La tristeza puede generar sonrisas y la música melancólica tiene el poder de transformar un recinto de extraños en una comunidad con alma unida. Interpol examinó esta intersección de tristeza espiritual, alegre conectividad musical y, también canticos sociales que no se desmarcaron del contexto nacional. Así fue el show de Interpol, por fin en solitario, en el Caupolicán.
Comenzando con el primer set “Untitled” hasta el cierre previo “Obstacle 1”, Interpol reveló la belleza que se encuentra en todo, desde la oscuridad hasta el más electrizante sentimiento de descontrol. Reconocimiento para los asistentes del Teatro, que son el alma de Interpol (y no a modo de fetiche), el fanático de interpol es algo así como un nivel subconsciente plenamente desarrollado en la música que los neoyorquinos nos entrega.
Interpol, también es una banda para meditar, por qué no, luego de la explosión que nos entregan de tanto en tanto, la experiencia se torna y las caras se pierden en momentos solitarios de meditación melódica.
Las aclamaciones brotaron cuando un trío de rasgueos marcó el comienzo de “C’mere”, la primera de varias canciones reproducidas por el aclamado álbum Antics de 2004, antes de que “If You Really Love Nothing” presentara algo de música merodeadora. Los riffs engañosamente minimalistas de Daniel Kessler condujeron al incesante “The Heinrich Maneuver” mientras las voces de Paul Banks, deliberadamente compactas en su musicalidad se extendieron a un rango emocional que no se condecía con él mismo, pero que para los fanáticos era latente.
Banks, estoico como de costumbre, con suerte pronunció algunas palabras, que no fueron más que el ocasional “gracias” entre pistas. Perpetuamente vestido con gafas de sol oscuras, que reflejaban la meticulosa iluminación del escenario, personificó a una enigmática estrella negra, al igual que sus compañeros.
Ahora bien, cualquiera que haya visto a la banda, y con el exceso de shows de festivales internacionales donde han tocado, sabe que su setlist es obstinado, y que sus interpretaciones van más por la precisión que por cualquier otra emoción – que sí destaca en el público -. El hablar con el público es un desperdicio de tiempo, la música es lo que los trae aquí y a todo el mundo, el negro es su propuesta artística entre luces de colores en tonalidades oscuras son unos androides sin luz que entregan música sin interacción.