Antes que Kraftwerk existiera, la música vivía un gran vacío; la experimentación con la tecnología era sumamente reducida y puntual, y muchas composiciones se encerraban en un círculo vicioso donde las cuerdas sofocaban al oyente. 1970 y la revolución del krautrock en Alemania trajo consigo a un proyecto que sentó las bases de una nueva forma de concebir la música: en base a sintetizadores, computadores, y arreglos digitales, Kraftwerk creó un cánon que orienta todas las producciones hasta el día de hoy.
Y es que negar su trascendencia parece un pecado. En 2013 el documental emitido por la BBC, Pop Art, explicó con datos concretos que la influencia del proyecto formado por Ralf Hütter y Florian Schneider eran tan, o más influyentes que el legado de The Beatles. No al azar los historiadores musicales más reputados han situado al colectivo germano junto a Bob Dylan, Led Zeppelin, David Bowie, y The Rolling Stones como una de las bandas que más escuela ha hecho en la industria musical. Sonidos bajo un lenguaje único en su tipo que aterrizarán el
A mediados de los años 70’ Kraftwerk había alcanzado reconocimiento internacional por su revolucionario sonido electrónico, sus paisajes sonoros, y su experimentación musical con la robótica y otras innovaciones técnicas. Con su visión del futuro, Kraftwerk creó la banda sonora de la era digital del siglo 21.
Sus composiciones, usando técnicas innovadoras, voces sintéticas y ritmos computarizados, han tenido una gran influencia internacional a través de una gran gama de géneros musicales: desde el Electro al Hip Hop, desde el Techno al Pop Sintético.
En sus presentaciones en vivo, Kraftwerk —Ralf Hütter, Henning Schmitz, Fritz Hilpert, Falk Grieffenhagen—ilustra sus creencias en las respectivas contribuciones, tanto del hombre como de la máquina.
Comenzando con la retrospectiva de su catálogo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2012, en los últimos años Kraftwerk ha regresado al punto de partida de sus orígenes dentro de la escena del arte de Düsseldorf a finales de los años sesenta . Reunir a la música y el arte del perfomance, sus conciertos en 3-D son una verdadera “Gesamtkunstwerk – una obra de arte total”.
“El concierto recupera de alguna manera la humanidad subyacente en todos nosotros utilizando el lenguaje de las máquinas, en formas que otros músicos no parecen haber capturado”, escribió el sitio Consequence of Sound en la reseña de uno de los primeros shows con esta estructura en 2014.
Este mismo concepto es el que pretende llevar el conjunto a su próximo álbum, y así romper una vez más la barrera sonora: “hemos trasladado nuestros shows a 3D y con sonido surround, una especie de sonido tridimensional. Hemos puesto un montón de trabajo en todas esas imágenes, transformándolas de nuestros archivos Kling Klang a formato 3D, arreglándolas sincronizadas con la música. Así que es una producción muy trabajosa”, explicó Ralf Hütter a Rolling Stone.
La serie de conciertos en el MoMA fueron seguidos con presentaciones en el Tate Modern Turbine Hall in London, Akasaka Blitz en Tokio, El Ópera House en Sydney, Walt Disney Concert Hall en Los Angeles y en el Neue Nationalgalerie en Berlín.
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