No ha siquiera terminado el primer semestre del 2019, y ya es posible que estemos frente a unos de los mejores álbumes debut del 2019. Sencillo demoledor tras sencillo demoledor, fue lo que uno grupo de chiquillos de Dublin fue presentando los últimos meses sobre la mesa. Un sonido cálido, nostálgico y colorido. Con claras visiones pasadas, pero una enfocada y sísmica estética contemporánea.
“Dogrel” es arcoíris de emociones. Sosteniéndose en actos clásicos de post-punk como The Cure, formulan los términos y condiciones que navegarán durante practicamente toda la duración de este álbum. Pero distando de la mera imitación, el debut es agresivo, demoledor y franco. No se guarda ninguno de sus sentimentalismo bajo el bolsillo. Entre guitarras reverberantes, mantiene su propio pulso mientras encanta con armonías de madurez y decepción.
La desgarradora voz principal no teme escapar de sus rangos, cayendo en una dulce desafinación. Abismal deseperación recorre las venas de los irlandeses. Desesperación por salir de su zona nativa y llegar hasta la cima. “Big” es una oda de horror hacia Dublín: “Una ciudad embarazada con una mente católica” es su descripción de la cínica capital europea. Su infancia fue pequeña, pero por Dios que van a ser grandes.
Parece ser un nuevo movimiento este resurgimiento de actos art punk y post-punk. Tan solo el año pasado vivimos una ola de espectáculos de alta calidad como “Wide Awake!” y “Joy as an Act of Resistance”. Y en las cuerdas de una sociedad hipócrita y conservadores, nada sacude mejor tu ropa que dulces guitarras y bajos, acompañadas de tu clásica composición de ritmo, y basura blanca expresando sus desventuras en el urbanismo de la pobreza.
Magnéticos pulsos ochenteros en “Sha Sha Sha” y “Boys in the Better Land” siguen melodías hipnóticas a través de las estructuras clásicas que han formado al género en sí. Como comer la misma fruta de todos los días, pero con ese suave aliño que la hace especial. Vibrando entre emociones energéticas y melancólicas armonías, en meros 39 minutos “Dogrel” es un trabajo de carpintería, formado entre años de giras independientes, y el agresivo deseo de surgir por sobre el espectro musical.
Murallas de sonido en “Too Real” no pierden de vista un delicioso pulso principal de cuatro cuerdas. Los brutales platillos ensordecen los parlantes y enaltecen el ruido por sobre cualquier otra fórmula. Críticas sociales despiertan en “Television Screens”. Una humanidad devorándose a sí misma. No dejando espacio para que futuras generaciones puedan tener las discusiones que sus abuelos ya dieron por perdidas.
Aún cuando a fin de cuentas, es difícil hablar en términos absolutamente refrescantes, hay algo en el sonido de Fontaines D.C. que está destinado a llegar a destino. Una agrupación de muchachos desaliñados y soberbios, con el mundo adelante de ellos, y un conjunto de cuerdas para dominarlo. La música puede reducirse a entretenimiento, como también a espectros artísticos de fascinación y vanguardismo. Si el día de hoy estos chiquillos irlandeses no te sacuden bajo sus suelas, solo es cuestión de tiempo para que te tengan besando la suciedad bajo sus pies.
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