Entre los años 1989 y 1996 un grupo de científicos de la Universidad de Chile se aventuró a desafiar lo que hasta ese etonces se conocía de nuestro incomprensible universo. El proyecto, denominado Calán-Tololo (en base a los dos observatorios astronómicos nacionales donde se desarrolló la investigación) buscaba determinar los valores de dos números clave en el estudio de la astrofísica, conocidos como la Constante de Hubble y el Parámetro de la Desaceleración.
Dichos datos podrían aportar a la comunidad científica un mayor entendimiento de lo que en 1929 el astrónomo estadounidense Edwin Hubble denominó como las “variables Cefeidas en galaxias cercanas”, que básicamente plasmaron la idea de que el universo está en una constante expansión y bueno… en teoría con eso podríamos conocer ciertos aspectos del “destino” de nuestra realidad.
La investigación, liderada por el actual director de la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología Cristián Hamuy, y el Premio Nacional de Ciencias Exactas José Maza, fue un éxito rotundo en cuanto objetivos alcanzados. Entre estos logros, podemos enumerar el descubrimiento de 29 supernovas tipo Ia (que ocurren en sistemas solares binarios de estrellas que orbitan entre sí), el registro de las curvas de luz más precisas nunca obtenidas hasta ese momento, la aplicación de un método para corregir las luminosidades de las supernovas y un montón de cosas increíbles que tendríamos que dedicarnos a estudiar durante años para entender con presición. Lo importante de todo esto son dos cosas: Nuestros astrónomos lograron los primeros y vitales pasos para que en 1998 se descubriera la aceleración de la expansión del universo y que gracias a esto, unos gringos muy vivos lograron el Premio Nobel de Física en 2011 con uno que otro chanchullo contra nuestros científicos chilensis, pero que a fin de cuentas brindaron el debido reconocimiento a los datos que se obtuvieron gracias a la observación de nuestros cielos nortinos (y años de investigación en laboratorios locales).
Luego de saber esto, te podrías estar preguntando “¿que carájo tiene que ver todo esto con la música? Yo quería saber de viajes LSD, estrellas y bailes con el Major Tom“. Afortunadamente, también hay mucho de eso en esta invitción, pero sigamos un rato con los astros y la ciencia. En agosto del presente año, fue publicada el Diario Oficial de la República la ley 21.105 que crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y que en 2019 debería ponerse en marcha, reemplazando al actual Conicyt e impulsando políticas públicas que ayuden a desarrollar, divulgar y mejorar las condiciones de la investigación científica en nuestro país. Este último hecho no es menor. Todo lo que conversamos unos párrafos más arriba (en muy resmidas y banales palabras) dan cuenta de la calidad de nuestros investigadores y la maravillosa pulcridad de nuestros cielos, lo que hace no mucho tiempo solía ser una realidad completamente ignorada por nuestas autoridades, comunidades y ¿para que vamos a mentirnos? para muchos de nosotros mismos.
Sacándonos todo el nefasto chovinismo de encima y a diferencia de lo que se pueda pensar, la astronomía y las ciencias no están tan alejadas de la música y las artes. El rol de ambas disciplinas cuentan con más de un objetivo en común y uno de ellos es la apertura de nuestras mentes. Una hermosa invitación a desafiar todo aquello con conocemos y estipulamos como real y único. Las formas pueden ser distintas, los métodos abismalmente diferentes, sin embargo, la inquietud es la misma “¿por qué conformarse con lo que han dicho otros?”. La pasión puesta para resolver dichos impulsos tambien es la misma y entonces ¿por qué siempre hemos puesto en palestras tan alejadas a ambos mundos? pues en ambos casos, la inspiración suele llegar luego de una infinidad de frustraciones y una mirada certera y humilde hacia los cielos.
Mientras el científico intenta hacernos estar lo más cerca posible de entender nuestra realidad, el artista desenmaraña dicha construcción en un océano de fantasías e historias ficticias, profundamente románticas, intentando sumergirnos en sensaciones lo más parecidas posibles a lo que ellos imaginan, su propia realidad o la que creen entender. Y es que al final, como dijeron a mediados de los 60´los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckman, en la cotidianidad construimos nuestra noción de la realidad, arraigada al acopio del conocimiento, es decir, somos nosotros quienes le damos forma a la perecpción del universo. Pero el universo tiene sus propias reglas y el como lidiamos con ellas es el constante desafío de quienes se interesan por salir de la pantalla (digital o análoga según la era temporal).
Paralelismos aparte, dicha obsesión por el entendimiento muchas veces sobrepasa nuestras capacidades, pero sus límites no los comprenderemos jamás mientras estén guardados bajo cuatro llaves. ¿Lo mejor de todo? el conocimiento se puede compartir y eso es lo que ocurrirá el próximo 24 de noviembre en el Teatro la Cúpula del Parque O´Higgins, durante la realización del Festival multidisciplinario En Órbita. Allí estará uno de los fundores del Proyecto Calán-Tololo, José Maza, con una poco convencional charla denominada “Life in Mars?”, donde el hoy por hoy célebre divulgador científico nos desafiará a reflexionar en base a una romántica pero no tan desfachatada idea: ¿cómo sería nuestra vida si el planeta que habitamos fuera el gigante rojo? lo que claro, puede sonar hasta ridículo si no fuera por que se trata de una posibilidad que año a año se hace más considerable por empresarios, multimillonarios, drogadictos y científicos (en serio, Elon Musk está invirtiendo cantidades desorbitantes de dinero para conolizar el planeta vecino ya que este… bueno… ya sabes, deja de fumar por favor).
Así que ya sabes, la invitación está hecha. En Órbita promete una experiencia más allá de la simple y facturable premisa de los festivales de rock masivos, pues aquí, queremos aventurarnos, tal como lo hicieron Maza y compañía hacia finales de los ´80 o como David Bowie lo hizo a lo largo de toda su carrera, a pregutarnos ¿qué diablos es esto que llamamos realidad?… con un excelente soundtrack de fondo.