que tienen comunidades súper bacanes, donde todo el mundo tiene oportunidades parecidas, donde todos se respetan, donde no hay casi ni delincuencia porque todos son felices. Es utopía, pero también hay utopías que realmente están pasando en el mundo hoy”.