A la hora de practicar, la comodidad es una de las condiciones más importantes que según los músicos debiera tener una sala de ensayo. Lo que prima son los equipos, es decir el backline; con qué batería, amplificadores y cabezales cuenta el lugar. Luego la acústica de la sala y todo aquello que evite ruido. Aire acondicionado para lograr la temperatura adecuada y ojalá bastante onda. Con todos estos elementos se ensaya cómodo. Un músico cómodo es aquél que se dedica de mejor forma a crear, ejecutar e interpretar.
Pero ¿son capaces las actuales salas de ensayo de brindar todo esto a sus clientes?
El que más tiene, puede acceder a más y mejores condiciones de ensayo, sin embargo la gran mayoría debe practicar en salas lúgubres, sin ventilación, mal acustizadas, uno que otro problema eléctrico de los equipos y una atención que deja bastante que desear. Enfrentarse a este panorama no contribuye a la profesionalización de los músicos, muy por el contrario, degrada el trabajo y la condición de artista, haciendo que varios deserten de serlo.
Hoy en latinoamérica, el panorama de las salas de ensayo ha ido cambiando lentamente hacia una mirada más amplia de lo que un músico necesita para serlo. se construyen espacios que invitan a la creación y a la vinculación y lo más importante; un sentido de pertenencia. Un ejemplo de ello son las salas La Bestia en México, catalogadas como una de las con mayor crecimiento en el DF ; “La gente no se siente sólo en un lugar de ensayo sino que se queda a convivir”. Otro modelo es el colectivo multitask “Árbol Naranja” en Bogotá; sala de ensayo que ofrece todo tipo de servicios y también se plantean la profesionalización de los músicos como lema “…creamos un espacio de transmisión del conocimiento para seguir transformando la escena cultural del país…”.
En Chile el panorama se encamina de manera coincidente. Las conocidas salas Rockaxis combinan una serie de plataformas junto con medios de comunicación, estudio de grabación una potente marca que los avala. Salas Crearock hace lo propio, con espacios amplios y un escenario para dar conciertos a 70 personas. Por otro lado, Lagarto Música, salas de ensayo y estudio de grabación ubicados en Ñuñoa nace hace 9 años con la misión de abrirse paso a las dificultades que impone el medio a los músicos. Cuatro salas full equipadas, estudio de grabación reciben al músico.
¿Y dónde está la innovación?
Es un lugar de músicos para músicos. Existe un esfuerzo por comprender las complejidades y necesidades de los músicos. Se han planteado su espacio como una instancia de mediación cultural, capaz de transmitir conocimientos a sus músicos de una manera democrática… “Aquí no hay profesores, acá compartimos lo que sabemos”. Su cafetería y patio hacen que las bandas se reúnan, planifiquen su próximo show y puedan conocer el trabajo de sus pares. Las 15 personas que allí trabajan, entienden que brindar una atención cercana basada se traduce en el respeto por las personas y identidad artística. Su misión es profesionalizar la escena musical chilena, fomentando las relaciones colectivas y apostando a un desarrollo en la disciplina. Para nosotros, vincularnos con nuestros músicos es primordial. Acompañamos los procesos en todas las etapas de la cadena de producción musical; ensayo con las salas, luthería, grabación y producción musical con nuestro estudio, sala de conciertos, difusión con la agencia de comunicaciones, imprenta, oficinas de producción y tienda”
Según manifiestan, el modelo de gestión funciona porque ha costado; un incendio, problemas económicos y todas las vicisitudes que experimenta un músico en la vida real, también sucedieron en Lagarto. Tienen su audiencia y varios fans que quieren y cuidan el espacio, aludiendo a que “no hay sala como ésta”. Gepe, Pablo Ilabaca, Akineton Retard, Los Peores de Chile, El Cruce, Francisca Valenzuela, Florcita Motuda, Denisse Rosenthal, Willy Iturri, bandas nuevas, de renombre, jóvenes y otros no tanto, ensayan en Lagarto, construyendo una comunidad identitaria.