No pasaba los 20 años, parado en un recinto subterráneo, en donde el calor era más que un par de ventiladores, en donde los pilares eran más un tropiezo a la vista que una plataforma, era la instancia en donde la gente acepta estar apretada y sofocada, porque ellos mismos lo provocan. Fanáticos como gallinas revoloteando, así termino la primera venida de Jake Bugg a Chile, la multitud abría un circulo y agachaba la cabeza, las manos en el suelo, todos en busca de uñetas que el británico había lanzado antes de irse del escenario, sin volver al país, hasta el pasado martes 14 de marzo.
Como si de un quiebre amoroso se tratará, el escucha del británico en territorio nacional es distinto, está segmentado, por lo que enriquece el canto y el espectáculo. Son fans en su mayoría, adolescentes y jóvenes no tan jóvenes, desesperados por ver algo nuevo y avanzado, pero siempre con recuerdos entrelazados. Ver a tu artista favorito, pero no desde una vereda de la locura y la ilusión de creer que el que canta alguna vez en la vida te hablará o te pedirá ser tu novia, no, no desde esa mirada de desesperación por aceptación platónica, sino que esa instancia en donde tu artista favorito, el que representa tus sentimientos, está cantando al aire, a una multitud o a unos centenares, sin importar crítica alguna, es en esa parte de tu expresión y de su expresión, en donde la conexión se genera, y eso es lo que logró en una Cúpula Multiespacio a casi llenar.
‘On my one’: partamos por declaraciones, algo así pareciera decir el músico vestido en su totalidad de negro, un camino recorrido solo y con esfuerzos propios, por ende un futuro en solitario al igual que su proyecto musical. En formato acústico también, le sigue ‘The love we’re hoping for’ y ‘Country Song’.
La atmósfera se bañaba principalmente en juventud coreadora, bien pudieron ser todo un club de fans los que se encontraban en el recinto, porque los sentimientos estaban más que a flor de piel. Le habla al micrófono para llamar a su banda, solo tres instrumentos más bastan para tocar el repertorio de Bugg, bajo, teclado y batería, por su puesto las guitarras de él predominan; más de una decena de guitarras yacían esperando para tocar en el show.
Se estrena lo eléctrico con hits como ‘Two Fingers’, ‘Seen it all’, ¿espacio para el nuevo disco? por supuesto con la que podría ser su ‘caballito de batalla’: ‘Love, hope and Misery’. Seguía corto y preciso con ‘Me and You’. entre gracias, pocas palabras y mirada baja, tomaba otra guitarra para tocar ‘Trouble Town’, canción dedicada a su ciudad natal. No caeremos en relatar cada canción, una por una, lo que sí hay que recalcar es que había diferencia entre este concierto o más bien ‘tocata’ porque fue de lo mas intimo, sólo faltaba café y conversación, pero lo distinto no era eso, tampoco el artista, sino la forma de recibir la música, el disfrute no era descomunal, tampoco era tranquilo, pero había templanza, esa que poco se puede ver en un concierto, menos de un extranjero. Pero no por eso no fue tan emocionante como cualquier otro, si bien son percepciones individuales, se habla de un individuo cuando uno está en la CanchaGeneral.
‘Taste it, Slumville Sunrise’, de las nuevas pocas como ‘Gimme the Love‘; tez blanca, pelo hasta los ojos que logran verse a la luz, en el instante que se detiene de ver sus pedales, te mira a ti, al público con esos ojos y mirada penetrante, te clava su mirada, la visual de detiene y el show se convierte en algo personal. ‘Broken’ entre un mal hablado “te amo” que sonaba a un “Tiamo” pero que pasaba desapercibido al que lo entendía, de esa forma se despide con ‘Lightning Bolt’ hasta que sus fanáticas, y por qué no fanáticos, sigan amando en silencio hasta su regreso.
Jake Bugg viene de lanzar un disco, argumento para salir de gira y llegar a nuestro país. El registro no pasó por el mejor de los salones, entre crítica se tuvo que hacer frente el joven, pero aún así tocó variedad de On my one; con la portada del disco en la espalda y los cuatro miembros del proyecto alzando las manos, agarrando la bandera lanzada previamente por el publico, poniéndose un gorro con la misma suerte de la bandera y sellando su segundo paso por Chile, así se fue el británico, con fanáticos satisfechos de un show de una hora y media, con unas 20 canciones escuchadas de inicio y a fin.