Como si el cielo supiera que Jorja Smith iba a pararse en los escenarios de Lollapalooza Chile, iluminaron con el toque dorado del atardecer en el golden-hour. El viento lloraba por su presencia y la calidez de su aura ya remecía nuestros cuerpos temblorosos. Un público agitado, expectante y vasto esperaba a la nueva cara del R&B, sedientos de aquella alegría calidez que traería a sus corazones.
Con un par de minutos de atraso comenzó su banda a introducir con unas suaves líneas de bajo y una batería ecléctica a “Lost & Found“, canción que le da nombre a su álbum debut. Con cámaras que la seguían y mostraban por las grandes pantallas laterales antes de que se subiera al escenario, finalmente nos brindó la gracia de su presencia. Perfectamente vestida de blanco, con cadenas doradas y arreglos verdes que resaltaban entre el sol que nos hundía, Jorja llegaba jovial pero tímida. Aquella timidez era olvidada cuando su voz era el centro de atención, mientras las deliciosas melodías de aquella apertura se deslizaban con la mayor suavidad acariciando así nuestras almas sedientas.
Con una devoción inmaculada y una voz que solo puede vivir a la altura de las deidades, Jorja se acercaba y bailaba con el nerviosismo que solo una audiencia gigante puede entregar. Una banda de cuatro integrantes que destellaban una efervescencia que solo puedes disfrutar a plenitud en vivo, siendo ellos no la “backing band” de Smith, sino el arma secreta y deslumbrante de una presentación suave y melancólica. Mientras “Teenage Fantasy” y “February 3rd” nos abrazaban en un sueño celestial, no había nada más que sonrisas en escenario, explotaban melodías de un álbum debut sencillo en su propia complejidad y que sólo demostraban un futuro seguro y tranquilo parauna artista recién con un aplaca en el bolsillo.
Mientras repasaba su antiguo catálogo, Jorja se perdió entre sus propias letras, teniendo que comenzar en un par de ocasiones de nuevo. Pero aquello no fue más que una honesta anécdota, siendo que ella misma se disculpaba con humildad y real nerviosismo. ¿Será que realmente el público chileno era abrumante y ponía nerviosa a una cantante tan extraordinaria? Así lo pareció, pero es justamente aquella modestia la que nos hacía acercarnos más a ella, más a su propuesta y a su honradez paradisíaca.
“Blue Lights” y “On My Mind” cerraron una jornada en donde la belleza y la sutileza de la honestidad brillaron con más fuerza que nunca. Aquellos dos hits resonaron fuerte entre fans comprometidos a la sensualidad melancólica de la artista. Prácticamente “Lost & Found” sonó es su totalidad, dejando espacios entre medio para el deleite instrumental de su banda mientras ella tomaba asiento y disfrutaba de sus compañeros de tour. Baile y coqueteo se mecieron entre los rayos dorados que bañaban su piel descubierta y dejaban que sus ojos mantuvieran el resplandor de la felicidad.
En un escenario llamado Acer, las mujeres fueron su clave. Ninguna de las artistas internacionales llegaron a los dos escenarios principales en horarios estelares o un poco antes, más bien se relegaron a esta sección alternativa del parque, parte por la cantidad de público que pueden llegar a atraer. Nada de esto fue una complicación para la cantidad de artistas que nos deleitaron en este gran fin de semana: St. Vincent, Rosalía, Jain por nombrar algunas; pero Jorja Smith deslumbró sin una gota de duda. Lo que hemos presenciado ha sido una letal combinación de seducción y melancolía bañadas de rayos dorados en un otoño naranjo. Jorja Smith brilla más que nunca con la belleza de una honesta voz y apenas 21 años de edad. Nostalgia se mezcla con lujuria en aquel atardecer que difícil será olvidar.