Maria Lindén podría bien darnos una lección o más en términos de perseverancia. En el marco de la era cultural de sobresaturación e alta velocidad que vivimos, para un acto en ascenso, un extenso período de ausencia puede significar un beso de la muerte que le borre de la conciencia pública. Pero luego de múltiples falsos inicios, accidentes y dudas internas, I Break Horses, el proyecto musical de la compositora sueca, rechaza en su totalidad esta hipótesis al enrostrarnos un 180° sorprendente en su narrativa, de mano de su set de canciones más majestuoso y desarrollado hasta ahora.
Warnings, el tercer álbum de estudio de la artista, oscila constantemente entre la luminosidad y la oscuridad. Es un disco de profundos extremos, cuya intensidad se refleja en la interpretación e instrumentación capturada. Maria decide dar rienda suelta a sus impulsos creativos más agudos, sin importar cuánto tome para desarrollar las ideas. Esto no es símbolo de desprolijidad, ni quiere decir que este sea un álbum en necesidad de un recorte urgente. Por el contrario, sus composiciones reflejan el minucioso detalle que su creadora les dedicó, y también el vasto crecimiento conceptual de sus ideas.
Mucho dice sobre la concepción de este álbum que Maria Lindén partió desarrollándolo a partir de paisajes sonoros que ella misma compuso mientras veía sus películas preferidas en mudo. Si bien para ella misma fue llamativo que esta fuente creativa la condujo a producir un álbum, más impresionante es el cómo un ejercicio de curiosa naturaleza alimenta el motor sonoro de las composiciones, dotándolas de una calidad atmosférica inherente a la producción de bandas sonoras. En Warnings, todo suena más grande, ambicioso y determinante.
“Turn” sale por la puerta arrastrando una percusión industrial que deja sus intenciones claras: nada de introducciones sutiles y suaves, directo al trabajo. Como si eso fuera poco, la primera canción en el álbum dura nueve minutos, un colosal punto de partida que da lugar al melancólico vals electrónico de “Silence”. Ambas tonadas, más que marcar una distancia, exhiben una evolución de la dinámica synth que corría por Chiaroscuro (2014), el disco predecesor a este regreso. Capas de teclados se yuxtaponen en las composiciones sin que ningún elemento produzca sobrecarga, sino que en lugar de ello, se acomodan en serena simbiosis.
Tres interludios corren en distintos puntos de la colección, marcando separaciones casi como las cartas en tres actos del teatro antiguo. “l a r m” es disonante, pesada y corrosiva; “d e n l i l l a p å s e a v l y c k a”, perturbadora y distópica, mientras que “a b s o l u t a m o l l p u n k t e n” proporciona un descenso ambiental, casi sacado de un cassette de Boards of Canada o William Basinski, tras las vertiginosas cimas de los temas anteriores. Su presencia proporciona una riqueza narrativa a la fluidez de las canciones, y también un respiro en la experiencia de consumo que nivela con delicadeza el efecto en el oyente.
“I’ll Be The Death of You” deja entrar la luminosidad entre las grietas de la nubosidad, Maria Linden ejecutando el frío de una interpretación vocal cercana a los estilos distantes de Alison Goldfrapp y Róisín Murphy, mientras la percusión propulsora y los destellantes teclados chocan entre sí. “The Prophet” vuelve a sepultar la atmósfera en la tensión de ansiedad y liberación, con un majestuoso coro que da paso a un cierre sin resolver. Estas dinámicas se potencian enormemente con la producción de Chris Coady (conocido por su trabajo con Beach House), amplificando el resonar emocional del material resultante.
Warnings toma el ADN del pop más puro y lo maximiza, con una ambición progresiva que observa a I Break Horses entrar por fin en su propia liga, independientes de cualquier escena, libres de deambular en su propio universo. Esto ha producido como resultado lo que bien podría ser su canción definitiva. Mientras exista “Neon Lights”, un extático y fantástico big bang de electropop progresivo, Maria Lindén no tendrá nada que probarle a ningún escéptico.
“Yo vivo de noche / porque estoy temerosa del día”, se confiesa en el sombrío número “I Live at Night”. El quiebre con la energía infecciosa de las canciones previas es violento. En esta pieza, la narradora contempla la decadencia de su vida, la perdida de múltiples batallas internas que arrancan pedazos de nuestro ser. “Baby You Have Travelled For Miles Without Love In Your Eyes” recoge el tempo posteriormente, con una pulsante, tartamuda línea de sintetizador actuando como el esqueleto donde se apoya la limpia y celestial melodía.
El corazón de Warnings yace escondido en “Death Engine”, un monumental glaciar de sintetizadores distantes y ceremoniosos colapsando sobre sí mismos, capturando el eco retumbante de la autodestrucción. “Tú corres tan lentamente / directo hacia la luz”, cuenta el relato de una persona persistente en su oscuro cometido de terminar su propia existencia. “Eres mi dulce ángel de la muerte / corriendo sobre un suicidio. / El tiempo se mueve lentamente / y debo recordar esta noche”.
En una era como la presente, marcada por la cruzada de la salud mental, Maria Lindén compuso “Death Engine” en terapéutica respuesta al intento de suicidio de un amigo cercano, y al daño colateral que conlleva esta experiencia. Bajo ese contexto, este himno es un logro que consolará a más de una persona que haya ido a través de esta lucha personal. Y este solo logro refleja en una cápsula la importancia de la esencia primordial en este disco: la idea de que algo no está bien, y que depende de nosotros luchar para mejorarlo.
Un acapella filtrado por un vocoder fantasmagórico, que simula casi una visita astral, corona la pieza de despedida, “Depression Tourist”. Despojándose de los ornamentos y el maximalismo musical, Maria nos deja con el lamento universal de una conexión fallida, testamento y metáfora que aplica tanto en lo privado como en lo público. “Tú sueñas con hacer guerra / contra el mundo / En realidad nunca hay suficiente amor”, son las aplastantes últimas escenas que nos deja este emocionante y magnífico trabajo, una señal de inconclusión para algunos, pero ciertamente para Maria y muchos otros, una puerta abierta.