“¡Gorillaz está de vuelta!” fue una frase recurrente durante el 2017, la que celebraba a “Humanz”, el quinto LP de la banda virtual. Un regreso que se esperaba con ansias, luego del hiatus que se tomarían Damon Albarn y Jamie Hewlett posterior a su asombroso 2010 que trajo “The Fall” y “Plastic Beach”. Almas expectantes de retribución, con apetito de un material capaz de compensar esta eterna espera: y el lamentable consenso es que Humanz no logró igualar la calidad de sus antecesores. “¡Gorillaz está de vuelta!” carecía de sentido, y no fue hasta el 2020 que la frase daría con buen puerto.
El proyecto de Song Machine llegó de forma sorpresiva a comienzos de año, con el lanzamiento de “Momentary Bliss” en colaboración con slowthai. Un público escéptico con hambre de hits comenzaría a darle otra chance al conjunto de 2-D y compañía, pues cada episodio sería una efervescente expedición en nuevas colaboraciones y estilos. La propuesta innovaría en el método en que Gorillaz haría entrega de su nuevo material, pues cada single sería anunciado como un deslumbrante evento, saturado de chismes y con la ilusión colectiva de las más esperadas colaboraciones: ¿Tame Impala, Bad Bunny? Las expectativas por este nuevo proyecto solo irían en aumento.
Y aunque sabíamos que la noticia llegaría tarde o temprano, Song Machine no sería anunciado como álbum hasta el 9 de septiembre en la premiere de “Strange Timez”. La Season one de un nuevo proyecto, que insinua su continuidad a futuro con más episodios posteriores a lo que se incluyen en este LP. La historia de Murdoc Niccals, Russel Hobbs, Noodle y 2-D promete seguir expandiendo sus propios límites narrativos, visuales y musicales, dando un enorme primer paso en la temporada uno de su nueva expedición.
Una de las características esenciales de este LP es la curatoría: constantes cambios de ánimo y tiempos, creando un recorrido rico en sus posibilidades y con una amplia mixtura de registros. Aquella intención se evidencia de inmediato con las dos primeras pistas: “Strange Timez” y “The Valley of The Pagans”, opuestos que destellan en adición al otro. El primero resulta inquietante en un veloz vistazo, pero mientras los segundos pasan se desvela la real intención del track: un viaje de lo escalofriante a la fiesta, con un oscuro coro de Robert Smith.
Upbeat; en “The Valley of the Pagans” Beck y 2-D presentan un dueto vocal que evoca de forma inmediata a la nueva nostalgia de principio de milenio. Rápido y fácil, sus pretensiones no son más que las de ser una intensa sonata de intrépido pop. El contraste que el track genera con sus adyacentes (“Strange Timez” y “The Lost Chord”) es lo que hace relucir su ánimo, y le hace vibrar con gracia entre la intensa oscuridad que le rodea.
Ya en la cuarta pista llega uno de los momentos más importantes del proyecto: “Pac-Man“, en colaboración con Schoolboy Q. Un sonido que remite enseguida a la fase dos de la banda virtual, que revive la vieja fórmula de éxitos como “Feel Good Inc.” o “Dirty Harry”: Riff simple y pegajoso, 2-D con desganadas acrobacias vocales y un feat con el golpe de gracia. Banger. El track destaca no solo por el glorioso retorno de uno de los trademarks de Gorillaz, sino porque es este nuevo vuelco de lo familiar un efectivo método para devolver vida a su catálogo.
Entre shots de nostalgia y sabores familiares de los primeros años de la banda virtual, arriba con sutileza “The Pink Phantom”, un hito que logra unir con gracia disímiles universos en colaboración con 6LACK y Elton John. Saudade; una conmovedora balada cuya arquitectura hace destellar el arte del collab que Gorillaz maneja con delicada elegancia. Tienen experiencia de sobra, pues han tenido la oportunidad de trabajar con astros como el legendario Lou Reed, MF Doom, o incluso Ibrahim Ferrer de Buenavista Social Club. Componer en colaboración resulta ser una segunda naturaleza para el conjunto, y el versátil registro de Song Machine les da cabida a artistas como St. Vincent, Unknown Mortal Orchestra, JPEGMAFIA, o Peter Hook.
Ya al final del recorrido, “Désolé” y “Momentary Bliss” vuelven a presentarse como piezas complementarias. La colaboración con Fatoumata Diawara parece desprenderse de la experiencia de “Plastic Beach”, con un delicado vaivén que se distiende en hipnóticas notas acuosas. A continuación el cierre está a cargo de “Momentary Bliss”, con Slaves y slowthai. El track comienza con un ánimo similar al que nos indujo “Désolé”, para inyectarnos luego con una enérgica fusión de punk, rap y pop; aunque vertiginoso y arrollador, logra despedir el álbum con una nota de optimismo sostenida por la vibrante melodía y entusiastas lyrics.
“Song Machine, Season One: Strange Timez“ es un álbum que conserva el peso de la experiencia como uno de sus atributos más valiosos. Un álbum maduro de viejos veteranos, el que no solo deja atrás a los episodios de “Humanz” y “The Now Now”, sino que rescata sus mejores bondades para darles un nuevo vuelco. Consistencia por sobre todo, velando por una estructura que brinde el mejor recorrido posible a las alternativas que ofrece el tracklist.
La máquina de canciones no descansa, pues la reciente premiere de ”The Valley of the Pagans” continúa expandiendo el universo audiovisual de Gorillaz. Un episodio que en sus segundos finales nos devuelve a Plastic Beach, y adelanta con un teaser su siguiente entrega: ”The Lost Chord”. Un proyecto que parece estar lejos de terminar, pues el mismo Albarn confirmó en entrevista con NME que desea ponerse a trabajar en la segunda temporada “tan pronto como pueda”.
Gorillaz está de vuelta; conjunto curtido que sigue en pie de guerra, reluciendo sus medallas y dando nueva vida en la marcha por su propio futuro. La maquina promete, y le seguimos con ansias.